La recalcitrante oligarquía bicentenaria del país, nos hace experimentar el sabor amargo de la incredulidad, lo que conlleva a interpretar una disidencia política de orden institucional, decisión con clara connotación política, que viene practicando el propio jefe del gobierno nacional, donde crea exclusión que genera desconfianza toda vez que sublima los valores de la ética.Esto […]
La recalcitrante oligarquía bicentenaria del país, nos hace experimentar el sabor amargo de la incredulidad, lo que conlleva a interpretar una disidencia política de orden institucional, decisión con clara connotación política, que viene practicando el propio jefe del gobierno nacional, donde crea exclusión que genera desconfianza toda vez que sublima los valores de la ética.Esto lo afirmamos como reflejo de lo que está sucediendo con la crisis de los partidos y la polarización política que se observa por doquier; razón por la cual se necesita que los ciudadanos se empoderen de un dialogo de propuestas que simbolice los valores y el tesón de la democracia, que genere confianza, conciencia e inclusión social, mediante un consenso sobre lineamientos de acción que tengan repercusiones en función de actuar con precisión y decisión.
En otras palabras, una movilización espontánea y voluntaria que represente interés general de la comunidad incluyendo sus preocupaciones y necesidades; sin embargo lo que está sucediendo hoy, son hechos contrarios que le quitan peso a la legitimidad democrática; es el hecho de declararse dictatorial a vox populi al pretender manipular que quienes están de acuerdo permanecerán en el gobierno, los que no, se irán.Situación ésta que ha creado una verdadera hecatombe en el contexto político social de la nación. Por fortuna ha favorecido los intereses de la JEP.
En síntesis lo que está sucediendo a nivel político nos predispone a pensar que se necesita con urgencia un debate de reparos y propuestas que rompa la discriminación y el divisionismo que se viene dando en la actualidad; se requiere igualmente hacer uso de un lenguaje incluyente que se apodere de la educación, una cruzada por la ética y un reconocimiento al valor del ejemplo. Infortunadamente todo lo que se observa por los medios de comunicación, especialmente los televisivos, es blanco especifico de acusaciones políticamente motivadas; es una paradoja de la Justicia por sentimientos de culpabilidad táctica, esto lo decimos por lo siguiente, teniendo en cuenta que más de un Representante a la Cámara es consciente de la importancia y trascendencia de los acuerdos y más de su implementación, sin embargo, votan en forma negativa.
Esta discusión sin punto final debe pasar a la historia y como tal reemplazarla por cambios innovadores y compromisos de gestión, acabando así los extremos antagónicos e irreconciliables de la política.Los ciudadanos de bien estamos obligados a defender un sistema de ideas que crea profundamente en la capacidad de los seres humanos para ejercer responsablemente su libertad para elegir; debemos empoderarnos de debates serios con argumentos contundentes que generen espacios orientados a construir propuestas hacia el cambio bajo una mentalidad creativa. Es necesario desactivar el combustible de la guerra; sacar adelante decisiones valientes con pureza y rectitud, entre ellas ser honestos, responsables y cumplidores, base esencial de la verdadera democracia.Debemos al máximo promover la prioridad general de garantizar la efectividad de los principios, derechos y deberes consagrados en la Constitución Nacional; igualmente aprobar una agenda que garantice las libertades individuales y colectivas; articular un proceso educativo que exija criterios de calidad y equidad. Finalmente dar legitimidad a todo lo pactado que beneficie a la sociedad mediante un dialogo político que permita una apertura hacia el mejoramiento de la sociedad, signado por la disyuntiva de la paz. Al máximo, debemos impedir que las ambigüedades sean instrumentalizadas en las campañas políticas, por el contrario consolidar un liderazgo depurado de odios y rencores.
Por Jairo Franco Salas
La recalcitrante oligarquía bicentenaria del país, nos hace experimentar el sabor amargo de la incredulidad, lo que conlleva a interpretar una disidencia política de orden institucional, decisión con clara connotación política, que viene practicando el propio jefe del gobierno nacional, donde crea exclusión que genera desconfianza toda vez que sublima los valores de la ética.Esto […]
La recalcitrante oligarquía bicentenaria del país, nos hace experimentar el sabor amargo de la incredulidad, lo que conlleva a interpretar una disidencia política de orden institucional, decisión con clara connotación política, que viene practicando el propio jefe del gobierno nacional, donde crea exclusión que genera desconfianza toda vez que sublima los valores de la ética.Esto lo afirmamos como reflejo de lo que está sucediendo con la crisis de los partidos y la polarización política que se observa por doquier; razón por la cual se necesita que los ciudadanos se empoderen de un dialogo de propuestas que simbolice los valores y el tesón de la democracia, que genere confianza, conciencia e inclusión social, mediante un consenso sobre lineamientos de acción que tengan repercusiones en función de actuar con precisión y decisión.
En otras palabras, una movilización espontánea y voluntaria que represente interés general de la comunidad incluyendo sus preocupaciones y necesidades; sin embargo lo que está sucediendo hoy, son hechos contrarios que le quitan peso a la legitimidad democrática; es el hecho de declararse dictatorial a vox populi al pretender manipular que quienes están de acuerdo permanecerán en el gobierno, los que no, se irán.Situación ésta que ha creado una verdadera hecatombe en el contexto político social de la nación. Por fortuna ha favorecido los intereses de la JEP.
En síntesis lo que está sucediendo a nivel político nos predispone a pensar que se necesita con urgencia un debate de reparos y propuestas que rompa la discriminación y el divisionismo que se viene dando en la actualidad; se requiere igualmente hacer uso de un lenguaje incluyente que se apodere de la educación, una cruzada por la ética y un reconocimiento al valor del ejemplo. Infortunadamente todo lo que se observa por los medios de comunicación, especialmente los televisivos, es blanco especifico de acusaciones políticamente motivadas; es una paradoja de la Justicia por sentimientos de culpabilidad táctica, esto lo decimos por lo siguiente, teniendo en cuenta que más de un Representante a la Cámara es consciente de la importancia y trascendencia de los acuerdos y más de su implementación, sin embargo, votan en forma negativa.
Esta discusión sin punto final debe pasar a la historia y como tal reemplazarla por cambios innovadores y compromisos de gestión, acabando así los extremos antagónicos e irreconciliables de la política.Los ciudadanos de bien estamos obligados a defender un sistema de ideas que crea profundamente en la capacidad de los seres humanos para ejercer responsablemente su libertad para elegir; debemos empoderarnos de debates serios con argumentos contundentes que generen espacios orientados a construir propuestas hacia el cambio bajo una mentalidad creativa. Es necesario desactivar el combustible de la guerra; sacar adelante decisiones valientes con pureza y rectitud, entre ellas ser honestos, responsables y cumplidores, base esencial de la verdadera democracia.Debemos al máximo promover la prioridad general de garantizar la efectividad de los principios, derechos y deberes consagrados en la Constitución Nacional; igualmente aprobar una agenda que garantice las libertades individuales y colectivas; articular un proceso educativo que exija criterios de calidad y equidad. Finalmente dar legitimidad a todo lo pactado que beneficie a la sociedad mediante un dialogo político que permita una apertura hacia el mejoramiento de la sociedad, signado por la disyuntiva de la paz. Al máximo, debemos impedir que las ambigüedades sean instrumentalizadas en las campañas políticas, por el contrario consolidar un liderazgo depurado de odios y rencores.
Por Jairo Franco Salas