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Columnista - 1 septiembre, 2019

Amenaza anunciada

Contundente Iván Duque: “…no estamos ante el nacimiento de una nueva guerrilla, sino frente a las amenazas criminales de una banda de narcoterroristas (…) Quienes escojan la criminalidad, sufrirán todo el peso de la Ley”. Horas antes, Márquez hacía el anuncio del “comienzo de la segunda Marquetalia”, el regreso al monte y a las armas […]

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Contundente Iván Duque: “…no estamos ante el nacimiento de una nueva guerrilla, sino frente a las amenazas criminales de una banda de narcoterroristas (…) Quienes escojan la criminalidad, sufrirán todo el peso de la Ley”.

Horas antes, Márquez hacía el anuncio del “comienzo de la segunda Marquetalia”, el regreso al monte y a las armas para luchar contra “la oligarquía excluyente y corrupta, mafiosa y violenta”, empezando con “la instalación en el Palacio de Nariño de un Nuevo Gobierno colocado allí por una gran coalición de fuerzas de la vida, de justicia social y democracia, que convoque a un nuevo diálogo de paz”

Hasta sus excompañeros lo calificaron de “delirante”, por su tono de cinismo y amenaza. Un asesino acusando de violencia, un mafioso acusando a otros de mafiosos; un reclutador de niños, extorsionista y secuestrador hablando de justicia y democracia; un traidor a su Acuerdo exigiendo nuevos diálogos. ¡Delirante!

La izquierda y el centro-santismo, perplejos, se limitan al rechazo protocolario, a la mentira estigmatizante -el Gobierno y el CD están de fiesta- y a echarles a ambos la culpa, al punto que un irresponsable santista afirmó que “Iván Duque y Álvaro Uribe son los máximos responsables de la nueva guerrilla”. ¡Delirante!

¡Faltaba más! Márquez y Santrich, a quienes Maduro enalteció como “gestores de paz”, lo que gestionaban era negocios ilícitos. Márquez voló cuando su sobrino prendió el ventilador, y el cínico Santrich aprovechó la impunidad de la JEP y se burló de la Corte Suprema y el Congreso, ante la impotencia del Gobierno, convencido de su condición mafiosa, pero atado a su respeto por las instituciones.
¿Conclusiones?

Primero: Era predecible, lo cual acentúa la responsabilidad de la JEP y de la Suprema. El paisa se voló en abril de 2018. En enero de 2019, Márquez publicó un video que es un avance de su proclama, y por si fuera poco, la justicia de Estados Unidos tenía pruebas contundentes de los delitos de Santrich después de la firma del Acuerdo, y aun así lo dejaron volar.

Segundo: Confirma el engaño de las Farc en las negociaciones, que solo estaban preocupadas por: 1) Total impunidad; 2) Socializar su culpa para no reparar a las víctimas y, en cambio, juzgar a sus enemigos históricos en la JEP; 3) Lavar sus inmensos recursos; y 4) Mantener abierta la puerta de la ilegalidad. Por eso no entregaron todas las armas ni todas sus riquezas, y conservaron “sus negocios” a través de las disidencias.

Tercero: Mientras Maduro era garante del proceso, también lo era de proteger el negocio de sus socios: el narcotráfico que hoy sostiene su dictadura corrupta.

Cuarto: No se puede sobrestimar a estos delincuentes, pero tampoco subestimarlos. Son una amenaza.
Nota Bene: Mientras tanto, el Nobel busca impunidad en la Comisión de Acusaciones, cambiando de investigador a su antojo.

Columnista
1 septiembre, 2019

Amenaza anunciada

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
José Félix Lafaurie Rivera

Contundente Iván Duque: “…no estamos ante el nacimiento de una nueva guerrilla, sino frente a las amenazas criminales de una banda de narcoterroristas (…) Quienes escojan la criminalidad, sufrirán todo el peso de la Ley”. Horas antes, Márquez hacía el anuncio del “comienzo de la segunda Marquetalia”, el regreso al monte y a las armas […]


Contundente Iván Duque: “…no estamos ante el nacimiento de una nueva guerrilla, sino frente a las amenazas criminales de una banda de narcoterroristas (…) Quienes escojan la criminalidad, sufrirán todo el peso de la Ley”.

Horas antes, Márquez hacía el anuncio del “comienzo de la segunda Marquetalia”, el regreso al monte y a las armas para luchar contra “la oligarquía excluyente y corrupta, mafiosa y violenta”, empezando con “la instalación en el Palacio de Nariño de un Nuevo Gobierno colocado allí por una gran coalición de fuerzas de la vida, de justicia social y democracia, que convoque a un nuevo diálogo de paz”

Hasta sus excompañeros lo calificaron de “delirante”, por su tono de cinismo y amenaza. Un asesino acusando de violencia, un mafioso acusando a otros de mafiosos; un reclutador de niños, extorsionista y secuestrador hablando de justicia y democracia; un traidor a su Acuerdo exigiendo nuevos diálogos. ¡Delirante!

La izquierda y el centro-santismo, perplejos, se limitan al rechazo protocolario, a la mentira estigmatizante -el Gobierno y el CD están de fiesta- y a echarles a ambos la culpa, al punto que un irresponsable santista afirmó que “Iván Duque y Álvaro Uribe son los máximos responsables de la nueva guerrilla”. ¡Delirante!

¡Faltaba más! Márquez y Santrich, a quienes Maduro enalteció como “gestores de paz”, lo que gestionaban era negocios ilícitos. Márquez voló cuando su sobrino prendió el ventilador, y el cínico Santrich aprovechó la impunidad de la JEP y se burló de la Corte Suprema y el Congreso, ante la impotencia del Gobierno, convencido de su condición mafiosa, pero atado a su respeto por las instituciones.
¿Conclusiones?

Primero: Era predecible, lo cual acentúa la responsabilidad de la JEP y de la Suprema. El paisa se voló en abril de 2018. En enero de 2019, Márquez publicó un video que es un avance de su proclama, y por si fuera poco, la justicia de Estados Unidos tenía pruebas contundentes de los delitos de Santrich después de la firma del Acuerdo, y aun así lo dejaron volar.

Segundo: Confirma el engaño de las Farc en las negociaciones, que solo estaban preocupadas por: 1) Total impunidad; 2) Socializar su culpa para no reparar a las víctimas y, en cambio, juzgar a sus enemigos históricos en la JEP; 3) Lavar sus inmensos recursos; y 4) Mantener abierta la puerta de la ilegalidad. Por eso no entregaron todas las armas ni todas sus riquezas, y conservaron “sus negocios” a través de las disidencias.

Tercero: Mientras Maduro era garante del proceso, también lo era de proteger el negocio de sus socios: el narcotráfico que hoy sostiene su dictadura corrupta.

Cuarto: No se puede sobrestimar a estos delincuentes, pero tampoco subestimarlos. Son una amenaza.
Nota Bene: Mientras tanto, el Nobel busca impunidad en la Comisión de Acusaciones, cambiando de investigador a su antojo.