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Editorial - 22 agosto, 2022

Alfonso Campo Soto, de los políticos de antes

Opinar sobre lo que fue la trayectoria política y personal de Alfonso Campo Soto, del que estamos celebrando con dolor su novenario, es conmovedor, porque fue un hombre apasionado, casi obsesivo por el servicio público y el ejercicio de la política, en la que tuvo sinsabores y alegrías. Entendía y vivía la política como la exposición de ideas, iniciativas y debates...

Opinar sobre lo que fue la trayectoria política y personal de Alfonso Campo Soto, del que estamos celebrando con dolor su novenario, es conmovedor, porque fue un hombre apasionado, casi obsesivo por el servicio público y el ejercicio de la política, en la que tuvo sinsabores y alegrías. Entendía y vivía la política como la exposición de ideas, iniciativas y debates.

Fue un amante convencido de la paz y sin embargo una víctima de la violencia, le tocó soportar dos terribles secuestros, y con todo en su corazón no le escuchamos la sed de desquite. Fue un dirigente del Partido Conservador, pero de corte progresista y social. Hizo parte de esa línea combativa y progresista que representó al interior de su partido el dirigente antioqueño Jota Emilio Valderrama, prematuramente desaparecido.

Tuvo importantes cargos, fue buen amigo y aunque muchos no lo creyeron porque respiraba por los poros la política, tuvo visión de negocios y barrios como Don Alberto se abrieron en terrenos de su propiedad. Eso sí, nunca aprovechó sus influencias o la posición que le ofrecía la actividad política para hacerse a un negocio, a una propiedad o a nutrirse de algún beneficio particular. Fue un verdadero gladiador.

Propuso ideas, en su momento controversiales y audaces como las de la salida del Cesar al mar por una carretera que atravesase la Sierra Nevada, consciente de que había una vocación exportadora que no se podía desconocer. Promovió también las vías férreas, y luego ese interés se vio cristalizado al hacerse al viceministerio de transporte.

Campo se batió como pocos frente a los poderes de su época y los enfrentó con firmeza. Algunos han identificado que la pérdida en su primera aspiración a la gobernación del Cesar marcó un rumbo desafortunado para la política regional. Lo verdadero es que después la política entraría – salvo algunos liderazgos, luego retirados del juego por las condenas de la para política – en una suerte de anulación de liderazgos, falta de iniciativa, proyectos y proposiciones, en una congelación. El debate público se perdió y empezó una prolongada hegemonía.

Habrá oportunidad de volver a opinar sobre ese importante paso por la vida pública del intrépido luchador que fue Alfonso Campo Soto. Que reine la paz en su tumba y la resignación cristiana de sus familiares. Nunca lo olvidaremos los cesarenses.

EL SIVA Y EL CENTRO HISTÓRICO

De las cosas que se nos quedaron en el tintero, del reciente editorial del tema, fue resaltar la contribución, visibilización y seguimiento que ha hecho el Siva de las obras y embellecimiento del Centro Histórico. La transformación fue transcendental. El llamado a mantener el estado del centro será una tarea permanente de nuestro diario, en lo que aliados como el Siva, serán necesarios.

En el centro y la plaza Alfonso López se realizan eventos como el verificado el pasado sábado en la presentación del conjunto musical llamado la Banda del Cinco. Esos certámenes, que es bueno que se sigan realizando, podrían generar potenciales daños. Hay que estar atentos, prevenir y reparar.

Editorial
22 agosto, 2022

Alfonso Campo Soto, de los políticos de antes

Opinar sobre lo que fue la trayectoria política y personal de Alfonso Campo Soto, del que estamos celebrando con dolor su novenario, es conmovedor, porque fue un hombre apasionado, casi obsesivo por el servicio público y el ejercicio de la política, en la que tuvo sinsabores y alegrías. Entendía y vivía la política como la exposición de ideas, iniciativas y debates...


Opinar sobre lo que fue la trayectoria política y personal de Alfonso Campo Soto, del que estamos celebrando con dolor su novenario, es conmovedor, porque fue un hombre apasionado, casi obsesivo por el servicio público y el ejercicio de la política, en la que tuvo sinsabores y alegrías. Entendía y vivía la política como la exposición de ideas, iniciativas y debates.

Fue un amante convencido de la paz y sin embargo una víctima de la violencia, le tocó soportar dos terribles secuestros, y con todo en su corazón no le escuchamos la sed de desquite. Fue un dirigente del Partido Conservador, pero de corte progresista y social. Hizo parte de esa línea combativa y progresista que representó al interior de su partido el dirigente antioqueño Jota Emilio Valderrama, prematuramente desaparecido.

Tuvo importantes cargos, fue buen amigo y aunque muchos no lo creyeron porque respiraba por los poros la política, tuvo visión de negocios y barrios como Don Alberto se abrieron en terrenos de su propiedad. Eso sí, nunca aprovechó sus influencias o la posición que le ofrecía la actividad política para hacerse a un negocio, a una propiedad o a nutrirse de algún beneficio particular. Fue un verdadero gladiador.

Propuso ideas, en su momento controversiales y audaces como las de la salida del Cesar al mar por una carretera que atravesase la Sierra Nevada, consciente de que había una vocación exportadora que no se podía desconocer. Promovió también las vías férreas, y luego ese interés se vio cristalizado al hacerse al viceministerio de transporte.

Campo se batió como pocos frente a los poderes de su época y los enfrentó con firmeza. Algunos han identificado que la pérdida en su primera aspiración a la gobernación del Cesar marcó un rumbo desafortunado para la política regional. Lo verdadero es que después la política entraría – salvo algunos liderazgos, luego retirados del juego por las condenas de la para política – en una suerte de anulación de liderazgos, falta de iniciativa, proyectos y proposiciones, en una congelación. El debate público se perdió y empezó una prolongada hegemonía.

Habrá oportunidad de volver a opinar sobre ese importante paso por la vida pública del intrépido luchador que fue Alfonso Campo Soto. Que reine la paz en su tumba y la resignación cristiana de sus familiares. Nunca lo olvidaremos los cesarenses.

EL SIVA Y EL CENTRO HISTÓRICO

De las cosas que se nos quedaron en el tintero, del reciente editorial del tema, fue resaltar la contribución, visibilización y seguimiento que ha hecho el Siva de las obras y embellecimiento del Centro Histórico. La transformación fue transcendental. El llamado a mantener el estado del centro será una tarea permanente de nuestro diario, en lo que aliados como el Siva, serán necesarios.

En el centro y la plaza Alfonso López se realizan eventos como el verificado el pasado sábado en la presentación del conjunto musical llamado la Banda del Cinco. Esos certámenes, que es bueno que se sigan realizando, podrían generar potenciales daños. Hay que estar atentos, prevenir y reparar.