¿Por qué tan prolongadas las intermitencias en la publicación de mi columna? Este es uno de los interrogantes con los que algunos de mis asiduos lectores me reclaman la reiterada discontinuidad de mi columna de libre opinión en EL PILÓN.
¿Por qué tan prolongadas las intermitencias en la publicación de mi columna? Este es uno de los interrogantes con los que algunos de mis asiduos lectores me reclaman la reiterada discontinuidad de mi columna de libre opinión en EL PILÓN. Y lo cierto es que considero justa la exhortación de parte de los lectores de EL PILÓN, porque desde abril de 2023 la publicación de mi columna no ha conservado su periodicidad semanal. A veces ha demorado varios meses.
Tanto a los lectores de mi columna como a los editores de EL PILÓN. Con mucha pena les remito mis disculpas. Sin embargo, me permito aclarar que la causa principal de la alteración de las ediciones de mis columnas ha sido por las enfermedades que súbitamente han tenido miembros de mi entorno familiar, incluso yo he sido víctima de tan azarosa situación que me impide escribir y me obliga ausentarme de Valledupar.
Esta ocasión, la aprovecho para resaltar que mi columna de EL PILÓN ya cumplió 25 años continuos (¡caramba! Aniversario de Plata), ya que su primera edición fue el 3 de diciembre de 1999, fecha en la cual se celebra el Día Panamericano del Médico y de la Medicina, celebración anual promovida por la Organización Panamericana de la Salud, OPS, como homenaje al médico cubano, Carlos Finlay, quien descubrió que el mosquito Aedes Aegypti es el vector que con sus picaduras inoculan y transmiten los virus que producen la enfermedad conocida como fiebre amarilla (actualmente hay vacuna para prevenirla). Son mosquitos propios de ambientes tropicales, además son los vectores de los virus causantes de enfermedades tales como el dengue (ya también hay vacuna para prevenirlo), Chikunguña, zika y otras enfermedades procedentes de África.
Mi primera columna en 1999 fue en protesta por la crisis financiera en la que se encontraban las instituciones prestadoras de salud (IPS), tanto públicas como privadas. Terrible situación que sufrían el Hospital Rosario Pumarejo de López, la clínica Ana María y la clínica Valledupar, esta última privada, de la cual yo era uno de sus socios. La Ley 100 de 1993 que comenzó a regir a finales de 1994, no ha sido la solución de la crisis financiera del sistema de salud creado por la ley antedicha, porque 25 años después la situación sigue igual.
Por ejemplo, según información de la Asociación Nacional de Empresarios de Colombia, ANDI, en lo corrido de 2024 las EPS en promedio han gastado 109 pesos por cada 100 que han recibido. Y la Nueva EPS, la más grande del país con más de 10 millones de afiliados, tiene un déficit superior a la mencionada media. Aparentemente, la permanente crisis financiera se debe a que el ingreso monetario de las EPS es inferior a sus egresos.
Personalmente, considero que la permanente crisis financiera es un fenómeno multicausal y que la suma per cápita asignada para prestarle atención médica a los pacientes es el menos grave. El problema mayúsculo que desfinancia al sistema de salud es la desviación de sus recursos. Los mayores desfalcadores son los políticos y sus asesores, de ahí hacia abajo, todos los demás actores del sistema de salud sacan sus tajadas a través de carruseles y de cartelitos inescrupulosos, a cuyos integrantes no les importa las muertes que ocasionan sus usurpaciones. Esto es una matanza invisible para mucha gente.
Lo otro que desfinancia el sistema de salud es la falta de eficiencia en el manejo de la prestación de servicios de salud, es un despilfarro inmenso que cada día es más creciente por la deficiencia en la formación de los profesionales de la salud y esto apenas es la punta del iceberg que desfinancia el sistema de salud colombiano.
Feliz Navidad y año nuevo para mis lectores. La verdad es que no sé cuándo volveré a escribir.
Por: José Romero Churio.
¿Por qué tan prolongadas las intermitencias en la publicación de mi columna? Este es uno de los interrogantes con los que algunos de mis asiduos lectores me reclaman la reiterada discontinuidad de mi columna de libre opinión en EL PILÓN.
¿Por qué tan prolongadas las intermitencias en la publicación de mi columna? Este es uno de los interrogantes con los que algunos de mis asiduos lectores me reclaman la reiterada discontinuidad de mi columna de libre opinión en EL PILÓN. Y lo cierto es que considero justa la exhortación de parte de los lectores de EL PILÓN, porque desde abril de 2023 la publicación de mi columna no ha conservado su periodicidad semanal. A veces ha demorado varios meses.
Tanto a los lectores de mi columna como a los editores de EL PILÓN. Con mucha pena les remito mis disculpas. Sin embargo, me permito aclarar que la causa principal de la alteración de las ediciones de mis columnas ha sido por las enfermedades que súbitamente han tenido miembros de mi entorno familiar, incluso yo he sido víctima de tan azarosa situación que me impide escribir y me obliga ausentarme de Valledupar.
Esta ocasión, la aprovecho para resaltar que mi columna de EL PILÓN ya cumplió 25 años continuos (¡caramba! Aniversario de Plata), ya que su primera edición fue el 3 de diciembre de 1999, fecha en la cual se celebra el Día Panamericano del Médico y de la Medicina, celebración anual promovida por la Organización Panamericana de la Salud, OPS, como homenaje al médico cubano, Carlos Finlay, quien descubrió que el mosquito Aedes Aegypti es el vector que con sus picaduras inoculan y transmiten los virus que producen la enfermedad conocida como fiebre amarilla (actualmente hay vacuna para prevenirla). Son mosquitos propios de ambientes tropicales, además son los vectores de los virus causantes de enfermedades tales como el dengue (ya también hay vacuna para prevenirlo), Chikunguña, zika y otras enfermedades procedentes de África.
Mi primera columna en 1999 fue en protesta por la crisis financiera en la que se encontraban las instituciones prestadoras de salud (IPS), tanto públicas como privadas. Terrible situación que sufrían el Hospital Rosario Pumarejo de López, la clínica Ana María y la clínica Valledupar, esta última privada, de la cual yo era uno de sus socios. La Ley 100 de 1993 que comenzó a regir a finales de 1994, no ha sido la solución de la crisis financiera del sistema de salud creado por la ley antedicha, porque 25 años después la situación sigue igual.
Por ejemplo, según información de la Asociación Nacional de Empresarios de Colombia, ANDI, en lo corrido de 2024 las EPS en promedio han gastado 109 pesos por cada 100 que han recibido. Y la Nueva EPS, la más grande del país con más de 10 millones de afiliados, tiene un déficit superior a la mencionada media. Aparentemente, la permanente crisis financiera se debe a que el ingreso monetario de las EPS es inferior a sus egresos.
Personalmente, considero que la permanente crisis financiera es un fenómeno multicausal y que la suma per cápita asignada para prestarle atención médica a los pacientes es el menos grave. El problema mayúsculo que desfinancia al sistema de salud es la desviación de sus recursos. Los mayores desfalcadores son los políticos y sus asesores, de ahí hacia abajo, todos los demás actores del sistema de salud sacan sus tajadas a través de carruseles y de cartelitos inescrupulosos, a cuyos integrantes no les importa las muertes que ocasionan sus usurpaciones. Esto es una matanza invisible para mucha gente.
Lo otro que desfinancia el sistema de salud es la falta de eficiencia en el manejo de la prestación de servicios de salud, es un despilfarro inmenso que cada día es más creciente por la deficiencia en la formación de los profesionales de la salud y esto apenas es la punta del iceberg que desfinancia el sistema de salud colombiano.
Feliz Navidad y año nuevo para mis lectores. La verdad es que no sé cuándo volveré a escribir.
Por: José Romero Churio.