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Las huellas de los 'falsos positivos' - 23 julio, 2022

Álvaro Piña, el resultado de una masacre con camuflaje de combate

El ciudadano de 50 años de edad, natural de Barranquilla, hace parte de las 127 víctimas que dejó el Batallón La Popa entre los años 2002 y 2005. 

  Álvaro Piña, víctima.  FOTO DE JOAQUÍN RAMÍREZ.
Álvaro Piña, víctima. FOTO DE JOAQUÍN RAMÍREZ.

El camino que Álvaro Adolfo Piña Londoño emprendió en busca de un futuro mejor lo condujo a la muerte. En Barranquilla era un ciudadano del común que subsistía como taxista y otras veces como pintor de automotor.   

Pero a inicio del año 2005, al parecer, una propuesta de trabajo surgió. Un soldado lo contactó con la idea de acompañar y asistir al Ejército de la Décima Brigada Blindada del departamento del Cesar.

Al aceptar, Piña Londoño junto con Carlos Mario Carmona Ortiz y otra persona fueron trasladados desde la capital del Atlántico a zona rural del municipio de Agustín Codazzi por el soldado Alex José Mercado Sierra.

Cuando llegaron se encontraron con el pelotón Albardón 1 al mando del militar Víctor Adolfo Cuéllar Quirá quien de inmediato comenzó a impartir órdenes.

Cuéllar Quirá (…) ordenó al grupo dividirse en dos, unos montaron seguridad y otros avanzaron con las víctimas en un supuesto patrullaje hasta llegar a una trocha”, reza un auto expedido por la Jurisdicción Especial para la Paz, JEP. Una vez allí a Álvaro Piña y a los demás todo comenzó a parecerles extraño, por lo que sospecharon que los iban a matar. Los tres comenzaron a correr y varios soldados abrieron fuego para simular un combate.

Los hombres puestos como ‘presa de cañón’ fallecieron de manera inmediata y sus cuerpos quedaron tendidos en un área aledaña al corregimiento de Casacará. Estaban vestidos de civiles, por lo que los soldados procedieron a cambiarlos con camuflados para presentarlos como integrantes de las filas del ELN y las Farc en el Cesar.

La diligencia de levantamiento de cadáver fue adelantada por la Justicia Penal Militar y posteriormente los cuerpos fueron remitidos como personas no identificadas al Instituto Nacional de Medicina Legal. El falso resultado operativo lo entregó el grupo de operaciones Esplendor del Batallón de Artillería Nº 2 La Popa ante el coronel Juan Carlos Figueroa Suárez, entonces comandante.

EL PILÓN registró la noticia cuando confirmaron la identificación de dos de las víctimas. 

LA ZOZOBRA

Durante ese tiempo, la familia de Álvaro Adolfo Piña Londoño lo dio por desaparecido en el mes de febrero de 2005, y solo hasta el mes de noviembre de ese mismo año fue identificado por sus familiares. Por su parte, Carlos Mario Carmona Ortiz fue identificado en diciembre de 2011 y la tercera víctima continúa hoy sin identificar.

La confirmación de las identificaciones, el Instituto de Medicina Legal las informó a la prensa junto con cinco personas más que para la época se encontraban en la morgue tras morir en Codazzi.  La noticia fue registrada en el diario EL PILÓN.

El exmilitar Alex José Mercado Sierra.

LA CERTEZA

En las investigaciones por las muertes de las víctimas: Álvaro Adolfo Piña Londoño, de 50 años de edad, Carlos Mario Carmona Ortiz, de 24 años de edad, y la persona no identificada, varios militares reconocieron el hecho en la JEP.

Entre esos están Adolfo Cuellar Quirá, Harold Clausen Muñoz, Yeris Gómez Coronel, Jairo Cañaveral Cano y Alex José Mercado Sierra. Este último afronta un proceso ante la JEP por los asesinatos y desapariciones forzadas.

No le puedo negar al pueblo que lo hacía porque no sabía. En ese tiempo lo hacía por una persona ignorante, que, por un premio, un arroz chino, un permiso de un mes, por el ego de llegar al Batallón, darle el gusto a un coronel de que mantuviera el batallón en los primeros lugares”, afirmó Mercado.  

Explicó, además, que durante su paso en el batallón tuvo la tarea de reclutar víctimas por el cambio de la dinámica de las ejecuciones extrajudiciales, puesto que había aires del proceso de paz entre el Gobierno y los paramilitares, quienes facilitaban los resultados.   

El patrón de selección, según lo investigado, fue reiterativo para alcanzar los incentivos presentados por el Gobierno nacional.

La búsqueda de las víctimas en lugares distantes al área de operación y su asesinato en lugares donde nadie las conociera o pudiera dar cuenta de su desaparición denota un nivel de planeación complejo. Por lo demás, la selección de las víctimas según su condición de vulnerabilidad evidencia el grado de deshumanización y crueldad alcanzado. Los partícipes de estos hechos y, especialmente, quienes contactaron de primera mano a las víctimas se aprovecharon de su necesidad para ganar su confianza y ofrecerles una falsa oportunidad para generar ingresos”, puntualizó el auto de la JEP.

No obstante, esa posible verdad todavía resulta insuficiente para la familia de Álvaro Piña. Su hija Laura Piña reprochó que el máximo coronel de la época, Juan Carlos Figueroa Suárez, no respondiera a las víctimas.

Me duele inmensamente ver a mi país bañado en sangre, me duele ver a hijos, como yo, crecer sin sus padres y que luego a través de versiones y recuerdos casi difusos nos toque reconstruir el perfil y aceptar que no estará para mí”, afirmó Laura Piña.

Marllelys Salinas / EL PILÓN 

[email protected] 

Las huellas de los 'falsos positivos'
23 julio, 2022

Álvaro Piña, el resultado de una masacre con camuflaje de combate

El ciudadano de 50 años de edad, natural de Barranquilla, hace parte de las 127 víctimas que dejó el Batallón La Popa entre los años 2002 y 2005. 


  Álvaro Piña, víctima.  FOTO DE JOAQUÍN RAMÍREZ.
Álvaro Piña, víctima. FOTO DE JOAQUÍN RAMÍREZ.

El camino que Álvaro Adolfo Piña Londoño emprendió en busca de un futuro mejor lo condujo a la muerte. En Barranquilla era un ciudadano del común que subsistía como taxista y otras veces como pintor de automotor.   

Pero a inicio del año 2005, al parecer, una propuesta de trabajo surgió. Un soldado lo contactó con la idea de acompañar y asistir al Ejército de la Décima Brigada Blindada del departamento del Cesar.

Al aceptar, Piña Londoño junto con Carlos Mario Carmona Ortiz y otra persona fueron trasladados desde la capital del Atlántico a zona rural del municipio de Agustín Codazzi por el soldado Alex José Mercado Sierra.

Cuando llegaron se encontraron con el pelotón Albardón 1 al mando del militar Víctor Adolfo Cuéllar Quirá quien de inmediato comenzó a impartir órdenes.

Cuéllar Quirá (…) ordenó al grupo dividirse en dos, unos montaron seguridad y otros avanzaron con las víctimas en un supuesto patrullaje hasta llegar a una trocha”, reza un auto expedido por la Jurisdicción Especial para la Paz, JEP. Una vez allí a Álvaro Piña y a los demás todo comenzó a parecerles extraño, por lo que sospecharon que los iban a matar. Los tres comenzaron a correr y varios soldados abrieron fuego para simular un combate.

Los hombres puestos como ‘presa de cañón’ fallecieron de manera inmediata y sus cuerpos quedaron tendidos en un área aledaña al corregimiento de Casacará. Estaban vestidos de civiles, por lo que los soldados procedieron a cambiarlos con camuflados para presentarlos como integrantes de las filas del ELN y las Farc en el Cesar.

La diligencia de levantamiento de cadáver fue adelantada por la Justicia Penal Militar y posteriormente los cuerpos fueron remitidos como personas no identificadas al Instituto Nacional de Medicina Legal. El falso resultado operativo lo entregó el grupo de operaciones Esplendor del Batallón de Artillería Nº 2 La Popa ante el coronel Juan Carlos Figueroa Suárez, entonces comandante.

EL PILÓN registró la noticia cuando confirmaron la identificación de dos de las víctimas. 

LA ZOZOBRA

Durante ese tiempo, la familia de Álvaro Adolfo Piña Londoño lo dio por desaparecido en el mes de febrero de 2005, y solo hasta el mes de noviembre de ese mismo año fue identificado por sus familiares. Por su parte, Carlos Mario Carmona Ortiz fue identificado en diciembre de 2011 y la tercera víctima continúa hoy sin identificar.

La confirmación de las identificaciones, el Instituto de Medicina Legal las informó a la prensa junto con cinco personas más que para la época se encontraban en la morgue tras morir en Codazzi.  La noticia fue registrada en el diario EL PILÓN.

El exmilitar Alex José Mercado Sierra.

LA CERTEZA

En las investigaciones por las muertes de las víctimas: Álvaro Adolfo Piña Londoño, de 50 años de edad, Carlos Mario Carmona Ortiz, de 24 años de edad, y la persona no identificada, varios militares reconocieron el hecho en la JEP.

Entre esos están Adolfo Cuellar Quirá, Harold Clausen Muñoz, Yeris Gómez Coronel, Jairo Cañaveral Cano y Alex José Mercado Sierra. Este último afronta un proceso ante la JEP por los asesinatos y desapariciones forzadas.

No le puedo negar al pueblo que lo hacía porque no sabía. En ese tiempo lo hacía por una persona ignorante, que, por un premio, un arroz chino, un permiso de un mes, por el ego de llegar al Batallón, darle el gusto a un coronel de que mantuviera el batallón en los primeros lugares”, afirmó Mercado.  

Explicó, además, que durante su paso en el batallón tuvo la tarea de reclutar víctimas por el cambio de la dinámica de las ejecuciones extrajudiciales, puesto que había aires del proceso de paz entre el Gobierno y los paramilitares, quienes facilitaban los resultados.   

El patrón de selección, según lo investigado, fue reiterativo para alcanzar los incentivos presentados por el Gobierno nacional.

La búsqueda de las víctimas en lugares distantes al área de operación y su asesinato en lugares donde nadie las conociera o pudiera dar cuenta de su desaparición denota un nivel de planeación complejo. Por lo demás, la selección de las víctimas según su condición de vulnerabilidad evidencia el grado de deshumanización y crueldad alcanzado. Los partícipes de estos hechos y, especialmente, quienes contactaron de primera mano a las víctimas se aprovecharon de su necesidad para ganar su confianza y ofrecerles una falsa oportunidad para generar ingresos”, puntualizó el auto de la JEP.

No obstante, esa posible verdad todavía resulta insuficiente para la familia de Álvaro Piña. Su hija Laura Piña reprochó que el máximo coronel de la época, Juan Carlos Figueroa Suárez, no respondiera a las víctimas.

Me duele inmensamente ver a mi país bañado en sangre, me duele ver a hijos, como yo, crecer sin sus padres y que luego a través de versiones y recuerdos casi difusos nos toque reconstruir el perfil y aceptar que no estará para mí”, afirmó Laura Piña.

Marllelys Salinas / EL PILÓN 

[email protected]