En diciembre pasado, el alcalde “Tuto Uhía” presentó su informe de gestión como lo hacen todos los mandatarios a diferentes niveles: se llama rendición de cuentas. Por lo general, estos eventos no son más que un cumplido lleno de intenciones proselitistas para impulsar a un sucesor de sus aposentos. El eslogan de campaña electoral de […]
En diciembre pasado, el alcalde “Tuto Uhía” presentó su informe de gestión como lo hacen todos los mandatarios a diferentes niveles: se llama rendición de cuentas. Por lo general, estos eventos no son más que un cumplido lleno de intenciones proselitistas para impulsar a un sucesor de sus aposentos.
El eslogan de campaña electoral de “Tuto” se centró en un discurso teologal alrededor de la familia y en el concepto “avanzar” pero sin una ruta y metas específicas. Seguro que su familia avanzó, igual que sus financiadores y allegados. Pero, ¿avanzarían de igual forma el municipio y todas las familias vallenatas? A estos informes de cierre hay que recibirlos con beneficio de inventario y con lectura crítica de las realidades medibles.
Por lo general, los mandatarios son valorados solo por las obras de infraestructura, por lo que se ve, pero no todo esto es lo mejor, ni lo absolutamente necesario, ni lo suficiente, ni lo que produce mayor impacto en las condiciones sociales de los habitantes del ente territorial. Desde esta perspectiva, el informe del alcalde fue gaseoso pues no tocó lo cualitativo, que es algo que no se ve físicamente pero se siente, se percibe y trasciende a la sociedad.
Habló de muchos parques, eso está bien, estos contribuyen a la lúdica y a compartir vivencias. Pero uno no entiende por qué no habló de dos sectores fundamentales como son la educación y la salud, base de cualquier sociedad; aquí están los principales indicadores que miden el grado de desarrollo de los pueblos.
Estos son varios pero solo me ocuparé de algunos de ellos muy sensibles como la mortalidad materna (muertes por cada cien mil niños nacidos), la mortalidad infantil (muertes por mil niños menores de 1 año), la desnutrición de la niñez (% de niños menores de 5 años) y la tasa específica de fecundidad de niñas de 10 a 14 años (embarazos por cada mil niñas). Con estos comienza a construirse la salud pública. Además, ya debieran existir programas específicos para la juventud; Valledupar es una de las capitales con mayor índice de juventud; la mitad de la población, según el censo 2018, es menor de 20.5 años y el 9.75% es menor de 5 años, unos 48.000 niños.
La niñez y la juventud son determinantes en Valledupar. ¿Qué hizo el alcalde por estos sectores? No lo explicitó en su informe. Les cuento que Valledupar ciudad está a la zaga de las capitales de departamentos a la hora de medirnos.
Parto de la media de una serie histórica para las 23 ciudades más importantes, comprendida entre 2005 y 2015; en el país las estadísticas en salud las da SISPRO del Minsalud y siempre están atrasadas. P. ej., la tasa de mortalidad materna, TMM, fue 75.53, la 4ª más alta. La tasa de mortalidad infantil (TMI) fue 16.36, la 5ª más alta; para igualar a Bucaramanga (7/1000) del 2015, necesitaríamos 17 años (2032).
La tasa media de desnutrición de la niñez (TDN) fue 20.13%, la 4ª más alta; alcanzaríamos a Tunja, la mejor, en 762 años cuya TDN en 2015 fue 0.61%. Por su lado, la tasa media específica de fecundidad, TEF, de niñas de 10 a 14 años fue 3.82, la 4ª más alta.
Estas adolescentes, que no tuvieron la oportunidad de estudiar, la solución que encontraron fue embarazarse, cayendo en la trampa de la pobreza. Es hora de montar un centro serio de estadística en Valledupar, única forma de planificar, acción escasa por estos lares.
En diciembre pasado, el alcalde “Tuto Uhía” presentó su informe de gestión como lo hacen todos los mandatarios a diferentes niveles: se llama rendición de cuentas. Por lo general, estos eventos no son más que un cumplido lleno de intenciones proselitistas para impulsar a un sucesor de sus aposentos. El eslogan de campaña electoral de […]
En diciembre pasado, el alcalde “Tuto Uhía” presentó su informe de gestión como lo hacen todos los mandatarios a diferentes niveles: se llama rendición de cuentas. Por lo general, estos eventos no son más que un cumplido lleno de intenciones proselitistas para impulsar a un sucesor de sus aposentos.
El eslogan de campaña electoral de “Tuto” se centró en un discurso teologal alrededor de la familia y en el concepto “avanzar” pero sin una ruta y metas específicas. Seguro que su familia avanzó, igual que sus financiadores y allegados. Pero, ¿avanzarían de igual forma el municipio y todas las familias vallenatas? A estos informes de cierre hay que recibirlos con beneficio de inventario y con lectura crítica de las realidades medibles.
Por lo general, los mandatarios son valorados solo por las obras de infraestructura, por lo que se ve, pero no todo esto es lo mejor, ni lo absolutamente necesario, ni lo suficiente, ni lo que produce mayor impacto en las condiciones sociales de los habitantes del ente territorial. Desde esta perspectiva, el informe del alcalde fue gaseoso pues no tocó lo cualitativo, que es algo que no se ve físicamente pero se siente, se percibe y trasciende a la sociedad.
Habló de muchos parques, eso está bien, estos contribuyen a la lúdica y a compartir vivencias. Pero uno no entiende por qué no habló de dos sectores fundamentales como son la educación y la salud, base de cualquier sociedad; aquí están los principales indicadores que miden el grado de desarrollo de los pueblos.
Estos son varios pero solo me ocuparé de algunos de ellos muy sensibles como la mortalidad materna (muertes por cada cien mil niños nacidos), la mortalidad infantil (muertes por mil niños menores de 1 año), la desnutrición de la niñez (% de niños menores de 5 años) y la tasa específica de fecundidad de niñas de 10 a 14 años (embarazos por cada mil niñas). Con estos comienza a construirse la salud pública. Además, ya debieran existir programas específicos para la juventud; Valledupar es una de las capitales con mayor índice de juventud; la mitad de la población, según el censo 2018, es menor de 20.5 años y el 9.75% es menor de 5 años, unos 48.000 niños.
La niñez y la juventud son determinantes en Valledupar. ¿Qué hizo el alcalde por estos sectores? No lo explicitó en su informe. Les cuento que Valledupar ciudad está a la zaga de las capitales de departamentos a la hora de medirnos.
Parto de la media de una serie histórica para las 23 ciudades más importantes, comprendida entre 2005 y 2015; en el país las estadísticas en salud las da SISPRO del Minsalud y siempre están atrasadas. P. ej., la tasa de mortalidad materna, TMM, fue 75.53, la 4ª más alta. La tasa de mortalidad infantil (TMI) fue 16.36, la 5ª más alta; para igualar a Bucaramanga (7/1000) del 2015, necesitaríamos 17 años (2032).
La tasa media de desnutrición de la niñez (TDN) fue 20.13%, la 4ª más alta; alcanzaríamos a Tunja, la mejor, en 762 años cuya TDN en 2015 fue 0.61%. Por su lado, la tasa media específica de fecundidad, TEF, de niñas de 10 a 14 años fue 3.82, la 4ª más alta.
Estas adolescentes, que no tuvieron la oportunidad de estudiar, la solución que encontraron fue embarazarse, cayendo en la trampa de la pobreza. Es hora de montar un centro serio de estadística en Valledupar, única forma de planificar, acción escasa por estos lares.