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Columnista - 30 julio, 2015

Ahora ¿en cuáles manos caeremos?

El próximo 25 de octubre se decidirá cuáles serán los políticos que mandarán en los departamentos y municipios de Colombia en el siguiente cuatrienio del 2016 al 2019. Por la reacción revanchista de la mayoría de los precandidatos ante el otorgamiento adverso de los avales por los directores de los partidos o movimientos políticos, no […]

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El próximo 25 de octubre se decidirá cuáles serán los políticos que mandarán en los departamentos y municipios de Colombia en el siguiente cuatrienio del 2016 al 2019.
Por la reacción revanchista de la mayoría de los precandidatos ante el otorgamiento adverso de los avales por los directores de los partidos o movimientos políticos, no cabe duda en que la contienda para llegar a ocupar los cargos de gobernador y alcalde será descomunal, tanto en costos de las campañas como en agravios, ya que la cantidad de candidatos inscritos en las respectivas registradurías del país es numerosa, todos ellos con listas de aspirantes a ser diputados y concejales. De veras, fuera de cualquier control.

Hay candidatos de todo pelambre; es decir, algunos legalmente inhabilitados, otros sin el mínimo conocimiento de administración y, lo peor, la mayoría con la intención de enriquecerse con el erario de los departamentos y municipios. En realidad, los candidatos idóneos pueden contarse con los dedos de las manos.
A propósito, cabe preguntar, ahora ¿en cuáles manos caeremos? Lamentablemente aún estamos lejos de que salgan elegidos como gobernantes los más competentes, debido a los altos índices de pobreza, del clientelismo pernicioso, de la baja educación, de la falta de responsabilidad ciudadana que no tiene sentido de pertenencia.
En fin, en nuestro país pululan múltiples factores que impiden la elección de candidatos honorables para la administración de lo público. Porque, por ejemplo, la gente prefiere enriquecerse con el patrimonio estatal, tanto es así que ya es mejor ser congresista, gobernador y alcalde que narcotraficante y por esto hay tantos delincuentes con aspiraciones de ocupar tan altas dignidades.

Hay que revertir esta penosa realidad, para lo cual se requiere el voto de los ciudadanos y ciudadanas decentes, que en nuestro país son muchos, pero no acuden a las urnas en los debates electorales, lo que los convierte en cómplices de tan reprochable situación que atraviesa el país.

Que tristeza

El sábado pasado estuve en Guacoche con mi compadre Alejandro Aparicio Soto, alto ejecutivo del Cerrejón, me pidió que le mostrara el río Cesar que pasa al lado del pueblo. Que tristeza, lo que vimos fue unos socavones con pozos de aguas propicias para la proliferación de los zancudos vectores del dengue y chikinguña.
Cuando niño me bañaba en este río que entonces era caudaloso con aguas cristalinas y playas de arena blanca que ya tampoco tiene. Me dijo Miro Quiroz que ahora están acabando con la arena que ha quedado en la ribera de Guacochito. La explotación de esta arena para la construcción en Valledupar, a estos pueblitos los ha dejado sin río y con el peligro de padecer las enfermedades mencionadas.
En este momento, por debajo del puente salguero corre el agua del río Guatapurí contaminada por las lagunas de oxidación del alcantarillado de Valledupar.

Columnista
30 julio, 2015

Ahora ¿en cuáles manos caeremos?

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
José Romero Churio

El próximo 25 de octubre se decidirá cuáles serán los políticos que mandarán en los departamentos y municipios de Colombia en el siguiente cuatrienio del 2016 al 2019. Por la reacción revanchista de la mayoría de los precandidatos ante el otorgamiento adverso de los avales por los directores de los partidos o movimientos políticos, no […]


El próximo 25 de octubre se decidirá cuáles serán los políticos que mandarán en los departamentos y municipios de Colombia en el siguiente cuatrienio del 2016 al 2019.
Por la reacción revanchista de la mayoría de los precandidatos ante el otorgamiento adverso de los avales por los directores de los partidos o movimientos políticos, no cabe duda en que la contienda para llegar a ocupar los cargos de gobernador y alcalde será descomunal, tanto en costos de las campañas como en agravios, ya que la cantidad de candidatos inscritos en las respectivas registradurías del país es numerosa, todos ellos con listas de aspirantes a ser diputados y concejales. De veras, fuera de cualquier control.

Hay candidatos de todo pelambre; es decir, algunos legalmente inhabilitados, otros sin el mínimo conocimiento de administración y, lo peor, la mayoría con la intención de enriquecerse con el erario de los departamentos y municipios. En realidad, los candidatos idóneos pueden contarse con los dedos de las manos.
A propósito, cabe preguntar, ahora ¿en cuáles manos caeremos? Lamentablemente aún estamos lejos de que salgan elegidos como gobernantes los más competentes, debido a los altos índices de pobreza, del clientelismo pernicioso, de la baja educación, de la falta de responsabilidad ciudadana que no tiene sentido de pertenencia.
En fin, en nuestro país pululan múltiples factores que impiden la elección de candidatos honorables para la administración de lo público. Porque, por ejemplo, la gente prefiere enriquecerse con el patrimonio estatal, tanto es así que ya es mejor ser congresista, gobernador y alcalde que narcotraficante y por esto hay tantos delincuentes con aspiraciones de ocupar tan altas dignidades.

Hay que revertir esta penosa realidad, para lo cual se requiere el voto de los ciudadanos y ciudadanas decentes, que en nuestro país son muchos, pero no acuden a las urnas en los debates electorales, lo que los convierte en cómplices de tan reprochable situación que atraviesa el país.

Que tristeza

El sábado pasado estuve en Guacoche con mi compadre Alejandro Aparicio Soto, alto ejecutivo del Cerrejón, me pidió que le mostrara el río Cesar que pasa al lado del pueblo. Que tristeza, lo que vimos fue unos socavones con pozos de aguas propicias para la proliferación de los zancudos vectores del dengue y chikinguña.
Cuando niño me bañaba en este río que entonces era caudaloso con aguas cristalinas y playas de arena blanca que ya tampoco tiene. Me dijo Miro Quiroz que ahora están acabando con la arena que ha quedado en la ribera de Guacochito. La explotación de esta arena para la construcción en Valledupar, a estos pueblitos los ha dejado sin río y con el peligro de padecer las enfermedades mencionadas.
En este momento, por debajo del puente salguero corre el agua del río Guatapurí contaminada por las lagunas de oxidación del alcantarillado de Valledupar.