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Columnista - 28 junio, 2021

Animales silvestres en la ciudad

Interesante texto del poeta Pedro Olivella Solano, «Valledupar no es solamente para los humanos», publicado por EL PILÓN (25/06/2021), en el cual propone que “la ciudad que debemos construir debe ser de ambientes mixtos donde la naturaleza animal tenga sus propios espacios para la múltiple convivencia”.  La permanente migración rural a la ciudad produce superpoblación con altos […]

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Interesante texto del poeta Pedro Olivella Solano, «Valledupar no es solamente para los humanos», publicado por EL PILÓN (25/06/2021), en el cual propone que “la ciudad que debemos construir debe ser de ambientes mixtos donde la naturaleza animal tenga sus propios espacios para la múltiple convivencia”. 

La permanente migración rural a la ciudad produce superpoblación con altos índices de restricciones económicas, como una virtual convocatoria a arquitectos a diseñar viviendas con espacios básicos, a fin de hacerlas asequibles a los potenciales compradores. A pesar de las limitaciones, muchas personas se adaptan y acaban disfrutando de la convivencia con animales domésticos y silvestres, a pesar de que a veces las autoridades ambientales impiden esa armonía.      

Dos ejemplos. 1. Una joven abuela por las tardes aprovechaba la sombra de los árboles para pasear a su nieto de cinco años; en determinada esquina a su nieto le fascinaba contemplar una hermosa guacamaya y se detenía en la contemplación del bello plumaje, con una sonrisa de colores en los espejos del viento. La guacamaya parecía dialogar con el niño, coqueteaba entre las ramas del mango y la trinitaria, y hasta bajaba oronda a caminar por el verdor de la grama, cerca de los florecidos corales. 

La guacamaya disfrutaba la vecindad. Desde pequeña la habían traído a esa casa, y ahí creció con el apego de una madre soltera. Nunca le faltaba el alimento y no tenía jaula, la frondosidad vegetal del jardín y el patio eran su hábitat. En ocasiones llegaban pericos y guacamayas silvestres, y existía el temor que de pronto iba a desafiar la inmensidad para abrir sus alas y levantar vuelo. 

Ahora, por esa calle donde caminaba la abuela y el nieto, la guacamaya no está. Un halo de silencio triste dibuja la ausencia de la hermosa ave de origen americano, en razón de que un día llegaron miembros de la autoridad ambiental y con el lema de “proteger la fauna y la flora” procedieron a decomisarla, dizque por no estar en su hábitat natural. Amparado en mi solidaridad con la escena poética del niño y la abuela, y con el brillo abrasador del cenit en el plumaje, le dije a un experto: “Esa guacamaya está domesticada, si se le suelta en el bosque no resiste, ya está adaptada al ambiente de la vegetación citadina”.

2. Una congregación de hermanas cristianas tenía en el convento una pareja de alcaravanes; estos pájaros habitan en áreas abiertas como pastizales, cercanos a cañadas y lagunas, aunque también frecuentan ciudades y áreas rurales. Esos pájaros, que ya habían olvidado sus costumbres silvestres, ahora disfrutaban de la amplitud de la casa y de los extensos patios boscosos; pero allí también llegó la autoridad ambiental… y la soledad del canto de estas aves fue una franja de penumbra para toda la feligresía. 

Un miembro de una Fundación Ambiental explicaba que es un imperativo de ley liberar los animales silvestres en cautiverio para que regresen a su hábitat natural. Soy de la opinión de que pueden establecerse algunas excepciones, como en los casos mencionados de la guacamaya y los alcaravanes; así como hay licencia para los coleccionistas de pájaros cantores, que los mantienen y los transportan en jaulas y no tienen ningún inconveniente legal, porque el argumento es que son animales nacidos en cautiverios.

Columnista
28 junio, 2021

Animales silvestres en la ciudad

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
José Atuesta Mindiola

Interesante texto del poeta Pedro Olivella Solano, «Valledupar no es solamente para los humanos», publicado por EL PILÓN (25/06/2021), en el cual propone que “la ciudad que debemos construir debe ser de ambientes mixtos donde la naturaleza animal tenga sus propios espacios para la múltiple convivencia”.  La permanente migración rural a la ciudad produce superpoblación con altos […]


Interesante texto del poeta Pedro Olivella Solano, «Valledupar no es solamente para los humanos», publicado por EL PILÓN (25/06/2021), en el cual propone que “la ciudad que debemos construir debe ser de ambientes mixtos donde la naturaleza animal tenga sus propios espacios para la múltiple convivencia”. 

La permanente migración rural a la ciudad produce superpoblación con altos índices de restricciones económicas, como una virtual convocatoria a arquitectos a diseñar viviendas con espacios básicos, a fin de hacerlas asequibles a los potenciales compradores. A pesar de las limitaciones, muchas personas se adaptan y acaban disfrutando de la convivencia con animales domésticos y silvestres, a pesar de que a veces las autoridades ambientales impiden esa armonía.      

Dos ejemplos. 1. Una joven abuela por las tardes aprovechaba la sombra de los árboles para pasear a su nieto de cinco años; en determinada esquina a su nieto le fascinaba contemplar una hermosa guacamaya y se detenía en la contemplación del bello plumaje, con una sonrisa de colores en los espejos del viento. La guacamaya parecía dialogar con el niño, coqueteaba entre las ramas del mango y la trinitaria, y hasta bajaba oronda a caminar por el verdor de la grama, cerca de los florecidos corales. 

La guacamaya disfrutaba la vecindad. Desde pequeña la habían traído a esa casa, y ahí creció con el apego de una madre soltera. Nunca le faltaba el alimento y no tenía jaula, la frondosidad vegetal del jardín y el patio eran su hábitat. En ocasiones llegaban pericos y guacamayas silvestres, y existía el temor que de pronto iba a desafiar la inmensidad para abrir sus alas y levantar vuelo. 

Ahora, por esa calle donde caminaba la abuela y el nieto, la guacamaya no está. Un halo de silencio triste dibuja la ausencia de la hermosa ave de origen americano, en razón de que un día llegaron miembros de la autoridad ambiental y con el lema de “proteger la fauna y la flora” procedieron a decomisarla, dizque por no estar en su hábitat natural. Amparado en mi solidaridad con la escena poética del niño y la abuela, y con el brillo abrasador del cenit en el plumaje, le dije a un experto: “Esa guacamaya está domesticada, si se le suelta en el bosque no resiste, ya está adaptada al ambiente de la vegetación citadina”.

2. Una congregación de hermanas cristianas tenía en el convento una pareja de alcaravanes; estos pájaros habitan en áreas abiertas como pastizales, cercanos a cañadas y lagunas, aunque también frecuentan ciudades y áreas rurales. Esos pájaros, que ya habían olvidado sus costumbres silvestres, ahora disfrutaban de la amplitud de la casa y de los extensos patios boscosos; pero allí también llegó la autoridad ambiental… y la soledad del canto de estas aves fue una franja de penumbra para toda la feligresía. 

Un miembro de una Fundación Ambiental explicaba que es un imperativo de ley liberar los animales silvestres en cautiverio para que regresen a su hábitat natural. Soy de la opinión de que pueden establecerse algunas excepciones, como en los casos mencionados de la guacamaya y los alcaravanes; así como hay licencia para los coleccionistas de pájaros cantores, que los mantienen y los transportan en jaulas y no tienen ningún inconveniente legal, porque el argumento es que son animales nacidos en cautiverios.