A propósito de los rifirrafes financieros entre las directivas de las empresas Interaseo (Aseo del Norte en Valledupar) y Emdupar nos viene a la mente aquellas viejas épocas en las que nuestra ciudad era considerada no solo una las capitales con la mejor agua sino entre las más limpias del país.
A propósito de los rifirrafes financieros entre las directivas de las empresas Interaseo (Aseo del Norte en Valledupar) y Emdupar nos viene a la mente aquellas viejas épocas en las que nuestra ciudad era considerada no solo una las capitales con la mejor agua sino entre las más limpias del país.
Además de disfrutar de esa agua, pura y cristalina, en Valledupar daba gusto mirar sus calles limpias y aseadas, sin malos olores en las distintas vías públicas. ¿Pero qué pasó? ¿Por qué cambiar un sistema que funcionaba muy bien y que brindaba un buen servicio de aseo y recolección de basuras en manos de la empresa Emdupar?, son los interrogantes que muchos nos hacemos ahora.
Las respuestas a esas preguntas tienen su origen en el espíritu privativo de muchos de los alcaldes de las últimas décadas, de manera exacta tenemos que remitirnos al año 2000. El entonces alcalde de esa época, Johnny Pérez Oñate, decidió quitarle a Emdupar la función de prestar directamente el servicio de aseo y recolección de basuras y se lo entregó en concesión a la empresa Aseo del Norte, quedando la empresa vallenata solo con cerca del 10 por ciento de participación en el capital social.
Desde entonces, las cosas comenzaron a cambiar de manera desfavorable tanto para la ciudadanía como para las finanzas de Emdupar que dejó de percibir los recaudos por la prestación de ese servicio. Han pasado más de 20 años, cuatro periodos gubernamentales en los que ninguno de los seis alcaldes de turnos que antecedieron al actual mandatario Ernesto Orozco tomaron cartas en el asunto para revisar a profundidad el tema.
Luego con la intervención de Emdupar por parte de la Superservicios la complejidad del problema se salió del resorte de la administración municipal y pasó a manos de la actual gerencia interventora que en los actuales momentos se mantiene enfrentada a Aseo del Norte por diferencias financieras, situación en la que hasta las especulaciones han tenido cabidas. No se sabe a ciencia cierta de cuánto es la deuda de Aseo del Norte con Emdupar y mucho menos el porcentaje de recaudos que entran a las arcas de la empresa municipal; el gerente interventor debe darle cuentas claras a la ciudadanía y también contribuir para evitar los malos olores de las aguas oscuras que, sumadas a las basuras, hacen en algunos barrios una actual mezcla nauseabunda.
A todas estas, lo cierto es que el servicio de aseo desmejoró en contraste con lo que debería ser el propósito fundamental y que además Emdupar, y de paso el municipio de Valledupar, estaría dejando de percibir unos buenos ingresos por ese concepto.
En medio, llama mucho la atención que la empresa Aseo del Norte se muestre con problemas financieros, cuando, según expertos, el servicio que ella presta “es un negocio rentable y autosostenible”. Además, en su funcionamiento institucional se perciben fallas en cuanto a los componentes de socialización, información y vínculos directo con la ciudadanía, permitiendo la especulacion y desorientación .
Lo mínimo es que Valledupar se merece un buen servicio. Y, también es necesario, precisar hasta dónde llega la (ir)responsabilidad de la población generadora y dispersadora de las basuras, en una ciudad que ha crecido desbordadamente y ya no es la pequeña y ordenada de antes, y dónde inicia la de Aseo del Norte.
A propósito de los rifirrafes financieros entre las directivas de las empresas Interaseo (Aseo del Norte en Valledupar) y Emdupar nos viene a la mente aquellas viejas épocas en las que nuestra ciudad era considerada no solo una las capitales con la mejor agua sino entre las más limpias del país.
A propósito de los rifirrafes financieros entre las directivas de las empresas Interaseo (Aseo del Norte en Valledupar) y Emdupar nos viene a la mente aquellas viejas épocas en las que nuestra ciudad era considerada no solo una las capitales con la mejor agua sino entre las más limpias del país.
Además de disfrutar de esa agua, pura y cristalina, en Valledupar daba gusto mirar sus calles limpias y aseadas, sin malos olores en las distintas vías públicas. ¿Pero qué pasó? ¿Por qué cambiar un sistema que funcionaba muy bien y que brindaba un buen servicio de aseo y recolección de basuras en manos de la empresa Emdupar?, son los interrogantes que muchos nos hacemos ahora.
Las respuestas a esas preguntas tienen su origen en el espíritu privativo de muchos de los alcaldes de las últimas décadas, de manera exacta tenemos que remitirnos al año 2000. El entonces alcalde de esa época, Johnny Pérez Oñate, decidió quitarle a Emdupar la función de prestar directamente el servicio de aseo y recolección de basuras y se lo entregó en concesión a la empresa Aseo del Norte, quedando la empresa vallenata solo con cerca del 10 por ciento de participación en el capital social.
Desde entonces, las cosas comenzaron a cambiar de manera desfavorable tanto para la ciudadanía como para las finanzas de Emdupar que dejó de percibir los recaudos por la prestación de ese servicio. Han pasado más de 20 años, cuatro periodos gubernamentales en los que ninguno de los seis alcaldes de turnos que antecedieron al actual mandatario Ernesto Orozco tomaron cartas en el asunto para revisar a profundidad el tema.
Luego con la intervención de Emdupar por parte de la Superservicios la complejidad del problema se salió del resorte de la administración municipal y pasó a manos de la actual gerencia interventora que en los actuales momentos se mantiene enfrentada a Aseo del Norte por diferencias financieras, situación en la que hasta las especulaciones han tenido cabidas. No se sabe a ciencia cierta de cuánto es la deuda de Aseo del Norte con Emdupar y mucho menos el porcentaje de recaudos que entran a las arcas de la empresa municipal; el gerente interventor debe darle cuentas claras a la ciudadanía y también contribuir para evitar los malos olores de las aguas oscuras que, sumadas a las basuras, hacen en algunos barrios una actual mezcla nauseabunda.
A todas estas, lo cierto es que el servicio de aseo desmejoró en contraste con lo que debería ser el propósito fundamental y que además Emdupar, y de paso el municipio de Valledupar, estaría dejando de percibir unos buenos ingresos por ese concepto.
En medio, llama mucho la atención que la empresa Aseo del Norte se muestre con problemas financieros, cuando, según expertos, el servicio que ella presta “es un negocio rentable y autosostenible”. Además, en su funcionamiento institucional se perciben fallas en cuanto a los componentes de socialización, información y vínculos directo con la ciudadanía, permitiendo la especulacion y desorientación .
Lo mínimo es que Valledupar se merece un buen servicio. Y, también es necesario, precisar hasta dónde llega la (ir)responsabilidad de la población generadora y dispersadora de las basuras, en una ciudad que ha crecido desbordadamente y ya no es la pequeña y ordenada de antes, y dónde inicia la de Aseo del Norte.