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Columnista - 23 octubre, 2012

Alerta, alerta, vallenato…

Por: Rodolfo Quintero Romero.   La minería es tan antigua como la humanidad y no es mala ni buena por sí misma. Sus productos han traído beneficios a la sociedad, al mismo tiempo que su explotación ha causado graves daños ambientales y sociales. El problema es dónde y cómo se realizan las actividades extractivas. En […]

Por: Rodolfo Quintero Romero.  

La minería es tan antigua como la humanidad y no es mala ni buena por sí misma. Sus productos han traído beneficios a la sociedad, al mismo tiempo que su explotación ha causado graves daños ambientales y sociales. El problema es dónde y cómo se realizan las actividades extractivas.
En los páramos, parques naturales y los humedales incluidos en la lista de la convención de Ramsar, no se deben desarrollar proyectos mineros de ninguna clase dado los impactos irreversibles que causarían a estos ecosistemas estratégicos.
En cuanto al cómo, el concepto de minería responsable puede ser insuficiente cuando se trata de explotación a cielo abierto a gran escala, como la que se desarrolla en el centro del Cesar y amenaza con extenderse a todo el Departamento, si se consideran los numerosos títulos otorgados.
La minería a cielo abierto excluye otros usos del suelo; impide la actividad agropecuaria; deteriora el paisaje y contamina el aire con altas concentraciones de material particulado – polvo -. Estas últimas, han obligado al ministerio de Ambiente a prohibir nuevos frentes de explotación de carbón en el Cesar.
Dirán que con la restauración del suelo, después de extraído el carbón, se recupera el paisaje y la fertilidad temporalmente afectada; lo que no sabemos es cuantos años tendremos que esperar para volver a desarrollar allí actividades agrícolas, dada la baja tasa de retrollenado con que trabajan las multinacionalesy la lenta recuperación sostenible de la fertilidad perdida.
Es difícil armonizar este tipo de explotación con la seguridad y soberanía alimentaria y la impostergable adaptación al cambio climático. La minería subterránea, en cambio, impacta menos el ambiente y permite otros usos. Las miles de hectáreas que conservarían su actual estado podrían ser, por ejemplo, escenario de proyectos agrícolas y reforestación comercial; de una gran reserva natural de bosque seco tropical y de zonas de reserva campesina.
La explotación subterránea a gran escala es rentable con las tecnologías disponibles; no causa desplazamientos y su tasa de extracción es menor en beneficio de las futuras generaciones. ¿Por qué no hacerla si así atenuamos la contradicción entre desarrollo agrícola, protección al ambiente y minería? La razón es la existencia de mantos superficiales; criterio económico pero no ambiental que solo favorece la rentabilidad de las empresas.
La Contraloríadice que la minería en el Cesar es un problema serio. La situación puede agravarse con la extracción del inmenso depósito de metano que se ha encontrado recientemente. Se requerirán millones de metros cúbicos de agua, mezclados con sustancias químicas, para fracturar las rocas y liberar el gas. ¿De dónde saldrán esos recursos hídricos? ¿Cómo se manejará el agua residual contaminada y las emisiones de metano?
Urge crear un grupo interdisciplinario, parecido al comité de seguimiento a las regalías, que haga razonable vigilancia desde la sociedad civil al cumplimiento de los compromisos socio ambientales de las empresas mineras; estimule la educación ambiental de las comunidades y defienda el derecho a un medio ambiente sano.
Soy ambientalista y en las empresas en donde presto mis servicios trabajo por una minería responsable. He sido, también, beneficiario de la actividad carbonera y la conozco a cabalidad.
La minería tiene un horizonte de cincuenta años. Poco tiempo comparado con el que vivirán nuestros descendientes en este territorio. Por eso, todos tenemos derecho a opinar sobre la forma como se realiza.

RODOLFO QUINTERO ROMERO

[email protected]

Columnista
23 octubre, 2012

Alerta, alerta, vallenato…

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Rodolfo Quintero Romero

Por: Rodolfo Quintero Romero.   La minería es tan antigua como la humanidad y no es mala ni buena por sí misma. Sus productos han traído beneficios a la sociedad, al mismo tiempo que su explotación ha causado graves daños ambientales y sociales. El problema es dónde y cómo se realizan las actividades extractivas. En […]


Por: Rodolfo Quintero Romero.  

La minería es tan antigua como la humanidad y no es mala ni buena por sí misma. Sus productos han traído beneficios a la sociedad, al mismo tiempo que su explotación ha causado graves daños ambientales y sociales. El problema es dónde y cómo se realizan las actividades extractivas.
En los páramos, parques naturales y los humedales incluidos en la lista de la convención de Ramsar, no se deben desarrollar proyectos mineros de ninguna clase dado los impactos irreversibles que causarían a estos ecosistemas estratégicos.
En cuanto al cómo, el concepto de minería responsable puede ser insuficiente cuando se trata de explotación a cielo abierto a gran escala, como la que se desarrolla en el centro del Cesar y amenaza con extenderse a todo el Departamento, si se consideran los numerosos títulos otorgados.
La minería a cielo abierto excluye otros usos del suelo; impide la actividad agropecuaria; deteriora el paisaje y contamina el aire con altas concentraciones de material particulado – polvo -. Estas últimas, han obligado al ministerio de Ambiente a prohibir nuevos frentes de explotación de carbón en el Cesar.
Dirán que con la restauración del suelo, después de extraído el carbón, se recupera el paisaje y la fertilidad temporalmente afectada; lo que no sabemos es cuantos años tendremos que esperar para volver a desarrollar allí actividades agrícolas, dada la baja tasa de retrollenado con que trabajan las multinacionalesy la lenta recuperación sostenible de la fertilidad perdida.
Es difícil armonizar este tipo de explotación con la seguridad y soberanía alimentaria y la impostergable adaptación al cambio climático. La minería subterránea, en cambio, impacta menos el ambiente y permite otros usos. Las miles de hectáreas que conservarían su actual estado podrían ser, por ejemplo, escenario de proyectos agrícolas y reforestación comercial; de una gran reserva natural de bosque seco tropical y de zonas de reserva campesina.
La explotación subterránea a gran escala es rentable con las tecnologías disponibles; no causa desplazamientos y su tasa de extracción es menor en beneficio de las futuras generaciones. ¿Por qué no hacerla si así atenuamos la contradicción entre desarrollo agrícola, protección al ambiente y minería? La razón es la existencia de mantos superficiales; criterio económico pero no ambiental que solo favorece la rentabilidad de las empresas.
La Contraloríadice que la minería en el Cesar es un problema serio. La situación puede agravarse con la extracción del inmenso depósito de metano que se ha encontrado recientemente. Se requerirán millones de metros cúbicos de agua, mezclados con sustancias químicas, para fracturar las rocas y liberar el gas. ¿De dónde saldrán esos recursos hídricos? ¿Cómo se manejará el agua residual contaminada y las emisiones de metano?
Urge crear un grupo interdisciplinario, parecido al comité de seguimiento a las regalías, que haga razonable vigilancia desde la sociedad civil al cumplimiento de los compromisos socio ambientales de las empresas mineras; estimule la educación ambiental de las comunidades y defienda el derecho a un medio ambiente sano.
Soy ambientalista y en las empresas en donde presto mis servicios trabajo por una minería responsable. He sido, también, beneficiario de la actividad carbonera y la conozco a cabalidad.
La minería tiene un horizonte de cincuenta años. Poco tiempo comparado con el que vivirán nuestros descendientes en este territorio. Por eso, todos tenemos derecho a opinar sobre la forma como se realiza.

RODOLFO QUINTERO ROMERO

[email protected]