La escultura refleja cómo el artista reinterpreta un cañón que lanza la revolución con un hombre agroindustrial y una mujer hacia el infinito.
En el marco de la remodelación de la plaza Alfonso López, la administración municipal convocó al director de la corporación Rodrigo Arenas Betancourt, Rodrigo Arenas Quintero, a hacerle seguimiento al estado de la escultura ‘La revolución en marcha’, teniendo presente que se perciben algunas varillas de la construcción expuestas.
El experto, quien es hijo del autor de la obra, ingeniero civil de profesión, especialista en Estructura de la Universidad Nacional de Colombia, manifestó que “es importante tener en cuenta que no solo es ver las esculturas desde el punto de vista estructural, es importante verlas desde el contexto escultórico, analizando cuál era la intención que le quiso darle el artista y cómo la técnica permite tanto reconstruir la intención escultórica como lograr la durabilidad de estas obras en el tiempo”.
Acotó que “todo sufre de deterioro y requiere un mantenimiento constante, como ocurre con un vehículo, un parque o una vivienda. Lo que se evidencia en la estructura de ‘La revolución en marcha’ no es un daño inminente y que vaya causar un problema en la escultura; está estable, no se evidencia un deterioro en su cimentación aparentemente desde la parte visual exterior por el proceso de excavación, debido a que la cimentación y el contrapeso de la obra no es hacia la parte delantera de la obra, por lo que las excavaciones frontales no tienen por qué causar ningún problema en la obra existente”.
Por otro lado, agregó que “las varillas expuestas aún continúan allí y están en alguna parte de la obra donde su forma de trabajar se sigue desarrollando; o sea que son varillas que funcionan a tracción, por lo tanto, no se siente un inminente riesgo al decir que la obra está expuesta”.
Para Arenas Quintero, el proceso constructivo del parque no tiene nada que ver con que las varillas estén expuestas; “es claro, que se da por el transcurso del tiempo, la acción del agua, y el hollín de los vehículos. La escultura cuando se hizo inicialmente tenía un proceso superficial en el concreto, que se llama abujardado, lo cual disminuyó un poco el espesor del concreto que protegía las varillas. Las normas de construcción de hace muchos años no eran tan exigentes como las modernas en términos de espesor para recubrir el refuerzo, por lo que es normal en este tipo de estructura”, argumentó.
“Cuando se habla de mantenimiento y restauración solo se cambia la protección superficial, deben ser temas mínimos que no deben pasar del 1 o el 2 % de la capa superficial de la escultura. Es como cuando a una estructura metálica se le cambia la pintura, se raspa y luego se le pone una protección adecuada”, aseguró.
La escultura refleja cómo el artista reinterpreta un cañón que lanza la revolución con un hombre agroindustrial y una mujer hacia el infinito.
En el marco de la remodelación de la plaza Alfonso López, la administración municipal convocó al director de la corporación Rodrigo Arenas Betancourt, Rodrigo Arenas Quintero, a hacerle seguimiento al estado de la escultura ‘La revolución en marcha’, teniendo presente que se perciben algunas varillas de la construcción expuestas.
El experto, quien es hijo del autor de la obra, ingeniero civil de profesión, especialista en Estructura de la Universidad Nacional de Colombia, manifestó que “es importante tener en cuenta que no solo es ver las esculturas desde el punto de vista estructural, es importante verlas desde el contexto escultórico, analizando cuál era la intención que le quiso darle el artista y cómo la técnica permite tanto reconstruir la intención escultórica como lograr la durabilidad de estas obras en el tiempo”.
Acotó que “todo sufre de deterioro y requiere un mantenimiento constante, como ocurre con un vehículo, un parque o una vivienda. Lo que se evidencia en la estructura de ‘La revolución en marcha’ no es un daño inminente y que vaya causar un problema en la escultura; está estable, no se evidencia un deterioro en su cimentación aparentemente desde la parte visual exterior por el proceso de excavación, debido a que la cimentación y el contrapeso de la obra no es hacia la parte delantera de la obra, por lo que las excavaciones frontales no tienen por qué causar ningún problema en la obra existente”.
Por otro lado, agregó que “las varillas expuestas aún continúan allí y están en alguna parte de la obra donde su forma de trabajar se sigue desarrollando; o sea que son varillas que funcionan a tracción, por lo tanto, no se siente un inminente riesgo al decir que la obra está expuesta”.
Para Arenas Quintero, el proceso constructivo del parque no tiene nada que ver con que las varillas estén expuestas; “es claro, que se da por el transcurso del tiempo, la acción del agua, y el hollín de los vehículos. La escultura cuando se hizo inicialmente tenía un proceso superficial en el concreto, que se llama abujardado, lo cual disminuyó un poco el espesor del concreto que protegía las varillas. Las normas de construcción de hace muchos años no eran tan exigentes como las modernas en términos de espesor para recubrir el refuerzo, por lo que es normal en este tipo de estructura”, argumentó.
“Cuando se habla de mantenimiento y restauración solo se cambia la protección superficial, deben ser temas mínimos que no deben pasar del 1 o el 2 % de la capa superficial de la escultura. Es como cuando a una estructura metálica se le cambia la pintura, se raspa y luego se le pone una protección adecuada”, aseguró.