Así suelen actuar muchos partidos y dirigentes políticos cuando buscan el poder donde la víctima es el Estado y los siempre olvidados de la Colombia excluida.
La constrictor o anaconda, para alimentarse toma por sorpresa a su víctima, la envuelve, la fractura, la asfixia y la deglute; estas acciones simultáneas podrían denominarse anacondismo.
Así suelen actuar muchos partidos y dirigentes políticos cuando buscan el poder donde la víctima es el Estado y los siempre olvidados de la Colombia excluida.
Durante las campañas electorales las estrategias consisten en el cuerpo a cuerpo verbal y en la descalificación moral directa o enmascarada. Tras la derrota, los métodos de comer cambian; ahora se imponen la lisonja y el reconocimiento tardío, surgen el patriotismo y el deseo de cambio.
Todos quieren, de una u otra manera, embarcarse en el tren de la victoria; las añoranzas por las ilimitadas canonjías que ofrece el poder presidencial matan todo prurito de oposición, que no es rentable.
Como decía Rodolfo Hernández, tener la chequera del Estado o timar a otro es una delicia, una vaca lechera, ordeñable hasta el último día del periodo de gobierno. Una muestra de esta delicia fue la suspensión de la ley de garantías electorales que permitió contrataciones por muchos billones de pesos sin ningún filtro de control.
Otra fue el manejo dado a los recursos de las regalías en los proyectos OCAD-Paz, que involucra a reconocidas personas de la vida nacional y local: 500 mil millones de pesos, como si el mundo ya se fuera a acabar y sin que la Contraloría supiera; la lógica es que los financiadores electorales obtengan recursos del erario para financiar curules.
El llamado de reconciliación nacional que ha hecho el presidente electo Gustavo Petro ha tenido respuesta, casi unánime, de la cofradía política del país y nunca la generosidad es mal venida. La pregunta por contestar es hasta qué punto y momento es sincera esa respuesta; se sabe que no hay almuerzo gratis y que ese abrazo que hemos visto por parte de algunos convidados, podría ser el abrazo del oso.
No se descarta que en algunos casos sea una estrategia de enfriamiento o ralentización a las propuestas de Petro, algunas de las cuales son poco digeribles en esta cena de amor. Más, de lo bueno nunca dan tanto; la habilidad de Petro consistirá en evitar que esa aparente coincidencia de propósitos caiga en el anacondismo triturando su plan de gobierno. P. ej., remover la estructura feudal ociosa y la acumulación de tierras por parte los “terceros de buena fe”, como mecanismo de lavado de activos, será un forcejeo a muerte; ese es el nudo gordiano que Petro deberá desatar.
La eliminación de las elusiones y exenciones tributarias a un grupo significativo y poderoso de declarantes por valor de $80 billones/año no será una tarea fácil; el lobby por encargo en el congreso es capaz de romper cualquier intento.
Quitarles la mermelada a los congresistas mercaderes, caldo de cultivo de la corrupción, podría producir una asonada parlamentaria, en cualquier momento. Desmantelar la Procuraduría, prestadora mayor de servicios burocráticos a la clase congresal, tocará muchos cayos. La eliminación del ESMAD no le gustará a los represores y vampiros. Estos son algunos de los elementos que romperían los amoríos entre ejecutivo y legislativo y pondrían a prueba la templanza de Petro; toca sonar las alarmas.
Mientras tanto, sigue consolidándose el equipo que ayudará a GP y FM en esta grandiosa tarea de cambio; las comisiones de empalme están representadas por personas conocedoras de los vericuetos del sector público y harán el primer diagnóstico del manejo que el gobierno saliente le dio a las finanzas y a sus ejecutorias. ¡A discreción poder judicial!
Así suelen actuar muchos partidos y dirigentes políticos cuando buscan el poder donde la víctima es el Estado y los siempre olvidados de la Colombia excluida.
La constrictor o anaconda, para alimentarse toma por sorpresa a su víctima, la envuelve, la fractura, la asfixia y la deglute; estas acciones simultáneas podrían denominarse anacondismo.
Así suelen actuar muchos partidos y dirigentes políticos cuando buscan el poder donde la víctima es el Estado y los siempre olvidados de la Colombia excluida.
Durante las campañas electorales las estrategias consisten en el cuerpo a cuerpo verbal y en la descalificación moral directa o enmascarada. Tras la derrota, los métodos de comer cambian; ahora se imponen la lisonja y el reconocimiento tardío, surgen el patriotismo y el deseo de cambio.
Todos quieren, de una u otra manera, embarcarse en el tren de la victoria; las añoranzas por las ilimitadas canonjías que ofrece el poder presidencial matan todo prurito de oposición, que no es rentable.
Como decía Rodolfo Hernández, tener la chequera del Estado o timar a otro es una delicia, una vaca lechera, ordeñable hasta el último día del periodo de gobierno. Una muestra de esta delicia fue la suspensión de la ley de garantías electorales que permitió contrataciones por muchos billones de pesos sin ningún filtro de control.
Otra fue el manejo dado a los recursos de las regalías en los proyectos OCAD-Paz, que involucra a reconocidas personas de la vida nacional y local: 500 mil millones de pesos, como si el mundo ya se fuera a acabar y sin que la Contraloría supiera; la lógica es que los financiadores electorales obtengan recursos del erario para financiar curules.
El llamado de reconciliación nacional que ha hecho el presidente electo Gustavo Petro ha tenido respuesta, casi unánime, de la cofradía política del país y nunca la generosidad es mal venida. La pregunta por contestar es hasta qué punto y momento es sincera esa respuesta; se sabe que no hay almuerzo gratis y que ese abrazo que hemos visto por parte de algunos convidados, podría ser el abrazo del oso.
No se descarta que en algunos casos sea una estrategia de enfriamiento o ralentización a las propuestas de Petro, algunas de las cuales son poco digeribles en esta cena de amor. Más, de lo bueno nunca dan tanto; la habilidad de Petro consistirá en evitar que esa aparente coincidencia de propósitos caiga en el anacondismo triturando su plan de gobierno. P. ej., remover la estructura feudal ociosa y la acumulación de tierras por parte los “terceros de buena fe”, como mecanismo de lavado de activos, será un forcejeo a muerte; ese es el nudo gordiano que Petro deberá desatar.
La eliminación de las elusiones y exenciones tributarias a un grupo significativo y poderoso de declarantes por valor de $80 billones/año no será una tarea fácil; el lobby por encargo en el congreso es capaz de romper cualquier intento.
Quitarles la mermelada a los congresistas mercaderes, caldo de cultivo de la corrupción, podría producir una asonada parlamentaria, en cualquier momento. Desmantelar la Procuraduría, prestadora mayor de servicios burocráticos a la clase congresal, tocará muchos cayos. La eliminación del ESMAD no le gustará a los represores y vampiros. Estos son algunos de los elementos que romperían los amoríos entre ejecutivo y legislativo y pondrían a prueba la templanza de Petro; toca sonar las alarmas.
Mientras tanto, sigue consolidándose el equipo que ayudará a GP y FM en esta grandiosa tarea de cambio; las comisiones de empalme están representadas por personas conocedoras de los vericuetos del sector público y harán el primer diagnóstico del manejo que el gobierno saliente le dio a las finanzas y a sus ejecutorias. ¡A discreción poder judicial!