En Valledupar hay un grupo de hombres y mujeres que hacen parte de una comunidad de alcohólicos anónimos; el grupo Once de Mayo que está a puertas de cumplir cincuenta años de gloria. Así lo expresa una pareja que decidió unir sus vidas y que proponen, un mensaje de optimismo y esperanza para combatir el […]
En Valledupar hay un grupo de hombres y mujeres que hacen parte de una comunidad de alcohólicos anónimos; el grupo Once de Mayo que está a puertas de cumplir cincuenta años de gloria. Así lo expresa una pareja que decidió unir sus vidas y que proponen, un mensaje de optimismo y esperanza para combatir el problema del alcoholismo. Ella y él, como identidad de cada género comparten su mutua experiencia para ayudar a otros a resolver su problema de alcohol y mantenerse sobrios.
Gran responsabilidad, que sacan adelante desde su propia convicción; donde no intermedia ningún profesional. No psicólogos tampoco psiquiatras, ni médicos. Es un alcohólico hablándole a otro alcohólico. ¿Cuál es la dinámica? Una persona se para y comparte esa experiencia que le deja su problema con la bebida; por qué se considera un alcohólico y cómo hizo para dejar de beber. Llegar a este punto es la parte complicada.
El supuesto bebedor social no acepta que es alcohólico. “Yo controlo el trago, cuando quiera lo dejo. Es posible decir como mensaje, que existe una magia cuando un alcohólico le habla a otro desde su propia experiencia. “En mi caso, mi madre se arrodillaba ante mí y me suplicaba que dejara el trago; me hablaba con cariño, o con rabia y desespero. No logró su cometido. Un día un amigo me contó su experiencia con el alcohol. Su historia era la mía, tristemente. A partir de eso dejé de beber y hace ocho años trabajo para que otros no lo hagan”. Ella interviene, cuenta su experiencia desde ese mundo, en donde no cabía la capacidad, en la mujer, de reconocerse alcohólica. Cinco años sin beber y quiere llevar el mensaje, “a través del diálogo y ustedes como medios que nos apoyen”.
Hay dos elementos que permiten saber si se es o no alcohólico: por un lado la obsesión mental, la idea fija. Todas las emociones están relacionadas con la bebida; las tristezas y alegrías son un motivo para beber. Por otro lado, otro elemento que solo el alcohólico experimenta, la compulsión. Algo sucede en su organismo cuando toma ese primer trago. En su mente hay un deseo compulsivo de seguir bebiendo, no parar. No todo el que bebe es alcohólico, pero si estos dos elementos lo cobijan, el grupo Once de Mayo lo espera. “Hay que seguir trabajando y desde luego no perder la esperanza ni el compromiso ante tremenda responsabilidad”. Gracias a esta pareja, por la confianza y permitirme llevar el mensaje del grupo Once de Mayo a todos mis lectores. Sólo Eso.
En Valledupar hay un grupo de hombres y mujeres que hacen parte de una comunidad de alcohólicos anónimos; el grupo Once de Mayo que está a puertas de cumplir cincuenta años de gloria. Así lo expresa una pareja que decidió unir sus vidas y que proponen, un mensaje de optimismo y esperanza para combatir el […]
En Valledupar hay un grupo de hombres y mujeres que hacen parte de una comunidad de alcohólicos anónimos; el grupo Once de Mayo que está a puertas de cumplir cincuenta años de gloria. Así lo expresa una pareja que decidió unir sus vidas y que proponen, un mensaje de optimismo y esperanza para combatir el problema del alcoholismo. Ella y él, como identidad de cada género comparten su mutua experiencia para ayudar a otros a resolver su problema de alcohol y mantenerse sobrios.
Gran responsabilidad, que sacan adelante desde su propia convicción; donde no intermedia ningún profesional. No psicólogos tampoco psiquiatras, ni médicos. Es un alcohólico hablándole a otro alcohólico. ¿Cuál es la dinámica? Una persona se para y comparte esa experiencia que le deja su problema con la bebida; por qué se considera un alcohólico y cómo hizo para dejar de beber. Llegar a este punto es la parte complicada.
El supuesto bebedor social no acepta que es alcohólico. “Yo controlo el trago, cuando quiera lo dejo. Es posible decir como mensaje, que existe una magia cuando un alcohólico le habla a otro desde su propia experiencia. “En mi caso, mi madre se arrodillaba ante mí y me suplicaba que dejara el trago; me hablaba con cariño, o con rabia y desespero. No logró su cometido. Un día un amigo me contó su experiencia con el alcohol. Su historia era la mía, tristemente. A partir de eso dejé de beber y hace ocho años trabajo para que otros no lo hagan”. Ella interviene, cuenta su experiencia desde ese mundo, en donde no cabía la capacidad, en la mujer, de reconocerse alcohólica. Cinco años sin beber y quiere llevar el mensaje, “a través del diálogo y ustedes como medios que nos apoyen”.
Hay dos elementos que permiten saber si se es o no alcohólico: por un lado la obsesión mental, la idea fija. Todas las emociones están relacionadas con la bebida; las tristezas y alegrías son un motivo para beber. Por otro lado, otro elemento que solo el alcohólico experimenta, la compulsión. Algo sucede en su organismo cuando toma ese primer trago. En su mente hay un deseo compulsivo de seguir bebiendo, no parar. No todo el que bebe es alcohólico, pero si estos dos elementos lo cobijan, el grupo Once de Mayo lo espera. “Hay que seguir trabajando y desde luego no perder la esperanza ni el compromiso ante tremenda responsabilidad”. Gracias a esta pareja, por la confianza y permitirme llevar el mensaje del grupo Once de Mayo a todos mis lectores. Sólo Eso.