En estos agites de campañas surgen diversas opiniones en pro y en contra del proceso electoral. Algunos formulan fuertes cuestionamientos al sistema, hasta el punto de que llegan a afirmar que algo de razón tiene Guido Nule, cuando dijo que la corrupción es inherente al ser humano; dado que a ciertos candidatos, la sed de poder y el temor […]
En estos agites de campañas surgen diversas opiniones en pro y en contra del proceso electoral. Algunos formulan fuertes cuestionamientos al sistema, hasta el punto de que llegan a afirmar que algo de razón tiene Guido Nule, cuando dijo que la corrupción es inherente al ser humano; dado que a ciertos candidatos, la sed de poder y el temor a la derrota, los impulsa a hacer alianzas con personajes de disímiles matices ideológicos y económicos.
Las anécdotas y comentarios, abundan. He aquí algunos que pueden servir de reflexión para que los organismos de control estén con ojos de águila, en defensa de la transparencia y la libertad que tienen los ciudadanos de elegir sin ningún tipo de imposición a los candidatos de sus preferencias y que tengan las mejores propuestas.
En la semana anterior, la prensa local hizo pública la denuncia de falsas cédulas, presentada por un candidato a la Gobernación del Cesar. Esta noticia me transporta a una situación anómala, ocurrida hace varios años en un corregimiento de Valledupar, en unas elecciones similares a las del próximo 25 de octubre. Una señora se acerca a la mesa que le corresponde y dice en voz alta que nunca ha votado, y como no había cola, aprovecha para hacerlo. Cuando uno de los jurados va a buscar en el listado el número de su cédula, encuentra que ya había votado.
Ante la protesta de la señora, el presidente de la mesa llama a un delegado de la Registraduría y éste ordena anular el voto. La señora, enojada entonces por haber sido suplantada, confiesa que a su casa habían ido dos mujeres preguntando por quién iba a votar, ella dijo que nunca había votado y que tampoco lo iba a hacer en esta ocasión. Es posible que esto se siga repitiendo y algunas de esas encuestas se presten para falsificar cédulas.
Ese presidente de la mesa era un señor honesto, que no tenía ninguna prevención de fraudes, supo meses después, que entre los jurados había uno que tenía un anillo con un esfero en miniatura y de manera habilidosa rayaba los votos que no le convenían y les decía a los demás jurados “voto anulado, porque marcó más de un candidato”. Hay que estar pendiente, para que estos deshonestos no sigan utilizando este truco ni otros tipos de artimañas.
De otra parte, leamos estas frases sonoras de campañas: “Franco camina a zancos y promete ser franco en la gobernación”. “Hay que votar seguro, votemos por Arturo, el número uno”. “Imelda Daza, ve que el tiempo pasa y sigue firme, lejos de la plaza”. “Con Augusto Ramírez Uhía, la honestidad es garantía, para ganar la alcaldía”. “Sergio Araújo, se siente y se vive, tiene el apoyo del senador Uribe”. “Andrés Arturo, como su padre Luis Fabián, quiere ser alcalde de Valledupar”. “Jaime González, está muy muy contento, sueña ser alcalde con el cien por ciento”.
De Rober Romero se destaca el optimismo. Un periodista le preguntó: -¿Y usted qué piensa hacer después del 25 de octubre? Y respondió: -Prepararme para la posesión el 1º de enero de 2016, porque estoy seguro de que seré el ganador de la Alcaldía de Valledupar-.
En estos agites de campañas surgen diversas opiniones en pro y en contra del proceso electoral. Algunos formulan fuertes cuestionamientos al sistema, hasta el punto de que llegan a afirmar que algo de razón tiene Guido Nule, cuando dijo que la corrupción es inherente al ser humano; dado que a ciertos candidatos, la sed de poder y el temor […]
En estos agites de campañas surgen diversas opiniones en pro y en contra del proceso electoral. Algunos formulan fuertes cuestionamientos al sistema, hasta el punto de que llegan a afirmar que algo de razón tiene Guido Nule, cuando dijo que la corrupción es inherente al ser humano; dado que a ciertos candidatos, la sed de poder y el temor a la derrota, los impulsa a hacer alianzas con personajes de disímiles matices ideológicos y económicos.
Las anécdotas y comentarios, abundan. He aquí algunos que pueden servir de reflexión para que los organismos de control estén con ojos de águila, en defensa de la transparencia y la libertad que tienen los ciudadanos de elegir sin ningún tipo de imposición a los candidatos de sus preferencias y que tengan las mejores propuestas.
En la semana anterior, la prensa local hizo pública la denuncia de falsas cédulas, presentada por un candidato a la Gobernación del Cesar. Esta noticia me transporta a una situación anómala, ocurrida hace varios años en un corregimiento de Valledupar, en unas elecciones similares a las del próximo 25 de octubre. Una señora se acerca a la mesa que le corresponde y dice en voz alta que nunca ha votado, y como no había cola, aprovecha para hacerlo. Cuando uno de los jurados va a buscar en el listado el número de su cédula, encuentra que ya había votado.
Ante la protesta de la señora, el presidente de la mesa llama a un delegado de la Registraduría y éste ordena anular el voto. La señora, enojada entonces por haber sido suplantada, confiesa que a su casa habían ido dos mujeres preguntando por quién iba a votar, ella dijo que nunca había votado y que tampoco lo iba a hacer en esta ocasión. Es posible que esto se siga repitiendo y algunas de esas encuestas se presten para falsificar cédulas.
Ese presidente de la mesa era un señor honesto, que no tenía ninguna prevención de fraudes, supo meses después, que entre los jurados había uno que tenía un anillo con un esfero en miniatura y de manera habilidosa rayaba los votos que no le convenían y les decía a los demás jurados “voto anulado, porque marcó más de un candidato”. Hay que estar pendiente, para que estos deshonestos no sigan utilizando este truco ni otros tipos de artimañas.
De otra parte, leamos estas frases sonoras de campañas: “Franco camina a zancos y promete ser franco en la gobernación”. “Hay que votar seguro, votemos por Arturo, el número uno”. “Imelda Daza, ve que el tiempo pasa y sigue firme, lejos de la plaza”. “Con Augusto Ramírez Uhía, la honestidad es garantía, para ganar la alcaldía”. “Sergio Araújo, se siente y se vive, tiene el apoyo del senador Uribe”. “Andrés Arturo, como su padre Luis Fabián, quiere ser alcalde de Valledupar”. “Jaime González, está muy muy contento, sueña ser alcalde con el cien por ciento”.
De Rober Romero se destaca el optimismo. Un periodista le preguntó: -¿Y usted qué piensa hacer después del 25 de octubre? Y respondió: -Prepararme para la posesión el 1º de enero de 2016, porque estoy seguro de que seré el ganador de la Alcaldía de Valledupar-.