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Editorial - 13 octubre, 2011

Algunas reflexiones sobre la semana de receso escolar

Colombia es un país muy original; nos inventamos los famosos lunes festivos y los convertimos en uno de lo símbolos de nuestra identidad. Aprobamos impuestos con el carácter de temporal, como el famoso dos por mil y ahora va en el cuatro por mil y se quedó permanente. Ahora, desde hace algunos pocos años, nos […]

Colombia es un país muy original; nos inventamos los famosos lunes festivos y los convertimos en uno de lo símbolos de nuestra identidad. Aprobamos impuestos con el carácter de temporal, como el famoso dos por mil y ahora va en el cuatro por mil y se quedó permanente. Ahora, desde hace algunos pocos años, nos inventamos la famosa semana de receso escolar, en octubre, sin ninguna justificación razonable y ahí está.

Hoy queremos referirnos, nuevamente,  a un  tema puntual que incide en la calidad de la educación en Colombia. Es el tema del tiempo, es decir la intensidad de horas diarias, semanales, mensuales y anuales que los estudiantes destinan – efectivamente- a estudiar, tanto dentro como fuera del aula de clases; como se supone que deben hacerlo, teniendo en cuenta las últimas metodologías pedagógicas.

No se justifica que el país se de el lujo de paralizar clases durante seis días (cinco de lunes a viernes y el próximo lunes que es festivo- por el traslado del 12 de octubre, día de la raza), sólo por el prurito de complacer el sector turístico, que gestionó la bendita semana ante el anterior Presidente, Álvaro Uribe Vélez.
La bendita semana se ha convertido en un verdadero problema para los padres de familia. En primer lugar, no tiene ninguna relación con las vacaciones de empresas privadas y públicas. En segundo término, los muchachos se quedan sólo en las casas y en las calles, sin una adecuada utilización de su tiempo libre.

Ojalá el propio Ministerio de Educación Nacional, y las Secretarías de Educación, se tomaran la molestia de explicar a los padres de familia y a los mismos muchachos, la razón de la susodicha semana; tarea que no realizó el Congreso de la República, cuando aprobó su establecimiento.

La justificación que dan los expertos del Ministerio de Educación Nacional, y así lo apoyan algunos profesores, es que la intensidad horaria y los días de clases es mayor en el segundo semestre, y que – por lo tanto- se requiere un descanso para que el alumno vuelva con nuevos bríos.

Eso dice la teoría; en la práctica, lo que sucede es que los muchachos se quedan sólo en sus casas y dedican ese tiempo a jugar en las calles, con todo el peligro que esto conlleva, o a ver televisión, dedicarse a los videojuegos o a la internet, sin control de ningún adulto en la gran mayoría de los casos.

Colombia es un país excesivamente festivo, como lo son la gran mayoría de las naciones de América Latina. Celebramos los carnavales, luego viene la Semana Santa, fiesta religiosa católica universal, en nuestro caso el Festival de la Leyenda Vallenata, en Valledupar, y posteriormente las vacaciones de mitad de año.

Pero, además, están el día de los niños, el día del maestro, del amor y la amistad, el 20 de julio, 7 de agosto, y los famosos puentes “Emiliani”, en honor a su autor el ex Senador por Bolívar, Raimundo Emiliani Román, el 7 de diciembre y la navidad. Esto sin contar, en el caso del sector público, los días que muchas veces quedan sin clases los alumnos por los paros de los maestros.

Sería conveniente que Colombia hiciera una revisión a fondo de las horas de clase que, en serio, ven sus alumnos, en los distintos grados, y la comparara con la de los países que si tienen buenos resultados en las pruebas escolares internacionales, en las cuales al país no le ha ido bien en los últimos años. Sólo a partir de esa información se podría determinar si se justifica la famosa semana de receso escolar de octubre, a la cual hoy se oponen, con mucha razón, muchos padres de familia y profesores que reconocen su inutilidad.

Ahora bien, si la idea es un periodo de vacaciones se podría analizar una alternativa y es que los Colegios, a través de convenios con las Cajas de Compensación Familiar, los hoteles y con la colaboración de las empresas, pudieran realizar jornadas de vacaciones creativas, en las cuales pudieran estar presente los padres de familia. Con lo que no estamos de acuerdo es con lo que hoy existe, ya que estamos convencidos de que como están las cosas no están funcionando bien.  En Colombia se pierde mucho tiempo de clases, tiempo que es valioso e irrecuperable, la mayoría de las veces, en la formación del estudiante. Reiteramos, ¿Así, como podemos hablar de mejorar la calidad de la educación en el país?-.

Editorial
13 octubre, 2011

Algunas reflexiones sobre la semana de receso escolar

Colombia es un país muy original; nos inventamos los famosos lunes festivos y los convertimos en uno de lo símbolos de nuestra identidad. Aprobamos impuestos con el carácter de temporal, como el famoso dos por mil y ahora va en el cuatro por mil y se quedó permanente. Ahora, desde hace algunos pocos años, nos […]


Colombia es un país muy original; nos inventamos los famosos lunes festivos y los convertimos en uno de lo símbolos de nuestra identidad. Aprobamos impuestos con el carácter de temporal, como el famoso dos por mil y ahora va en el cuatro por mil y se quedó permanente. Ahora, desde hace algunos pocos años, nos inventamos la famosa semana de receso escolar, en octubre, sin ninguna justificación razonable y ahí está.

Hoy queremos referirnos, nuevamente,  a un  tema puntual que incide en la calidad de la educación en Colombia. Es el tema del tiempo, es decir la intensidad de horas diarias, semanales, mensuales y anuales que los estudiantes destinan – efectivamente- a estudiar, tanto dentro como fuera del aula de clases; como se supone que deben hacerlo, teniendo en cuenta las últimas metodologías pedagógicas.

No se justifica que el país se de el lujo de paralizar clases durante seis días (cinco de lunes a viernes y el próximo lunes que es festivo- por el traslado del 12 de octubre, día de la raza), sólo por el prurito de complacer el sector turístico, que gestionó la bendita semana ante el anterior Presidente, Álvaro Uribe Vélez.
La bendita semana se ha convertido en un verdadero problema para los padres de familia. En primer lugar, no tiene ninguna relación con las vacaciones de empresas privadas y públicas. En segundo término, los muchachos se quedan sólo en las casas y en las calles, sin una adecuada utilización de su tiempo libre.

Ojalá el propio Ministerio de Educación Nacional, y las Secretarías de Educación, se tomaran la molestia de explicar a los padres de familia y a los mismos muchachos, la razón de la susodicha semana; tarea que no realizó el Congreso de la República, cuando aprobó su establecimiento.

La justificación que dan los expertos del Ministerio de Educación Nacional, y así lo apoyan algunos profesores, es que la intensidad horaria y los días de clases es mayor en el segundo semestre, y que – por lo tanto- se requiere un descanso para que el alumno vuelva con nuevos bríos.

Eso dice la teoría; en la práctica, lo que sucede es que los muchachos se quedan sólo en sus casas y dedican ese tiempo a jugar en las calles, con todo el peligro que esto conlleva, o a ver televisión, dedicarse a los videojuegos o a la internet, sin control de ningún adulto en la gran mayoría de los casos.

Colombia es un país excesivamente festivo, como lo son la gran mayoría de las naciones de América Latina. Celebramos los carnavales, luego viene la Semana Santa, fiesta religiosa católica universal, en nuestro caso el Festival de la Leyenda Vallenata, en Valledupar, y posteriormente las vacaciones de mitad de año.

Pero, además, están el día de los niños, el día del maestro, del amor y la amistad, el 20 de julio, 7 de agosto, y los famosos puentes “Emiliani”, en honor a su autor el ex Senador por Bolívar, Raimundo Emiliani Román, el 7 de diciembre y la navidad. Esto sin contar, en el caso del sector público, los días que muchas veces quedan sin clases los alumnos por los paros de los maestros.

Sería conveniente que Colombia hiciera una revisión a fondo de las horas de clase que, en serio, ven sus alumnos, en los distintos grados, y la comparara con la de los países que si tienen buenos resultados en las pruebas escolares internacionales, en las cuales al país no le ha ido bien en los últimos años. Sólo a partir de esa información se podría determinar si se justifica la famosa semana de receso escolar de octubre, a la cual hoy se oponen, con mucha razón, muchos padres de familia y profesores que reconocen su inutilidad.

Ahora bien, si la idea es un periodo de vacaciones se podría analizar una alternativa y es que los Colegios, a través de convenios con las Cajas de Compensación Familiar, los hoteles y con la colaboración de las empresas, pudieran realizar jornadas de vacaciones creativas, en las cuales pudieran estar presente los padres de familia. Con lo que no estamos de acuerdo es con lo que hoy existe, ya que estamos convencidos de que como están las cosas no están funcionando bien.  En Colombia se pierde mucho tiempo de clases, tiempo que es valioso e irrecuperable, la mayoría de las veces, en la formación del estudiante. Reiteramos, ¿Así, como podemos hablar de mejorar la calidad de la educación en el país?-.