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Columnista - 30 julio, 2017

Aftosa IV: ¿Y el ganadero?

¿Quién pierde?, es la pregunta. Pierden el país y toda la cadena, pero el primer sacrificado es el ganadero, pues las autoridades y los medios están enfocados, con razón, en los brotes y en las acciones para contenerlos. El solo anuncio afectó el mercado interno por el temor por los riesgos para el consumo –que […]

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¿Quién pierde?, es la pregunta. Pierden el país y toda la cadena, pero el primer sacrificado es el ganadero, pues las autoridades y los medios están enfocados, con razón, en los brotes y en las acciones para contenerlos.

El solo anuncio afectó el mercado interno por el temor por los riesgos para el consumo –que no los hay–, y también se perdieron mercados externos, lo que afectó el precio del kilo de novillo en $ 300, con una pérdida mensual del orden de $ 52.000 millones. En los seis meses que restan del año los ganaderos dejarán de recibir $ 312.000 millones y se perderán exportaciones por US$ 40 millones.

Solo quiero ser realista, pues aunque el Ministro Iragorri dio parte de tranquilidad para inaugurar Agroexpo con gran riesgo –irresponsabilidad, aunque nada pase–, la experiencia indica que los procesos para recuperar el estatus sanitario toman entre año y medio y dos años.

Uruguay, un país que vive de la ganadería y era libre sin vacunación, reportó brotes en 2000 y 2001, y solo en 2003, logró recertificarse como libre con vacunación. En el entretanto, la cadena perdió ¡US$ 730 millones! y la ganadería US$ 220 millones, incluidos fusil sanitario e indemnizaciones para cerca de 12.000 bovinos.

Paraguay reportó brotes en 2011 y, aunque apenas se sacrificaron cerca de 1.000 animales, solo hasta 2013 recuperó su estatus de libre con vacunación, pero la afectación sobre las exportaciones y el empleo en la cadena fue dramática. Las pérdidas estimadas para el sector cárnico hasta mediados de 2012 fueron de US$ 600 millones.

Así pues, sin conocer la verdadera situación sanitaria, hasta ahora Colombia “la ha sacado barata”,  y aunque duela decirlo, pues es la gran frustración de nuestra ganadería, es gracias a que no somos grandes exportadores ni le vendemos a mercados de alto precio, cerrados porque nunca se pudo, desde 2009, obtener admisibilidad sanitaria para Estados Unidos y la Unión Europea, una meta que hoy está más lejos que nunca.

Sin embargo, la pérdida para nuestros ganaderos será inmensa. En regiones que viven de la ganadería el impacto es comparable a una roya en el eje cafetero, agravada al sumarle la también difícil situación del precio al productor de leche por cuenta de un mercado dominado por la industria. Como siempre, los pequeños ganaderos serán los más perjudicados y habrá una crisis social por caída de ingreso en las zonas productoras.

Ya sabemos qué se perdió y quién perdió, con el ganadero en primer lugar. Me corresponde, como presidente de Fedegán, insistir en una pregunta que ya hice: ¿quién responde? ¿Acaso el ministro de la aftosa? Él lo prometió.

Nota bene: Ojo a los especuladores. Si el kilo de novillo baja al ganadero, la carne debe bajar al consumidor y así la demanda se incrementa, para que unos avivatos no se enriquecen con el infortunio de otros.

Por José Félix Lafaurie Rivera

 

Columnista
30 julio, 2017

Aftosa IV: ¿Y el ganadero?

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
José Félix Lafaurie Rivera

¿Quién pierde?, es la pregunta. Pierden el país y toda la cadena, pero el primer sacrificado es el ganadero, pues las autoridades y los medios están enfocados, con razón, en los brotes y en las acciones para contenerlos. El solo anuncio afectó el mercado interno por el temor por los riesgos para el consumo –que […]


¿Quién pierde?, es la pregunta. Pierden el país y toda la cadena, pero el primer sacrificado es el ganadero, pues las autoridades y los medios están enfocados, con razón, en los brotes y en las acciones para contenerlos.

El solo anuncio afectó el mercado interno por el temor por los riesgos para el consumo –que no los hay–, y también se perdieron mercados externos, lo que afectó el precio del kilo de novillo en $ 300, con una pérdida mensual del orden de $ 52.000 millones. En los seis meses que restan del año los ganaderos dejarán de recibir $ 312.000 millones y se perderán exportaciones por US$ 40 millones.

Solo quiero ser realista, pues aunque el Ministro Iragorri dio parte de tranquilidad para inaugurar Agroexpo con gran riesgo –irresponsabilidad, aunque nada pase–, la experiencia indica que los procesos para recuperar el estatus sanitario toman entre año y medio y dos años.

Uruguay, un país que vive de la ganadería y era libre sin vacunación, reportó brotes en 2000 y 2001, y solo en 2003, logró recertificarse como libre con vacunación. En el entretanto, la cadena perdió ¡US$ 730 millones! y la ganadería US$ 220 millones, incluidos fusil sanitario e indemnizaciones para cerca de 12.000 bovinos.

Paraguay reportó brotes en 2011 y, aunque apenas se sacrificaron cerca de 1.000 animales, solo hasta 2013 recuperó su estatus de libre con vacunación, pero la afectación sobre las exportaciones y el empleo en la cadena fue dramática. Las pérdidas estimadas para el sector cárnico hasta mediados de 2012 fueron de US$ 600 millones.

Así pues, sin conocer la verdadera situación sanitaria, hasta ahora Colombia “la ha sacado barata”,  y aunque duela decirlo, pues es la gran frustración de nuestra ganadería, es gracias a que no somos grandes exportadores ni le vendemos a mercados de alto precio, cerrados porque nunca se pudo, desde 2009, obtener admisibilidad sanitaria para Estados Unidos y la Unión Europea, una meta que hoy está más lejos que nunca.

Sin embargo, la pérdida para nuestros ganaderos será inmensa. En regiones que viven de la ganadería el impacto es comparable a una roya en el eje cafetero, agravada al sumarle la también difícil situación del precio al productor de leche por cuenta de un mercado dominado por la industria. Como siempre, los pequeños ganaderos serán los más perjudicados y habrá una crisis social por caída de ingreso en las zonas productoras.

Ya sabemos qué se perdió y quién perdió, con el ganadero en primer lugar. Me corresponde, como presidente de Fedegán, insistir en una pregunta que ya hice: ¿quién responde? ¿Acaso el ministro de la aftosa? Él lo prometió.

Nota bene: Ojo a los especuladores. Si el kilo de novillo baja al ganadero, la carne debe bajar al consumidor y así la demanda se incrementa, para que unos avivatos no se enriquecen con el infortunio de otros.

Por José Félix Lafaurie Rivera