El contralor General de la República, Carlos Felipe Córdoba, en entrevista del Canal 1 de Yamid Amat, dijo sobre las regalías: “El gran desarrollo regional que habría podido significar nuestra riqueza petrolera (y minera, agregamos), ¿se perdió?, ¿se malgastó?, ¿se desperdició? Pues es doloroso decirlo, Yamid, pero a usted no le falta razón en lo […]
El contralor General de la República, Carlos Felipe Córdoba, en entrevista del Canal 1 de Yamid Amat, dijo sobre las regalías:
“El gran desarrollo regional que habría podido significar nuestra riqueza petrolera (y minera, agregamos), ¿se perdió?, ¿se malgastó?, ¿se desperdició? Pues es doloroso decirlo, Yamid, pero a usted no le falta razón en lo que dice. Acá se ha desperdiciado mucha plata que hubiera servido para mejorar la vida de muchas poblaciones. El pasado en esta materia hay que investigarlo y castigarlo ejemplarmente, y hacia futuro debemos trabajar para que no vuelva a suceder. En eso estamos”.
Sabido es que los estudios demuestran que en el departamento las obras de regalías si bien ofrecieron ‘bienes públicos’ de todo tipo, algunos quedaron sin uso, o sobredimensionados, digamos, para ser generosos, que la menor parte; no se generó un cambio en las condiciones de vida de sus habitantes, en los municipios mineros respecto a los no mineros. Esto último se explicaría porque en esos municipios creció mucho la población y hubo inmigración, pero creemos que la razón primordial es que no se dio atención a la educación cuando debía priorizarse no solo en infraestructura sino en su calidad, y no se estructuraron y desarrollaron, junto a una pertinente formación, proyectos productivos generadores de empleos e ingresos sostenibles en el tiempo.
Nos ha quedado sonando lo dicho por el contralor y que leímos atrás: “Acá se ha desperdiciado mucha plata que hubiera servido para mejorar la vida de muchas poblaciones. El pasado en esta materia hay que investigarlo y castigarlo ejemplarmente, y hacia futuro debemos trabajar para que no vuelva a suceder”.
Ese desperdicio pudo estar asociado a malos diseños, mala planeación, errores, imprevistos.
Pero el pueblo tiene en la boca algo que acrecienta, contamina o no absuelve esos errores: la corrupción.
Con claridad. Se ha vuelto normal que el funcionario pida una coima o comisión por la obra, y que el particular contratista cuando no es obligado a su pago, a cambio de ganarse el contrato y el primer desembolso, es el que ofrece pagarla. Muy grave. ¿Por qué el gobernador y los alcaldes -y los congresistas del Cesar que dicen conseguir el recurso, algunas veces apropiándose del mérito de la gestión cuando no les pertenece-, no son categóricos, firmes, elocuentes y públicos en adelantar una campaña contra esa inveterada y dañina práctica de la coima?
Esas comisionitis explican por qué nuestras regalías se desperdician, despilfarran, se ferian, se contratan mal, se predetermina con anterioridad cuál será el contratista ganador; o por qué, al ejecutarse, el interventor se hace el de la vista gorda al disminuirse los materiales y la calidad de las obras.
Esperamos que afortunadamente superado el impasse del trámite de los proyectos PDET en el OCAD-Paz, luego de advertencias de la Contraloría General, se manejen en su licitación y contratación con rectitud, transparencia, libre acceso y concurrencia de muchos contratistas competidores, para que generen bienestar y progreso.
El contralor General de la República, Carlos Felipe Córdoba, en entrevista del Canal 1 de Yamid Amat, dijo sobre las regalías: “El gran desarrollo regional que habría podido significar nuestra riqueza petrolera (y minera, agregamos), ¿se perdió?, ¿se malgastó?, ¿se desperdició? Pues es doloroso decirlo, Yamid, pero a usted no le falta razón en lo […]
El contralor General de la República, Carlos Felipe Córdoba, en entrevista del Canal 1 de Yamid Amat, dijo sobre las regalías:
“El gran desarrollo regional que habría podido significar nuestra riqueza petrolera (y minera, agregamos), ¿se perdió?, ¿se malgastó?, ¿se desperdició? Pues es doloroso decirlo, Yamid, pero a usted no le falta razón en lo que dice. Acá se ha desperdiciado mucha plata que hubiera servido para mejorar la vida de muchas poblaciones. El pasado en esta materia hay que investigarlo y castigarlo ejemplarmente, y hacia futuro debemos trabajar para que no vuelva a suceder. En eso estamos”.
Sabido es que los estudios demuestran que en el departamento las obras de regalías si bien ofrecieron ‘bienes públicos’ de todo tipo, algunos quedaron sin uso, o sobredimensionados, digamos, para ser generosos, que la menor parte; no se generó un cambio en las condiciones de vida de sus habitantes, en los municipios mineros respecto a los no mineros. Esto último se explicaría porque en esos municipios creció mucho la población y hubo inmigración, pero creemos que la razón primordial es que no se dio atención a la educación cuando debía priorizarse no solo en infraestructura sino en su calidad, y no se estructuraron y desarrollaron, junto a una pertinente formación, proyectos productivos generadores de empleos e ingresos sostenibles en el tiempo.
Nos ha quedado sonando lo dicho por el contralor y que leímos atrás: “Acá se ha desperdiciado mucha plata que hubiera servido para mejorar la vida de muchas poblaciones. El pasado en esta materia hay que investigarlo y castigarlo ejemplarmente, y hacia futuro debemos trabajar para que no vuelva a suceder”.
Ese desperdicio pudo estar asociado a malos diseños, mala planeación, errores, imprevistos.
Pero el pueblo tiene en la boca algo que acrecienta, contamina o no absuelve esos errores: la corrupción.
Con claridad. Se ha vuelto normal que el funcionario pida una coima o comisión por la obra, y que el particular contratista cuando no es obligado a su pago, a cambio de ganarse el contrato y el primer desembolso, es el que ofrece pagarla. Muy grave. ¿Por qué el gobernador y los alcaldes -y los congresistas del Cesar que dicen conseguir el recurso, algunas veces apropiándose del mérito de la gestión cuando no les pertenece-, no son categóricos, firmes, elocuentes y públicos en adelantar una campaña contra esa inveterada y dañina práctica de la coima?
Esas comisionitis explican por qué nuestras regalías se desperdician, despilfarran, se ferian, se contratan mal, se predetermina con anterioridad cuál será el contratista ganador; o por qué, al ejecutarse, el interventor se hace el de la vista gorda al disminuirse los materiales y la calidad de las obras.
Esperamos que afortunadamente superado el impasse del trámite de los proyectos PDET en el OCAD-Paz, luego de advertencias de la Contraloría General, se manejen en su licitación y contratación con rectitud, transparencia, libre acceso y concurrencia de muchos contratistas competidores, para que generen bienestar y progreso.