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Columnista - 29 noviembre, 2010

Amenazados por talento

Visión  Universal Por: Luis Mendoza Sierra ‘Chicotoño’, un negro guajiro, camaronero, si no estoy mal, delgado, sordo, terco, decían que inteligente, y muy buena gente, vivió en La Peña, mi terruño, hasta que el Omnipotente lo llamó a rendir cuentas. En alguna ocasión su radio de 12 bandas, en el que por las noches, rodeado […]

Visión  Universal

Por: Luis Mendoza Sierra
‘Chicotoño’, un negro guajiro, camaronero, si no estoy mal, delgado, sordo, terco, decían que inteligente, y muy buena gente, vivió en La Peña, mi terruño, hasta que el Omnipotente lo llamó a rendir cuentas. En alguna ocasión su radio de 12 bandas, en el que por las noches, rodeado de muchachos que curioseábamos el sonido de  la cajita mágica, sintonizaba emisoras antillanas y cubanas, presentó una falla técnica sin remedio.
Días después, sin encenderlo aún, con varias partes a las que no les encontró lugar para instalarlas, al final de una jornada extenuante como radiotécnico, de lo cual sabía lo que se yo de astronomía, exclamó al oído de su mujer, en rancio tono y dialecto riohacheros: ¡ah Juana, que iba a prendé, si a este aparato le sobraban pieza!
Lejos de la sociedad del conocimiento de hoy, ‘Chicotoño’ había llevado un avance tecnológico sorprendente a nuestra comarca, caracterizada por el atraso, la rudeza del trabajo, la ignorancia y la inocencia de la gente, en donde la máxima de los papás de entonces se enmarcaba en una filosofía del trabajo que menospreciaba a la educación como fuente de crecimiento económico, personal e intelectual.
“Yo no estudié y mejor no puedo está”, decía alguien muy cercano a mí cuando yo le expresaba mis deseos de incursionar en estudios de bachillerato. Era el mismo que en la ocasión en que compró un reloj de pulso, levantaba la mirada hacia el cielo y de acuerdo con la posición del sol, a la pregunta: “Señor ‘Chame’, ¿qué horas tiene?, respondía: “ya es tarde” o, simplemente, “todavía es temprano”.
Hoy como ayer, la incapacidad de la gente para manejar, utilizar y explotar las nuevas tecnologías es, ni más ni menos, analfabetismo. Aclaro, no analfabetismo clásico, que se traduce en no saber leer ni escribir o en conocer sólo alguna de las cuatro operaciones matemáticas. Para desgracia de la humanidad quien no renueva sus conocimientos tecnológicos, quien no se interesa por conocerlos ni mucho menos por utilizarlos, se vuelve analfabeta tecnológico, con el agravante de que las tecnologías avanzan a ritmos vertiginosos.
Los seres humanos de esta sociedad del conocimiento, no tenemos ninguna alternativa de crecimiento y desarrollo sino avanzamos promoviendo y aplicando conocimiento. Sólo así es posible mejorar la calidad de vida de la gente y evitamos el rezago que genera el avance de otras sociedades o regiones.
Si el conocimiento transforma al mundo, a la sociedad y a los Estados, a qué atribuimos el desgano visible del alcalde de Valledupar, Luis Fabián Fernández, y del gobernador del Cesar, Cristian Moreno, para mencionar sólo dos actores fundamentales y determinantes, en lo que ocurra en este sentido. Fue notable la ausencia de los dos mandatarios, quienes ni siquiera enviaron delegados suyos al evento promovido por la Universidad Popular del Cesar y su acucioso rector Raúl Maya Pabón, con Jaime Restrepo Cuartas, director del COLCIENCIAS. Tampoco vi a nadie de ellos al día siguiente, en el desayuno en el que fueron tratados interesantes asuntos relacionado con Ciencia, Tecnología e Innovación, componente en el que, tanto municipio como departamento, están moribundos.
COLCIENCIAS es la autoridad en CTI y lo seguirá siendo con más veras, si este componente ha sido definido por el gobierno como locomotora para la prosperidad, destinándole, al tiempo, el 10%  de las regalías. Vagaremos en la incertidumbre si no se despierta el interés sobre este tema, más complicado por el riesgo de no aplicar en las convocatorias de proyectos como ocurre hoy, en otros frentes de cofinanciación.
Un grupo de personas entre las que destaco a Faruk Urrutia, al concejal Leonardo Maya, Alberto Montoya Patiño, y Raúl Maya Pabón, le hemos pedido al doctor Restrepo Cuartas un trato excepcional para esta región, embestida por muchas plagas, a las que se suman la ignorancia tecnológica, la escasa investigación, la nula innovación y, por tanto, el riesgo inevitable de avanzar hacia un rezago profundo de nuestra economía y nuestro desarrollo, de consecuencias catastróficas para la sociedad, lo cual no se evita ni se resuelve con ladrillos, asfalto o cemento, sino desarrollando y aplicando conocimiento.
SABLAZO
Desnaturalizaron la cultura de nuestros arhuacos, en el gesto, obligado me imagino, no es espontáneo, de la indígena que posa en vallas de la Gobernación del Cesar. ¿Quién diablos ha dicho que este gesto del pulgar en señal de OK, u OKAY, anglicismo que ofende la libertad que ganaron los aborígenes después de tantos vejámenes, sea propio de esa cultura? Para mí es un gesto fuera de lugar y extraño a la inocencia indígena. El creativo que lo recomendó está mucho peor que la reciente canción de Farid Ortiz, en la que un bailarín: “brincó pa’ arriba”.
[email protected]

Columnista
29 noviembre, 2010

Amenazados por talento

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Luis Mendoza S.

Visión  Universal Por: Luis Mendoza Sierra ‘Chicotoño’, un negro guajiro, camaronero, si no estoy mal, delgado, sordo, terco, decían que inteligente, y muy buena gente, vivió en La Peña, mi terruño, hasta que el Omnipotente lo llamó a rendir cuentas. En alguna ocasión su radio de 12 bandas, en el que por las noches, rodeado […]


Visión  Universal

Por: Luis Mendoza Sierra
‘Chicotoño’, un negro guajiro, camaronero, si no estoy mal, delgado, sordo, terco, decían que inteligente, y muy buena gente, vivió en La Peña, mi terruño, hasta que el Omnipotente lo llamó a rendir cuentas. En alguna ocasión su radio de 12 bandas, en el que por las noches, rodeado de muchachos que curioseábamos el sonido de  la cajita mágica, sintonizaba emisoras antillanas y cubanas, presentó una falla técnica sin remedio.
Días después, sin encenderlo aún, con varias partes a las que no les encontró lugar para instalarlas, al final de una jornada extenuante como radiotécnico, de lo cual sabía lo que se yo de astronomía, exclamó al oído de su mujer, en rancio tono y dialecto riohacheros: ¡ah Juana, que iba a prendé, si a este aparato le sobraban pieza!
Lejos de la sociedad del conocimiento de hoy, ‘Chicotoño’ había llevado un avance tecnológico sorprendente a nuestra comarca, caracterizada por el atraso, la rudeza del trabajo, la ignorancia y la inocencia de la gente, en donde la máxima de los papás de entonces se enmarcaba en una filosofía del trabajo que menospreciaba a la educación como fuente de crecimiento económico, personal e intelectual.
“Yo no estudié y mejor no puedo está”, decía alguien muy cercano a mí cuando yo le expresaba mis deseos de incursionar en estudios de bachillerato. Era el mismo que en la ocasión en que compró un reloj de pulso, levantaba la mirada hacia el cielo y de acuerdo con la posición del sol, a la pregunta: “Señor ‘Chame’, ¿qué horas tiene?, respondía: “ya es tarde” o, simplemente, “todavía es temprano”.
Hoy como ayer, la incapacidad de la gente para manejar, utilizar y explotar las nuevas tecnologías es, ni más ni menos, analfabetismo. Aclaro, no analfabetismo clásico, que se traduce en no saber leer ni escribir o en conocer sólo alguna de las cuatro operaciones matemáticas. Para desgracia de la humanidad quien no renueva sus conocimientos tecnológicos, quien no se interesa por conocerlos ni mucho menos por utilizarlos, se vuelve analfabeta tecnológico, con el agravante de que las tecnologías avanzan a ritmos vertiginosos.
Los seres humanos de esta sociedad del conocimiento, no tenemos ninguna alternativa de crecimiento y desarrollo sino avanzamos promoviendo y aplicando conocimiento. Sólo así es posible mejorar la calidad de vida de la gente y evitamos el rezago que genera el avance de otras sociedades o regiones.
Si el conocimiento transforma al mundo, a la sociedad y a los Estados, a qué atribuimos el desgano visible del alcalde de Valledupar, Luis Fabián Fernández, y del gobernador del Cesar, Cristian Moreno, para mencionar sólo dos actores fundamentales y determinantes, en lo que ocurra en este sentido. Fue notable la ausencia de los dos mandatarios, quienes ni siquiera enviaron delegados suyos al evento promovido por la Universidad Popular del Cesar y su acucioso rector Raúl Maya Pabón, con Jaime Restrepo Cuartas, director del COLCIENCIAS. Tampoco vi a nadie de ellos al día siguiente, en el desayuno en el que fueron tratados interesantes asuntos relacionado con Ciencia, Tecnología e Innovación, componente en el que, tanto municipio como departamento, están moribundos.
COLCIENCIAS es la autoridad en CTI y lo seguirá siendo con más veras, si este componente ha sido definido por el gobierno como locomotora para la prosperidad, destinándole, al tiempo, el 10%  de las regalías. Vagaremos en la incertidumbre si no se despierta el interés sobre este tema, más complicado por el riesgo de no aplicar en las convocatorias de proyectos como ocurre hoy, en otros frentes de cofinanciación.
Un grupo de personas entre las que destaco a Faruk Urrutia, al concejal Leonardo Maya, Alberto Montoya Patiño, y Raúl Maya Pabón, le hemos pedido al doctor Restrepo Cuartas un trato excepcional para esta región, embestida por muchas plagas, a las que se suman la ignorancia tecnológica, la escasa investigación, la nula innovación y, por tanto, el riesgo inevitable de avanzar hacia un rezago profundo de nuestra economía y nuestro desarrollo, de consecuencias catastróficas para la sociedad, lo cual no se evita ni se resuelve con ladrillos, asfalto o cemento, sino desarrollando y aplicando conocimiento.
SABLAZO
Desnaturalizaron la cultura de nuestros arhuacos, en el gesto, obligado me imagino, no es espontáneo, de la indígena que posa en vallas de la Gobernación del Cesar. ¿Quién diablos ha dicho que este gesto del pulgar en señal de OK, u OKAY, anglicismo que ofende la libertad que ganaron los aborígenes después de tantos vejámenes, sea propio de esa cultura? Para mí es un gesto fuera de lugar y extraño a la inocencia indígena. El creativo que lo recomendó está mucho peor que la reciente canción de Farid Ortiz, en la que un bailarín: “brincó pa’ arriba”.
[email protected]