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Columnista - 20 noviembre, 2012

Agua pasó por aquí…

Por: Rodolfo Quintero Romero Cuarenta y cinco años después de creado el departamento del Cesar, el fantasma de Acuadelma, la ineficiente empresa de aguas del Magdalena, vuelve a recorrer los barrios de Valledupar. No hayun día en que sus habitantes no se quejen por la falta de agua en sus casas. Hay algunos, como los […]

Por: Rodolfo Quintero Romero

Cuarenta y cinco años después de creado el departamento del Cesar, el fantasma de Acuadelma, la ineficiente empresa de aguas del Magdalena, vuelve a recorrer los barrios de Valledupar. No hayun día en que sus habitantes no se quejen por la falta de agua en sus casas. Hay algunos, como los residentes del barrio Dangond, que llevan más de veinte años soportando un servicio deficiente por impases técnicos superables.

Como ayer, el mal servicio no se debe a la escasez del recurso natural sino a la corrupción, el desgreño administrativo y la incapacidad técnica de Emdupar, azotada en los últimos dieciséis años por bandas de políticos corruptos que asaltaron su dirección administrativa y la convirtieron en fuente de votos y recursos financieros para sus propósitos personales. La nueva gerencia, por fortuna, genera esperanzas de cambio aunque el reto es enorme.

Valledupar necesita alrededor de 700 litros por segundo de agua potable para satisfacer su demanda. Hoy tratamos 2.300 litros por segundo, tres veces más de lo necesario. Pero, si no se suministra ese caudal muchos barrios quedarían sin agua por causas técnicas y pérdidas de distinta naturaleza.Setenta por ciento de la red debe ser cambiada porque fue construida en asbesto-cemento, material cancerígeno, o por obsolescencia. Según la regulación las pérdidas no deben superar el 30 por ciento, aquí llegan al 67.

Y, ¿quéocurre con el excedente de agua tratada? Una parte se pierde por razones técnicas ya mencionadas, otras por fraude. Se llenan piscinas, se lavan carros, riegan jardines o cultivos gratuita e ilegalmente. Hay, además, miles de acometidas piratas tanto en los barrios populares e invasiones como en los más encumbrados, y en las casas de campo y las sedes de empresas emblemáticas. Se comenta que cada día salen clandestinamente camiones llenos de agua potable hacia Bosconia y otras poblaciones del Cesar y La Guajira.

Para agravar la situación, de antaño nos acompaña una cultura de no pago,tal vez por falta de ingresos, reacción ciudadana al mal servicio y la corrupción administrativa o como expresión de la cultura de la ilegalidad, del todo vale, que cada día toma más fuerza. Sea lo que fuere, hoy solo se está facturando el 35% del agua suministrada y hay una cartera vencida de $49.000 millones prácticamente irrecuperable.

El alcantarillado pluvial cubre el 30% del área urbana y sus caudales se mezclan con las aguas residuales colmatando tuberías, generando rebosamientos y peligrosos arroyos. Esta mezcla afecta la eficiencia depuradora de las lagunas de oxidación y contamina el río Cesar.

El panorama es sombrío. Mejorar la gobernanza del agua requiere de una gestión integral que incluya, entre otros, la protección de los ríos, calidad y distribución eficiente del agua potable, tratamiento adecuado de aguas residuales, uso racional del recurso, cultura ciudadana y establecimiento del mínimo vital para los estratos uno y dos.
Reaccionar ante esta situación es un deber ciudadano. Naciones Unidas afirma que el acceso al agua potable y al saneamiento es esencial para una vida digna y lo reconoce como un derecho humano básico. Recuérdese que el único municipio del Cesar que potabiliza su agua es Valledupar. ¡Qué vergüenza!
Exijámosle al gobierno municipal garantizar nuestro derecho a disponer de agua suficiente, saludable, aceptable, accesible y asequible para uso personal y doméstico; pero, cumplamos con el deber de usarla racionalmente, pagar su consumo y denunciar a los ilegales.

Twitter: @rodoquinteromer

Columnista
20 noviembre, 2012

Agua pasó por aquí…

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Rodolfo Quintero Romero

Por: Rodolfo Quintero Romero Cuarenta y cinco años después de creado el departamento del Cesar, el fantasma de Acuadelma, la ineficiente empresa de aguas del Magdalena, vuelve a recorrer los barrios de Valledupar. No hayun día en que sus habitantes no se quejen por la falta de agua en sus casas. Hay algunos, como los […]


Por: Rodolfo Quintero Romero

Cuarenta y cinco años después de creado el departamento del Cesar, el fantasma de Acuadelma, la ineficiente empresa de aguas del Magdalena, vuelve a recorrer los barrios de Valledupar. No hayun día en que sus habitantes no se quejen por la falta de agua en sus casas. Hay algunos, como los residentes del barrio Dangond, que llevan más de veinte años soportando un servicio deficiente por impases técnicos superables.

Como ayer, el mal servicio no se debe a la escasez del recurso natural sino a la corrupción, el desgreño administrativo y la incapacidad técnica de Emdupar, azotada en los últimos dieciséis años por bandas de políticos corruptos que asaltaron su dirección administrativa y la convirtieron en fuente de votos y recursos financieros para sus propósitos personales. La nueva gerencia, por fortuna, genera esperanzas de cambio aunque el reto es enorme.

Valledupar necesita alrededor de 700 litros por segundo de agua potable para satisfacer su demanda. Hoy tratamos 2.300 litros por segundo, tres veces más de lo necesario. Pero, si no se suministra ese caudal muchos barrios quedarían sin agua por causas técnicas y pérdidas de distinta naturaleza.Setenta por ciento de la red debe ser cambiada porque fue construida en asbesto-cemento, material cancerígeno, o por obsolescencia. Según la regulación las pérdidas no deben superar el 30 por ciento, aquí llegan al 67.

Y, ¿quéocurre con el excedente de agua tratada? Una parte se pierde por razones técnicas ya mencionadas, otras por fraude. Se llenan piscinas, se lavan carros, riegan jardines o cultivos gratuita e ilegalmente. Hay, además, miles de acometidas piratas tanto en los barrios populares e invasiones como en los más encumbrados, y en las casas de campo y las sedes de empresas emblemáticas. Se comenta que cada día salen clandestinamente camiones llenos de agua potable hacia Bosconia y otras poblaciones del Cesar y La Guajira.

Para agravar la situación, de antaño nos acompaña una cultura de no pago,tal vez por falta de ingresos, reacción ciudadana al mal servicio y la corrupción administrativa o como expresión de la cultura de la ilegalidad, del todo vale, que cada día toma más fuerza. Sea lo que fuere, hoy solo se está facturando el 35% del agua suministrada y hay una cartera vencida de $49.000 millones prácticamente irrecuperable.

El alcantarillado pluvial cubre el 30% del área urbana y sus caudales se mezclan con las aguas residuales colmatando tuberías, generando rebosamientos y peligrosos arroyos. Esta mezcla afecta la eficiencia depuradora de las lagunas de oxidación y contamina el río Cesar.

El panorama es sombrío. Mejorar la gobernanza del agua requiere de una gestión integral que incluya, entre otros, la protección de los ríos, calidad y distribución eficiente del agua potable, tratamiento adecuado de aguas residuales, uso racional del recurso, cultura ciudadana y establecimiento del mínimo vital para los estratos uno y dos.
Reaccionar ante esta situación es un deber ciudadano. Naciones Unidas afirma que el acceso al agua potable y al saneamiento es esencial para una vida digna y lo reconoce como un derecho humano básico. Recuérdese que el único municipio del Cesar que potabiliza su agua es Valledupar. ¡Qué vergüenza!
Exijámosle al gobierno municipal garantizar nuestro derecho a disponer de agua suficiente, saludable, aceptable, accesible y asequible para uso personal y doméstico; pero, cumplamos con el deber de usarla racionalmente, pagar su consumo y denunciar a los ilegales.

Twitter: @rodoquinteromer