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Opinión - 16 junio, 2024

Al burladero

Sale avante una reforma que se intentó sin éxito en 14 oportunidades, pero que finalmente, en el Gobierno del Cambio, logró pasar y hoy se encuentra ad portas de recibir sanción presidencial.

Podríamos decir que las corridas de toros, tan arraigadas a la cultura de la muerte, pasaron por virtud de la reciente ley aprobada por el Congreso de la República, al burladero, pues quedaron prohibidas lográndose con ello, que nuestro país quede excluido de la oprobiosa lista de los países que aún permiten este tipo de espectáculos. “La presente ley tiene por objeto aportar en una transformación cultural que se fundamente en el reconocimiento y respeto por la vida animal y que contribuya al logro de la paz total”. Así reza el texto de la ponencia aprobada en la Cámara de Representantes con una abrumadora mayoría de 93 votos contra 2.

Sale avante una reforma que se intentó sin éxito en 14 oportunidades, pero que finalmente, en el Gobierno del Cambio, logró pasar y hoy se encuentra ad portas de recibir sanción presidencial. Seguirá entonces el control de la Corte Constitucional que podrá o no, declararla conforme al ordenamiento constitucional.

Los escenarios destinados a estos fines serán usados para otro tipo de eventos culturales. Ciudades como Manizales con una añeja tradición taurina tendrá que reinventarse y enfocarse en actividades como el turismo que le generen ingresos. Para ello la ley prevé un período de tres años para que se haga la reconversión laboral con el apoyo del Ministerio de la Cultura.

No obstante, sobreviven las corralejas, el coleo y las peleas de gallos, de gran arraigo popular, pero no menos salvaje, es el lunar de la presente ley, pero ya existe otra iniciativa legislativa que pretende abolirlas de una vez por todas. La consigna es preservar la vida de los seres sintientes que, muy a pesar de hacer parte de nuestro acervo cultural, no dejan de ser contrarias a la cultura de la vida.
La frase de cierre: “Quienes se divierten con la muerte de los animales terminaran divirtiéndose con la muerte de seres humanos, como los que queman libros terminaran quemando seres humanos”. Gustavo Francisco Petro Urrego.

Por: Darío Arregocés Baute. / [email protected]

Opinión
16 junio, 2024

Al burladero

Sale avante una reforma que se intentó sin éxito en 14 oportunidades, pero que finalmente, en el Gobierno del Cambio, logró pasar y hoy se encuentra ad portas de recibir sanción presidencial.


Podríamos decir que las corridas de toros, tan arraigadas a la cultura de la muerte, pasaron por virtud de la reciente ley aprobada por el Congreso de la República, al burladero, pues quedaron prohibidas lográndose con ello, que nuestro país quede excluido de la oprobiosa lista de los países que aún permiten este tipo de espectáculos. “La presente ley tiene por objeto aportar en una transformación cultural que se fundamente en el reconocimiento y respeto por la vida animal y que contribuya al logro de la paz total”. Así reza el texto de la ponencia aprobada en la Cámara de Representantes con una abrumadora mayoría de 93 votos contra 2.

Sale avante una reforma que se intentó sin éxito en 14 oportunidades, pero que finalmente, en el Gobierno del Cambio, logró pasar y hoy se encuentra ad portas de recibir sanción presidencial. Seguirá entonces el control de la Corte Constitucional que podrá o no, declararla conforme al ordenamiento constitucional.

Los escenarios destinados a estos fines serán usados para otro tipo de eventos culturales. Ciudades como Manizales con una añeja tradición taurina tendrá que reinventarse y enfocarse en actividades como el turismo que le generen ingresos. Para ello la ley prevé un período de tres años para que se haga la reconversión laboral con el apoyo del Ministerio de la Cultura.

No obstante, sobreviven las corralejas, el coleo y las peleas de gallos, de gran arraigo popular, pero no menos salvaje, es el lunar de la presente ley, pero ya existe otra iniciativa legislativa que pretende abolirlas de una vez por todas. La consigna es preservar la vida de los seres sintientes que, muy a pesar de hacer parte de nuestro acervo cultural, no dejan de ser contrarias a la cultura de la vida.
La frase de cierre: “Quienes se divierten con la muerte de los animales terminaran divirtiéndose con la muerte de seres humanos, como los que queman libros terminaran quemando seres humanos”. Gustavo Francisco Petro Urrego.

Por: Darío Arregocés Baute. / [email protected]