Los profesores Levitsquy y Zablatt, autores del libro ‘Cómo mueren las democracias’, definen a los partidos políticos como los guardarrieles de la democracia al considerar que hacen las veces de filtros para evitar la llegada de extremistas y demagogos al poder.
Los profesores Levitsquy y Zablatt, autores del libro ‘Cómo mueren las democracias’, definen a los partidos políticos como los guardarrieles de la democracia al considerar que hacen las veces de filtros para evitar la llegada de extremistas y demagogos al poder. En este orden de ideas, valdría la pena preguntarnos si la frase aplica para Colombia. Veamos: con la Constitución de 1991 se rompe con el bipartidismo, y nacen partidos políticos, con nuevos nombres, nuevos logos, pero que en su gran mayoría tienen el ADN de los dos partidos tradicionales, con excepción de algunos partidos de izquierda e independientes.
Los más importantes, fundados por dirigentes políticos que militaron en los partidos tradicionales y hoy suman más de 30, todos con personería jurídica otorgada por el Consejo Nacional Electoral, y que, para algunos expertos en la materia, no son más que “partidos de garaje”. Ahora bien, podríamos afirmar que ¿los partidos políticos están cumpliendo la función de evitar que candidatos populistas lleguen al poder? ¿Usted sí cree que un candidato como Rodolfo Hernández cuyas únicas credenciales fueron las de haber sido alcalde de una ciudad con algo más de 500 mil habitantes, la mediática agresión a un concejal, y un tosco lenguaje, pasó por algún filtro? Sin embargo, logró pasar a la segunda vuelta, donde finalmente salió derrotado.
Cree usted qué, un candidato como el señor Juan Francisco Gómez Cerchar, alcalde de Barrancas (L.G.), o de Oneida Pinto, primera gobernadora electa del departamento de la Guajira, ¿tuvieron algún tipo de control político que evitara su candidatura?
Lamentablemente su partido político les entregó el aval sin ningún reparo. Pero si por acá llueve, por el Ecuador no escampa, cómo se explica que el señor Abdalá Bucaram, más conocido como “El Loco”, haya llegado a la Presidencia de esa nación en 1996. Y aún más, cómo se explica que un personaje como el empresario Donald Trump, un completo advenedizo en el tema político, con una fortuna, al parecer, de dudosa procedencia, xenófobo, misógino, racista e incendiario, ¿haya logrado obtener la candidatura a la presidencia por el Partido Republicano de los EE. UU.?
Lo anterior, nos deja un sabor amargo en cuanto al porvenir de nuestras democracias, y sin duda alguna estamos frente una alerta roja, a la que hay que prestarle atención si no queremos ver sucumbir nuestro sistema democrático.
La frase de cierre: “Confiar en exceso en los mecanismos de cribado es en sí mismo, antidemocrático, pues puede crear un mundo de jefes de partido que ignoran a sus bases y acaban por no representar al pueblo”. Autores: S. Levitsquy y D. Zablatt. Libro: Cómo mueren las democracias.
Darío Arregocés Baute / [email protected]
Los profesores Levitsquy y Zablatt, autores del libro ‘Cómo mueren las democracias’, definen a los partidos políticos como los guardarrieles de la democracia al considerar que hacen las veces de filtros para evitar la llegada de extremistas y demagogos al poder.
Los profesores Levitsquy y Zablatt, autores del libro ‘Cómo mueren las democracias’, definen a los partidos políticos como los guardarrieles de la democracia al considerar que hacen las veces de filtros para evitar la llegada de extremistas y demagogos al poder. En este orden de ideas, valdría la pena preguntarnos si la frase aplica para Colombia. Veamos: con la Constitución de 1991 se rompe con el bipartidismo, y nacen partidos políticos, con nuevos nombres, nuevos logos, pero que en su gran mayoría tienen el ADN de los dos partidos tradicionales, con excepción de algunos partidos de izquierda e independientes.
Los más importantes, fundados por dirigentes políticos que militaron en los partidos tradicionales y hoy suman más de 30, todos con personería jurídica otorgada por el Consejo Nacional Electoral, y que, para algunos expertos en la materia, no son más que “partidos de garaje”. Ahora bien, podríamos afirmar que ¿los partidos políticos están cumpliendo la función de evitar que candidatos populistas lleguen al poder? ¿Usted sí cree que un candidato como Rodolfo Hernández cuyas únicas credenciales fueron las de haber sido alcalde de una ciudad con algo más de 500 mil habitantes, la mediática agresión a un concejal, y un tosco lenguaje, pasó por algún filtro? Sin embargo, logró pasar a la segunda vuelta, donde finalmente salió derrotado.
Cree usted qué, un candidato como el señor Juan Francisco Gómez Cerchar, alcalde de Barrancas (L.G.), o de Oneida Pinto, primera gobernadora electa del departamento de la Guajira, ¿tuvieron algún tipo de control político que evitara su candidatura?
Lamentablemente su partido político les entregó el aval sin ningún reparo. Pero si por acá llueve, por el Ecuador no escampa, cómo se explica que el señor Abdalá Bucaram, más conocido como “El Loco”, haya llegado a la Presidencia de esa nación en 1996. Y aún más, cómo se explica que un personaje como el empresario Donald Trump, un completo advenedizo en el tema político, con una fortuna, al parecer, de dudosa procedencia, xenófobo, misógino, racista e incendiario, ¿haya logrado obtener la candidatura a la presidencia por el Partido Republicano de los EE. UU.?
Lo anterior, nos deja un sabor amargo en cuanto al porvenir de nuestras democracias, y sin duda alguna estamos frente una alerta roja, a la que hay que prestarle atención si no queremos ver sucumbir nuestro sistema democrático.
La frase de cierre: “Confiar en exceso en los mecanismos de cribado es en sí mismo, antidemocrático, pues puede crear un mundo de jefes de partido que ignoran a sus bases y acaban por no representar al pueblo”. Autores: S. Levitsquy y D. Zablatt. Libro: Cómo mueren las democracias.
Darío Arregocés Baute / [email protected]