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Columnista - 30 agosto, 2014

Alias Popeye

El prontuario delictivo de Jhon Jairo Velásquez Vásquez, alias “Popeye” comprende los siguientes delitos: Concierto para delinquir, homicidio, (300 asesinatos cometidos directamente y la participación en otros 3000) lesiones personales, secuestro agravado, porte ilegal de armas, homicidio agravado y hurto calificado, por todos ellos, fue condenado a 30 años de prisión. Sometido a unas condiciones […]

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El prontuario delictivo de Jhon Jairo Velásquez Vásquez, alias “Popeye” comprende los siguientes delitos: Concierto para delinquir, homicidio, (300 asesinatos cometidos directamente y la participación en otros 3000) lesiones personales, secuestro agravado, porte ilegal de armas, homicidio agravado y hurto calificado, por todos ellos, fue condenado a 30 años de prisión.

Sometido a unas condiciones legales y bajo un fuerte dispositivo de seguridad, el 26 de agosto recobró la libertad, luego de cumplir las tres quintas partes de su condena y obtuvo rebajas por estudio y trabajo en prisión. Este episodio fue noticia nacional, generó consternación, en especial, por los familiares de las víctimas de Popeye, cuesta admitirlo, pero todo el proceso fue desarrollado en torno al marco legal de nuestra justicia.

La noticia sobre la libertad del lugarteniente de Pablo Escobar, estuvo precedida por las declaraciones del “hacker” Andres Sepúlveda, integrante de la campaña presidencial de Oscar Iván Zuluaga. Durante su estadía en prisión, siempre hubo rumores sobre atentados contra Popeye, el mismo caso acontece contra el hacker; ¿Cuáles serán las razones? ¿Conocerán secretos? En caso de ostentar secretos lo más sencillo seria eliminarlos, sin embargo, en la amalgama criminal la información privilegiada no recae en un solo elemento, tampoco, la descrita en medios informáticos y se constituye en fuente para crear “chivos expiatorios”

El país se conmociona por la “laxitud de la justicia” probablemente con razón, pero es menester resaltar que la justicia no falla cuando resuelve situaciones en medio de sus reglas, si no, cuando es incapaz de descubrir y revelar la verdad. Y la ciudadanía generalmente se estaciona en el debate sobre los fallos de la justicia, logra polarizarse y cuestionarse en cuanto al perdón, ciertamente, no es fácil hacerlo con ningún victimario y menos con uno de la talla de alias “Popeye”, no obstante, este caso particular se aproxima a la realidad del país en lo relacionado con el proceso de paz, y sirve de rasero para determinar qué tan preparado estamos para perdonar y la importancia de la verdad y reparación a las víctimas.

La libertad de “Popeye” circunscribe una deplorable coincidencia, porque acontece luego de que se conmemoraran 25 años del magnicidio de Luis Carlos Galán, un cuarto de siglo ha trascurrido y el país aún no conoce la verdad, lamentablemente, no la conocerá, 23 años sirven de pretexto para sepultar la connivencia entre “sectores políticos y el poder oscuro y criminal del narcotráfico”, que denunció Galán en la década del 80; no obstante, vigentes y con capacidad de coadministración y financiación por parte de la Farcpolítica, Parapolítica y por los efectos perennes de la corrupción.

 

Columnista
30 agosto, 2014

Alias Popeye

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Luis Elquis Diaz

El prontuario delictivo de Jhon Jairo Velásquez Vásquez, alias “Popeye” comprende los siguientes delitos: Concierto para delinquir, homicidio, (300 asesinatos cometidos directamente y la participación en otros 3000) lesiones personales, secuestro agravado, porte ilegal de armas, homicidio agravado y hurto calificado, por todos ellos, fue condenado a 30 años de prisión. Sometido a unas condiciones […]


El prontuario delictivo de Jhon Jairo Velásquez Vásquez, alias “Popeye” comprende los siguientes delitos: Concierto para delinquir, homicidio, (300 asesinatos cometidos directamente y la participación en otros 3000) lesiones personales, secuestro agravado, porte ilegal de armas, homicidio agravado y hurto calificado, por todos ellos, fue condenado a 30 años de prisión.

Sometido a unas condiciones legales y bajo un fuerte dispositivo de seguridad, el 26 de agosto recobró la libertad, luego de cumplir las tres quintas partes de su condena y obtuvo rebajas por estudio y trabajo en prisión. Este episodio fue noticia nacional, generó consternación, en especial, por los familiares de las víctimas de Popeye, cuesta admitirlo, pero todo el proceso fue desarrollado en torno al marco legal de nuestra justicia.

La noticia sobre la libertad del lugarteniente de Pablo Escobar, estuvo precedida por las declaraciones del “hacker” Andres Sepúlveda, integrante de la campaña presidencial de Oscar Iván Zuluaga. Durante su estadía en prisión, siempre hubo rumores sobre atentados contra Popeye, el mismo caso acontece contra el hacker; ¿Cuáles serán las razones? ¿Conocerán secretos? En caso de ostentar secretos lo más sencillo seria eliminarlos, sin embargo, en la amalgama criminal la información privilegiada no recae en un solo elemento, tampoco, la descrita en medios informáticos y se constituye en fuente para crear “chivos expiatorios”

El país se conmociona por la “laxitud de la justicia” probablemente con razón, pero es menester resaltar que la justicia no falla cuando resuelve situaciones en medio de sus reglas, si no, cuando es incapaz de descubrir y revelar la verdad. Y la ciudadanía generalmente se estaciona en el debate sobre los fallos de la justicia, logra polarizarse y cuestionarse en cuanto al perdón, ciertamente, no es fácil hacerlo con ningún victimario y menos con uno de la talla de alias “Popeye”, no obstante, este caso particular se aproxima a la realidad del país en lo relacionado con el proceso de paz, y sirve de rasero para determinar qué tan preparado estamos para perdonar y la importancia de la verdad y reparación a las víctimas.

La libertad de “Popeye” circunscribe una deplorable coincidencia, porque acontece luego de que se conmemoraran 25 años del magnicidio de Luis Carlos Galán, un cuarto de siglo ha trascurrido y el país aún no conoce la verdad, lamentablemente, no la conocerá, 23 años sirven de pretexto para sepultar la connivencia entre “sectores políticos y el poder oscuro y criminal del narcotráfico”, que denunció Galán en la década del 80; no obstante, vigentes y con capacidad de coadministración y financiación por parte de la Farcpolítica, Parapolítica y por los efectos perennes de la corrupción.