Publicidad
Categorías
Categorías
Columnista - 12 septiembre, 2012

Añoranzas del Cesar

Por: Rodolfo Quintero Romero [email protected] EL PILÓN tuvo acceso a un documento inédito, de gran importancia histórica para todos los cesarenses. Se trata del acta de la reunión convocada por el Club de Leones de Valledupar, el 12 de septiembre de 1962, con el propósito de organizar la campaña para la creación del departamento del […]

Por: Rodolfo Quintero Romero
[email protected]

EL PILÓN tuvo acceso a un documento inédito, de gran importancia histórica para todos los cesarenses. Se trata del acta de la reunión convocada por el Club de Leones de Valledupar, el 12 de septiembre de 1962, con el propósito de organizar la campaña para la creación del departamento del Cesar. Sin lugar a dudas, es nuestra Acta de Independencia; el punto de partida del proceso que culminó el 21 de diciembre de 1967, con la posesión de Alfonso López Michelsen como primer gobernador del Departamento. Vea aquí el Acta del Club de Leones de Valledupar.

 

La convocatoria fue amplia, plural e incluyente. Eloy Enrique Quintero, en su momento presidente del Club, dio inicio a la sesión en un recinto abarrotado de representantes de gremios, sindicatos, comerciantes, gerentes de bancos, concejales, periodistas, rectores de colegios, parlamentarios, voceros de la Iglesia “y demás entidades y personas de prestancia de la ciudad, quienes habían sido invitados a una Mesa Redonda para discutir las posibilidades de creación del Departamento del Cesar y nombrar la Junta pro-Departamento que ha de adelantar la campaña correspondiente”.

 

La rebeldía no era por ausencia de representación política o puestos burocráticos, pues ya se contaba con varios parlamentarios y algunos provincianos habían incluso disfrutado de la “silla del Gobernador”. Los motivos de inconformidad hablaban de desgreño administrativo y debilidad institucional de los gobiernos municipales distantes de Santa Marta; precariedad fiscal; inexistentes servicios públicos; asfixiante centralismo presupuestal y la rampante corrupción de la clase dirigente samaria, que condenaba a los pueblos de la región  a la miseria, el atraso y la marginalidad.

 

La reunión tuvo momentos de gran exaltación y emotividad. Como un signo del carácter hospitalario que ha caracterizado a los vallenatos el primer grito de apoyo al nuevo departamento, cinco años antes de su creación, salió de la garganta boyacense de Guillermo Granados.La audiencia era consciente que estaba entrando en los aposentos de la historia.
Los años pasaron, la campaña fue exitosa. Ahora se vive mejor que antes aunque la pobreza margine y excluya a más del cincuenta por ciento de nuestros paisanos. No obstante, añoramos aquellos tiempos cuando nuestros dirigentes hacían causa común por el bienestar general. Es de lamentar que el interés particular, la indiferencia y el “todo vale” definan hoy el perfil demuchos de los nuevos liderazgos que compiten ventajosamente, con sus colegas regionales, en audacias para esquilmar los dineros públicos.

 

Pero, esta experiencia de los años sesenta del siglo XXdejó también un saldo pedagógico que hay que rescatar: Es posible superar las diferencias, los odios fratricidas, reconciliarnos y triunfar cuando unidos luchamos por proyectos que benefician a toda la comunidad. Revivir ese espíritu solidario y altruista, presente en la reunión de septiembre de 1962, puede ayudarnos a la construcción de paz, a la cicatrización de las heridas derivadas de las violencias que hemos sufrido y seguimos padeciendo.

 

Identifiquemos y construyamos proyectos que nos beneficien y convoquen sin irritantes exclusiones. Conseguir la sede de la Universidad Nacional puede ser uno. Erradicar el analfabetismo en todo el Departamento, otro. Para no mencionar al Valledupar Futbol Club que tantas alegrías nos ha brindado.

 

Quiero agradecer a la dinámica presidenta del Club de Leones, María Elena Saade, por permitirme escudriñar los archivos de dicha institución, donde encontré este importante documento que merece una gran valoración.

Columnista
12 septiembre, 2012

Añoranzas del Cesar

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Rodolfo Quintero Romero

Por: Rodolfo Quintero Romero [email protected] EL PILÓN tuvo acceso a un documento inédito, de gran importancia histórica para todos los cesarenses. Se trata del acta de la reunión convocada por el Club de Leones de Valledupar, el 12 de septiembre de 1962, con el propósito de organizar la campaña para la creación del departamento del […]


Por: Rodolfo Quintero Romero
[email protected]

EL PILÓN tuvo acceso a un documento inédito, de gran importancia histórica para todos los cesarenses. Se trata del acta de la reunión convocada por el Club de Leones de Valledupar, el 12 de septiembre de 1962, con el propósito de organizar la campaña para la creación del departamento del Cesar. Sin lugar a dudas, es nuestra Acta de Independencia; el punto de partida del proceso que culminó el 21 de diciembre de 1967, con la posesión de Alfonso López Michelsen como primer gobernador del Departamento. Vea aquí el Acta del Club de Leones de Valledupar.

 

La convocatoria fue amplia, plural e incluyente. Eloy Enrique Quintero, en su momento presidente del Club, dio inicio a la sesión en un recinto abarrotado de representantes de gremios, sindicatos, comerciantes, gerentes de bancos, concejales, periodistas, rectores de colegios, parlamentarios, voceros de la Iglesia “y demás entidades y personas de prestancia de la ciudad, quienes habían sido invitados a una Mesa Redonda para discutir las posibilidades de creación del Departamento del Cesar y nombrar la Junta pro-Departamento que ha de adelantar la campaña correspondiente”.

 

La rebeldía no era por ausencia de representación política o puestos burocráticos, pues ya se contaba con varios parlamentarios y algunos provincianos habían incluso disfrutado de la “silla del Gobernador”. Los motivos de inconformidad hablaban de desgreño administrativo y debilidad institucional de los gobiernos municipales distantes de Santa Marta; precariedad fiscal; inexistentes servicios públicos; asfixiante centralismo presupuestal y la rampante corrupción de la clase dirigente samaria, que condenaba a los pueblos de la región  a la miseria, el atraso y la marginalidad.

 

La reunión tuvo momentos de gran exaltación y emotividad. Como un signo del carácter hospitalario que ha caracterizado a los vallenatos el primer grito de apoyo al nuevo departamento, cinco años antes de su creación, salió de la garganta boyacense de Guillermo Granados.La audiencia era consciente que estaba entrando en los aposentos de la historia.
Los años pasaron, la campaña fue exitosa. Ahora se vive mejor que antes aunque la pobreza margine y excluya a más del cincuenta por ciento de nuestros paisanos. No obstante, añoramos aquellos tiempos cuando nuestros dirigentes hacían causa común por el bienestar general. Es de lamentar que el interés particular, la indiferencia y el “todo vale” definan hoy el perfil demuchos de los nuevos liderazgos que compiten ventajosamente, con sus colegas regionales, en audacias para esquilmar los dineros públicos.

 

Pero, esta experiencia de los años sesenta del siglo XXdejó también un saldo pedagógico que hay que rescatar: Es posible superar las diferencias, los odios fratricidas, reconciliarnos y triunfar cuando unidos luchamos por proyectos que benefician a toda la comunidad. Revivir ese espíritu solidario y altruista, presente en la reunión de septiembre de 1962, puede ayudarnos a la construcción de paz, a la cicatrización de las heridas derivadas de las violencias que hemos sufrido y seguimos padeciendo.

 

Identifiquemos y construyamos proyectos que nos beneficien y convoquen sin irritantes exclusiones. Conseguir la sede de la Universidad Nacional puede ser uno. Erradicar el analfabetismo en todo el Departamento, otro. Para no mencionar al Valledupar Futbol Club que tantas alegrías nos ha brindado.

 

Quiero agradecer a la dinámica presidenta del Club de Leones, María Elena Saade, por permitirme escudriñar los archivos de dicha institución, donde encontré este importante documento que merece una gran valoración.