“Ama lo que haces y sabrás con mucha facilidad qué camino seguir”. He recorrido y he andado por muchos sitios preguntando por la paz y nadie me da una respuesta precisa en dónde está y qué debo hacer para encontrarla. Empecé por buscarla en mi entorno y me encontré rodeado de gente prepotente, con delirio […]
“Ama lo que haces y sabrás con mucha facilidad qué camino seguir”. He recorrido y he andado por muchos sitios preguntando por la paz y nadie me da una respuesta precisa en dónde está y qué debo hacer para encontrarla.
Empecé por buscarla en mi entorno y me encontré rodeado de gente prepotente, con delirio de grandeza y amor inconfundible por el dinero y mi decepción fue tan grande que mis lágrimas se petrificaron ante la impresión de la avaricia.
Recorrí los campos antes florecidos y ellos me comentaron que la mano del hombre los ha destrozado, pues donde antes se confundía el trabajo con el amor a la tierra poseída, todo está destinado a la destrucción y el olvido, pues la mano pecadora del insaciable ha marchitado sus campos y ha marchitado la vida.
Pasé luego a buscarla en las comarcas y pequeños territorios y me encontré que las familias, la base del progreso y de la hermandad, estaban en las manos miserables del placer y confundidas con el dolor.
Me dirigí a las naciones poderosas de mi mundo y encontré que algunas dominadas por el signo del peso eran infelices en la búsqueda del progreso, pues sus ojos brillaban más que los del ‘Tío Rico’ del pato Donald, que se dejaron invadir de la yerba maldita, causa de las guerras sin sentido y del desenfreno ilusorio de una juventud desatendida en sus matrices.
La busqué en la frente de las gentes de trabajo y encontré las trabas producidas por resentimientos y el complejo permanente de gozar de todas las bondades de los falsos placeres del mundo moderno, sin producir lo adecuado para llevar una vida normal y sencilla.
La busqué en los países en vía de desarrollo y encontré una clase empresarial injusta, algunas, por medidas de gobiernos también injustos por permitir toda clase de contravención a las leyes y amparar su manejo en manos de unos pocos individuos tildados de juristas, atrapados por la corrupción, causa primordial del desorden como concepto generalizado del pensar ciudadano común.
En algunas partes la encontré anidada en la mentira y el engaño de mentes desleales disfrazadas con el triunfalismo político, en donde había perdido su esencia bajo la camisa de la hipocresía.
Quise buscarla en los legisladores, pero también encontré las pocas espinas, pero punzantes y venenosas, de las presiones a cambios de favores lucrativos, exigidos a quien se encarga de sancionarlas.
No quise continuar más este camino de conquista y búsqueda de la paz cuando alguien me dio una luz y me dijo: habla con algún hombre curtido por los años, que tal vez este pueda ayudar a encontrar una salida.
Sin pensarlo dos veces me dirigí a él y le pregunté qué debía hacer y sin titubear me respondió: “Tú la llevas por dentro, solo tienes que despertarla, empezar por ti mismo, para después indicar el camino a los demás.
Obra con justicia social, respetando las ideas ajenas y confrontándolas con criterios que indiquen la verdad y sus senderos.
Ama todo lo que haces y cerciórate que no estorbas en la libertad de los demás, si estos manejan el entendimiento tipificado en normas. La conformidad bien aplicada es un arma permisible. Ayuda en todo lo que creas necesario, siempre y cuando en tu mano haya luces de esperanzas.
Finalmente, utiliza la virtud más grande que aún está en abundancia en los campos de tu patria, la honradez; esta bien entendida y en la medida como la uses y enseñes a tus semejantes, llegará el momento en que no necesitarán de ojos para mirar, ni bocas para hablar, ni de oídos para escuchar frases de ofensas aun con sentido y solo necesitarás de corazón para sentir en donde está el mal que destruye y desvela, si es que este aun logra sobrevivir.
Utilízala bien y allí encontrarás siempre la Paz y te evitarás gastar tiempo recorriendo un mundo con caminos de angustias. Recuerda que para las mentes de trabajo, el futuro tiene que ver mucho con la paz y nunca con la guerra; la paz conduce a la libertad, pero observa que no todos los seres humanos gozan de la misma libertad; la libertad es algo que hay que ganar, no nace.
La libertad no nos viene sola, la libertad se conquista a través de su alianza con el bien social y este es el representante legal de la paz.
“Ama lo que haces y sabrás con mucha facilidad qué camino seguir”. He recorrido y he andado por muchos sitios preguntando por la paz y nadie me da una respuesta precisa en dónde está y qué debo hacer para encontrarla. Empecé por buscarla en mi entorno y me encontré rodeado de gente prepotente, con delirio […]
“Ama lo que haces y sabrás con mucha facilidad qué camino seguir”. He recorrido y he andado por muchos sitios preguntando por la paz y nadie me da una respuesta precisa en dónde está y qué debo hacer para encontrarla.
Empecé por buscarla en mi entorno y me encontré rodeado de gente prepotente, con delirio de grandeza y amor inconfundible por el dinero y mi decepción fue tan grande que mis lágrimas se petrificaron ante la impresión de la avaricia.
Recorrí los campos antes florecidos y ellos me comentaron que la mano del hombre los ha destrozado, pues donde antes se confundía el trabajo con el amor a la tierra poseída, todo está destinado a la destrucción y el olvido, pues la mano pecadora del insaciable ha marchitado sus campos y ha marchitado la vida.
Pasé luego a buscarla en las comarcas y pequeños territorios y me encontré que las familias, la base del progreso y de la hermandad, estaban en las manos miserables del placer y confundidas con el dolor.
Me dirigí a las naciones poderosas de mi mundo y encontré que algunas dominadas por el signo del peso eran infelices en la búsqueda del progreso, pues sus ojos brillaban más que los del ‘Tío Rico’ del pato Donald, que se dejaron invadir de la yerba maldita, causa de las guerras sin sentido y del desenfreno ilusorio de una juventud desatendida en sus matrices.
La busqué en la frente de las gentes de trabajo y encontré las trabas producidas por resentimientos y el complejo permanente de gozar de todas las bondades de los falsos placeres del mundo moderno, sin producir lo adecuado para llevar una vida normal y sencilla.
La busqué en los países en vía de desarrollo y encontré una clase empresarial injusta, algunas, por medidas de gobiernos también injustos por permitir toda clase de contravención a las leyes y amparar su manejo en manos de unos pocos individuos tildados de juristas, atrapados por la corrupción, causa primordial del desorden como concepto generalizado del pensar ciudadano común.
En algunas partes la encontré anidada en la mentira y el engaño de mentes desleales disfrazadas con el triunfalismo político, en donde había perdido su esencia bajo la camisa de la hipocresía.
Quise buscarla en los legisladores, pero también encontré las pocas espinas, pero punzantes y venenosas, de las presiones a cambios de favores lucrativos, exigidos a quien se encarga de sancionarlas.
No quise continuar más este camino de conquista y búsqueda de la paz cuando alguien me dio una luz y me dijo: habla con algún hombre curtido por los años, que tal vez este pueda ayudar a encontrar una salida.
Sin pensarlo dos veces me dirigí a él y le pregunté qué debía hacer y sin titubear me respondió: “Tú la llevas por dentro, solo tienes que despertarla, empezar por ti mismo, para después indicar el camino a los demás.
Obra con justicia social, respetando las ideas ajenas y confrontándolas con criterios que indiquen la verdad y sus senderos.
Ama todo lo que haces y cerciórate que no estorbas en la libertad de los demás, si estos manejan el entendimiento tipificado en normas. La conformidad bien aplicada es un arma permisible. Ayuda en todo lo que creas necesario, siempre y cuando en tu mano haya luces de esperanzas.
Finalmente, utiliza la virtud más grande que aún está en abundancia en los campos de tu patria, la honradez; esta bien entendida y en la medida como la uses y enseñes a tus semejantes, llegará el momento en que no necesitarán de ojos para mirar, ni bocas para hablar, ni de oídos para escuchar frases de ofensas aun con sentido y solo necesitarás de corazón para sentir en donde está el mal que destruye y desvela, si es que este aun logra sobrevivir.
Utilízala bien y allí encontrarás siempre la Paz y te evitarás gastar tiempo recorriendo un mundo con caminos de angustias. Recuerda que para las mentes de trabajo, el futuro tiene que ver mucho con la paz y nunca con la guerra; la paz conduce a la libertad, pero observa que no todos los seres humanos gozan de la misma libertad; la libertad es algo que hay que ganar, no nace.
La libertad no nos viene sola, la libertad se conquista a través de su alianza con el bien social y este es el representante legal de la paz.