Pese a los traspiés y al despilfarro del erario, los que en verdad queremos convivir en paz estamos supercontentos de que el Congreso de la República haya decidido refrendar el último acuerdo firmado el pasado 24 de noviembre por el presidente JM Santos y Rodrigo Londoño Echeverry, alias ‘Timochenko’, en el Teatro Colón de Bogotá. […]
Pese a los traspiés y al despilfarro del erario, los que en verdad queremos convivir en paz estamos supercontentos de que el Congreso de la República haya decidido refrendar el último acuerdo firmado el pasado 24 de noviembre por el presidente JM Santos y Rodrigo Londoño Echeverry, alias ‘Timochenko’, en el Teatro Colón de Bogotá.
Todo mundo sabe lo costoso y peligroso que será el posconflicto en Colombia, después de una guerra fratricida tan inmisericorde por más de 52 años continuos, durante los cuales todos los actores del conflicto armado interno cometieron crímenes de guerra y de lesa humanidad. Para colmos de males, en medio de una tremenda crisis económica debido más que todo a los bajos precios del petróleo y el carbón, principales fuentes de divisas extranjeras.
Sin embargo, el presidente JM Santos se obstinó en refrendar el primer acuerdo negociado con la Farc a través de un plebiscito, en el cual sus opositores resultaron victoriosos por mínima diferencia, lo que obligó a una nueva renegociación con propuestas de los opositores y de los inconformes con el vetado por el plebiscito. Que, afortunadamente, se logró mejorar conservando los puntos, a los cuales ningún adversario renuncia cuando negocia la paz con la intención de obtener poder gubernamental a través de la política.
Esto es entendible hasta por los más profanos en política. Por esto siempre he manifestado que los ataques del uribismo contra los procesos de paz liderados por el presidente JM Santos los han perpetrado con argumentaciones no válidas o perversas por fuera de toda objetividad. En consecuencia, deviene la desconfianza ante los militantes del Centro Democrático, cuyo adalid nunca jamás ha mostrado un cariz de sensatez ni gestos de afabilidad. En su carácter sólo se le ven rictus de irritación y destellos de rencor hacia quienes critican o no comparten sus acciones aunque sean contrarias a la buena fe de la humanidad.
Este pasado martes, 75 senadores, por la ausencia de la bancada del Centro Democrático, por unanimidad aprobaron la refrendación del acuerdo de paz firmado por el presidente JM Santos y el máximo comandante de la Farc, se tiene como cierta la aprobación en la Cámara de Representantes ya que en el Congreso, el Gobierno cuenta con una coalición mayoritaria, así que esta, esta misma semana, después de la refrendación comenzará la implementación del nuevo acuerdo, reconocido por la posición como mejor que el primero, cuya validez es irreversible por ser totalmente democrática y sin ninguna tacha.
Entonces, podríamos decir que estamos ad portas de que las Farc dejen las armas por participar en política como ciudadanos civilizados. Bienvenidos. Ojalá lleguen con la voluntad de cambiar la tradicional política colombiana que tantos males nos ha deparado, porque sin duda alguna, algunos del nuevo partido político saldrán elegidos para administrar cargos públicos. Esperemos a ver si los militantes de los viejos partidos seguirán en las mismas de andar usurpando los erarios de las comunidades. Si no, más temprano que tarde, serán desbancados por exguerrilleros
Por José Romero Churio
Pese a los traspiés y al despilfarro del erario, los que en verdad queremos convivir en paz estamos supercontentos de que el Congreso de la República haya decidido refrendar el último acuerdo firmado el pasado 24 de noviembre por el presidente JM Santos y Rodrigo Londoño Echeverry, alias ‘Timochenko’, en el Teatro Colón de Bogotá. […]
Pese a los traspiés y al despilfarro del erario, los que en verdad queremos convivir en paz estamos supercontentos de que el Congreso de la República haya decidido refrendar el último acuerdo firmado el pasado 24 de noviembre por el presidente JM Santos y Rodrigo Londoño Echeverry, alias ‘Timochenko’, en el Teatro Colón de Bogotá.
Todo mundo sabe lo costoso y peligroso que será el posconflicto en Colombia, después de una guerra fratricida tan inmisericorde por más de 52 años continuos, durante los cuales todos los actores del conflicto armado interno cometieron crímenes de guerra y de lesa humanidad. Para colmos de males, en medio de una tremenda crisis económica debido más que todo a los bajos precios del petróleo y el carbón, principales fuentes de divisas extranjeras.
Sin embargo, el presidente JM Santos se obstinó en refrendar el primer acuerdo negociado con la Farc a través de un plebiscito, en el cual sus opositores resultaron victoriosos por mínima diferencia, lo que obligó a una nueva renegociación con propuestas de los opositores y de los inconformes con el vetado por el plebiscito. Que, afortunadamente, se logró mejorar conservando los puntos, a los cuales ningún adversario renuncia cuando negocia la paz con la intención de obtener poder gubernamental a través de la política.
Esto es entendible hasta por los más profanos en política. Por esto siempre he manifestado que los ataques del uribismo contra los procesos de paz liderados por el presidente JM Santos los han perpetrado con argumentaciones no válidas o perversas por fuera de toda objetividad. En consecuencia, deviene la desconfianza ante los militantes del Centro Democrático, cuyo adalid nunca jamás ha mostrado un cariz de sensatez ni gestos de afabilidad. En su carácter sólo se le ven rictus de irritación y destellos de rencor hacia quienes critican o no comparten sus acciones aunque sean contrarias a la buena fe de la humanidad.
Este pasado martes, 75 senadores, por la ausencia de la bancada del Centro Democrático, por unanimidad aprobaron la refrendación del acuerdo de paz firmado por el presidente JM Santos y el máximo comandante de la Farc, se tiene como cierta la aprobación en la Cámara de Representantes ya que en el Congreso, el Gobierno cuenta con una coalición mayoritaria, así que esta, esta misma semana, después de la refrendación comenzará la implementación del nuevo acuerdo, reconocido por la posición como mejor que el primero, cuya validez es irreversible por ser totalmente democrática y sin ninguna tacha.
Entonces, podríamos decir que estamos ad portas de que las Farc dejen las armas por participar en política como ciudadanos civilizados. Bienvenidos. Ojalá lleguen con la voluntad de cambiar la tradicional política colombiana que tantos males nos ha deparado, porque sin duda alguna, algunos del nuevo partido político saldrán elegidos para administrar cargos públicos. Esperemos a ver si los militantes de los viejos partidos seguirán en las mismas de andar usurpando los erarios de las comunidades. Si no, más temprano que tarde, serán desbancados por exguerrilleros
Por José Romero Churio