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Columnista - 17 mayo, 2022

Adiós al saludo

Los historiadores no se ponen de acuerdo en el origen del saludo como acto de comunicación social.

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Los historiadores no se ponen de acuerdo en el origen del saludo como acto de comunicación social, algunos lo relacionan con los asirios quienes a su vez lo heredaron de los babilonios y por supuesto la popularización del saludo de mano de los caballeros en la Edad Media, para quienes al extender su mano derecha era una señal de paz, puesto que representaba que no sacarían su espada para agredir al otro. En todos los casos el saludo se constituye en el más simple gesto de respeto y cordialidad entre las personas.

El saludo va más allá de una costumbre social, esta forma de comunicación e interacción entre dos seres no necesariamente humanos puesto que está demostrado que los animales comparten este rasgo de socialización al intercambiar gestos de saludo en señal de no agresión; por más asombroso e inverosímil que pueda sonar, se ha demostrado que los árboles y las plantas también lo hacen ¿increíble cierto?        

Cuando dos personas se encuentran cada uno lleva consigo su propia energía, va cargado de emociones, de frustraciones, de miedos y todo cuanto en su vida le haya acontecido desde que tiene uso de razón o en las horas previas al encuentro con el  otro; resulta asombroso cómo un intercambio de gestos, de contacto físico, de palabras que llevan salud, no solo física sino emocional, pueden transformar el estado del otro, de ahí proviene la palabra saludo, de salud y cuando saludamos estamos transmitiendo exactamente eso.

¿Qué está pasando con este gesto de civilización y de interacción social? ¿Qué tiene a la gente tan prevenida para estar prescindiendo del saludo o de responder a un acto que nos identifica como civilizados y formados culturalmente en un ambiente de camaradería y cordialidad? Los factores pueden ser muchos y diversos, pero la transformación que ha sufrido la humanidad con la aparición de las redes sociales ha sido clave en la despersonalización de las relaciones y la institucionalización de la relación virtual, un abrazo virtual, un beso virtual y hasta sexo virtual, pero por mucho que repitamos que “la virtualidad llegó para quedarse” no habrá nada mejor que el contacto físico. 

La inseguridad, la ruptura de los cánones de conducta social, la adopción de costumbres vendidas por el cine o la televisión y la misma interculturalidad, especialmente de las actuales generaciones, ha creado una especie de prevención y rechazo al contacto físico, el que se acerca no trae buenas intenciones o querrá propasarse, evitar cruzar algún tipo de diálogo para evitar que invada el espacio entre otras construcciones culturales que se han tejido para obviar el saludo, hasta aquí hemos llegado.

En todo caso el saludo sigue siendo la principal herramienta para establecer relaciones sociales y una demostración de empatía hacia el otro, por ello es tan importante darlo, recibirlo o devolverlo, la manera y el modo marca enormes diferencias.

Entonces, si usted es una persona que no le gusta saludar o que lo saluden, se está perdiendo de un manjar de vida que es gratis y hace mucho bien. Cuando ingrese a un ascensor, cuando llegue a un lugar donde hay personas, cuando se encuentre con alguien conocido, salga al paso y diga las palabras mágicas, buenos días si es de día, buenas tardes o noches, estreche la mano de la otra persona y mirándola a los ojos diga lo feliz que se encuentra de verla, sea franco, natural, efusivo pero sin sonar falso o demasiado meloso. Pregunte genuinamente cómo se encuentra, exprese cuanto le agrada verle, no se imagina lo que esa experiencia significa para la otra persona.

Si después de hacer el ejercicio nota que no es correspondido, no se preocupe, no se angustie, hágalo sin esperar nada a cambio, al final lo que usted desea al otro es como un regalo, si el destinatario no lo recibe, pues sencillamente regresa a usted; enseñe a sus hijos a saludar, volvamos el saludo un acto natural y volvámoslo moda, los resultados a largo plazo de una sociedad que expresa cariño, respeto, consideración y empatía, será una sociedad que jamás estará en conflicto. Saludar no cuesta nada, ¡pero tiene gran valor!

Columnista
17 mayo, 2022

Adiós al saludo

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Eloy Gutiérrez Anaya

Los historiadores no se ponen de acuerdo en el origen del saludo como acto de comunicación social.


Los historiadores no se ponen de acuerdo en el origen del saludo como acto de comunicación social, algunos lo relacionan con los asirios quienes a su vez lo heredaron de los babilonios y por supuesto la popularización del saludo de mano de los caballeros en la Edad Media, para quienes al extender su mano derecha era una señal de paz, puesto que representaba que no sacarían su espada para agredir al otro. En todos los casos el saludo se constituye en el más simple gesto de respeto y cordialidad entre las personas.

El saludo va más allá de una costumbre social, esta forma de comunicación e interacción entre dos seres no necesariamente humanos puesto que está demostrado que los animales comparten este rasgo de socialización al intercambiar gestos de saludo en señal de no agresión; por más asombroso e inverosímil que pueda sonar, se ha demostrado que los árboles y las plantas también lo hacen ¿increíble cierto?        

Cuando dos personas se encuentran cada uno lleva consigo su propia energía, va cargado de emociones, de frustraciones, de miedos y todo cuanto en su vida le haya acontecido desde que tiene uso de razón o en las horas previas al encuentro con el  otro; resulta asombroso cómo un intercambio de gestos, de contacto físico, de palabras que llevan salud, no solo física sino emocional, pueden transformar el estado del otro, de ahí proviene la palabra saludo, de salud y cuando saludamos estamos transmitiendo exactamente eso.

¿Qué está pasando con este gesto de civilización y de interacción social? ¿Qué tiene a la gente tan prevenida para estar prescindiendo del saludo o de responder a un acto que nos identifica como civilizados y formados culturalmente en un ambiente de camaradería y cordialidad? Los factores pueden ser muchos y diversos, pero la transformación que ha sufrido la humanidad con la aparición de las redes sociales ha sido clave en la despersonalización de las relaciones y la institucionalización de la relación virtual, un abrazo virtual, un beso virtual y hasta sexo virtual, pero por mucho que repitamos que “la virtualidad llegó para quedarse” no habrá nada mejor que el contacto físico. 

La inseguridad, la ruptura de los cánones de conducta social, la adopción de costumbres vendidas por el cine o la televisión y la misma interculturalidad, especialmente de las actuales generaciones, ha creado una especie de prevención y rechazo al contacto físico, el que se acerca no trae buenas intenciones o querrá propasarse, evitar cruzar algún tipo de diálogo para evitar que invada el espacio entre otras construcciones culturales que se han tejido para obviar el saludo, hasta aquí hemos llegado.

En todo caso el saludo sigue siendo la principal herramienta para establecer relaciones sociales y una demostración de empatía hacia el otro, por ello es tan importante darlo, recibirlo o devolverlo, la manera y el modo marca enormes diferencias.

Entonces, si usted es una persona que no le gusta saludar o que lo saluden, se está perdiendo de un manjar de vida que es gratis y hace mucho bien. Cuando ingrese a un ascensor, cuando llegue a un lugar donde hay personas, cuando se encuentre con alguien conocido, salga al paso y diga las palabras mágicas, buenos días si es de día, buenas tardes o noches, estreche la mano de la otra persona y mirándola a los ojos diga lo feliz que se encuentra de verla, sea franco, natural, efusivo pero sin sonar falso o demasiado meloso. Pregunte genuinamente cómo se encuentra, exprese cuanto le agrada verle, no se imagina lo que esa experiencia significa para la otra persona.

Si después de hacer el ejercicio nota que no es correspondido, no se preocupe, no se angustie, hágalo sin esperar nada a cambio, al final lo que usted desea al otro es como un regalo, si el destinatario no lo recibe, pues sencillamente regresa a usted; enseñe a sus hijos a saludar, volvamos el saludo un acto natural y volvámoslo moda, los resultados a largo plazo de una sociedad que expresa cariño, respeto, consideración y empatía, será una sociedad que jamás estará en conflicto. Saludar no cuesta nada, ¡pero tiene gran valor!