El sistema de justicia en Colombia atraviesa una de sus más preocupantes crisis. Presenta problemas de acceso, independencia, eficacia y seguridad jurídica, que afectan, de conformidad con la percepción de los ciudadanos, su legitimidad. Algunos datos del BID, de hace varios meses, indican que el 77 % cree que no hace las cosas bien, el […]
El sistema de justicia en Colombia atraviesa una de sus más preocupantes crisis. Presenta problemas de acceso, independencia, eficacia y seguridad jurídica, que afectan, de conformidad con la percepción de los ciudadanos, su legitimidad.
Algunos datos del BID, de hace varios meses, indican que el 77 % cree que no hace las cosas bien, el 73 % desconfía de las altas cortes, el 60 % tiene una idea negativa de la Corte Suprema, y el 57 % posee una opinión desfavorable de la Corte Constitucional.
Hay otra cifra todavía más inquietante: el 76 % de las víctimas de un delito no lo denuncia. De esta manera se reflejan los problemas de ineficiencia y falta de calidad, así como el impacto de los escándalos de corrupción, que comprometen a algunos de los integrantes de la rama.
Por otra parte, los conflictos de competencias entre los más altos tribunales, el llamado “choque de trenes”, son constantes en nuestro país.
Los roces involucran no solamente a la Corte Constitucional cuando se pronuncia contra providencias proferidas por otras instancias supremas, si no, también, al Consejo de Estado y a la más alta corte de justicia, que han rechazado la acción de tutela contra sentencias.
La existencia de tantas cabezas de cierre, para no mencionar el efecto que tendrá la Jurisdicción Especial para la Paz, desligada del sistema de justicia, en la práctica, afectan la autonomía e independencia judicial y lesionan la seguridad jurídica y la cosa juzgada.
Cuando las distintas cortes, como sucede actualmente en Colombia, tienen interpretaciones distintas y, muchas veces, contradictorias, respecto de los alcances de un derecho o una norma, se acaba la certeza a que tienen derecho los ciudadanos sobre el marco constitucional y legal existente para proporcionarles seguridad jurídica.
La propuesta de crear una Corte Suprema única, que pone en consideración de los colombianos Iván Duque, para discutirla y concertarla, con salas especializadas y competencias específicas propias del alto tribunal en pleno, apunta, bueno y necesario es repetirlo, a garantizarle seguridad jurídica a todos.
Dentro de los estados miembros de la Organización de Naciones Unidas, 146 tienen una sola corte, 41 tienen 2, 6 tienen 3, 1 tiene 4, y más de 4 tiene solamente uno de ellos, según el CIA fact book y democracy index de 2017.
Que nadie descalifique, pues, a la ligera, como andan haciendo algunos protagonistas políticos nerviosos por las encuestas, la idea cuya discusión con serenidad y ánimo constructivo, está pidiendo Duque.
Las cosas no pueden seguir como están. Cambiarlas, en forma responsable, para recuperar la esperanza y la ilusión, con la mirada puesta en el futuro, es el sueño de todos los que quieren vivir y trabajar tranquilos.
El sistema de justicia en Colombia atraviesa una de sus más preocupantes crisis. Presenta problemas de acceso, independencia, eficacia y seguridad jurídica, que afectan, de conformidad con la percepción de los ciudadanos, su legitimidad. Algunos datos del BID, de hace varios meses, indican que el 77 % cree que no hace las cosas bien, el […]
El sistema de justicia en Colombia atraviesa una de sus más preocupantes crisis. Presenta problemas de acceso, independencia, eficacia y seguridad jurídica, que afectan, de conformidad con la percepción de los ciudadanos, su legitimidad.
Algunos datos del BID, de hace varios meses, indican que el 77 % cree que no hace las cosas bien, el 73 % desconfía de las altas cortes, el 60 % tiene una idea negativa de la Corte Suprema, y el 57 % posee una opinión desfavorable de la Corte Constitucional.
Hay otra cifra todavía más inquietante: el 76 % de las víctimas de un delito no lo denuncia. De esta manera se reflejan los problemas de ineficiencia y falta de calidad, así como el impacto de los escándalos de corrupción, que comprometen a algunos de los integrantes de la rama.
Por otra parte, los conflictos de competencias entre los más altos tribunales, el llamado “choque de trenes”, son constantes en nuestro país.
Los roces involucran no solamente a la Corte Constitucional cuando se pronuncia contra providencias proferidas por otras instancias supremas, si no, también, al Consejo de Estado y a la más alta corte de justicia, que han rechazado la acción de tutela contra sentencias.
La existencia de tantas cabezas de cierre, para no mencionar el efecto que tendrá la Jurisdicción Especial para la Paz, desligada del sistema de justicia, en la práctica, afectan la autonomía e independencia judicial y lesionan la seguridad jurídica y la cosa juzgada.
Cuando las distintas cortes, como sucede actualmente en Colombia, tienen interpretaciones distintas y, muchas veces, contradictorias, respecto de los alcances de un derecho o una norma, se acaba la certeza a que tienen derecho los ciudadanos sobre el marco constitucional y legal existente para proporcionarles seguridad jurídica.
La propuesta de crear una Corte Suprema única, que pone en consideración de los colombianos Iván Duque, para discutirla y concertarla, con salas especializadas y competencias específicas propias del alto tribunal en pleno, apunta, bueno y necesario es repetirlo, a garantizarle seguridad jurídica a todos.
Dentro de los estados miembros de la Organización de Naciones Unidas, 146 tienen una sola corte, 41 tienen 2, 6 tienen 3, 1 tiene 4, y más de 4 tiene solamente uno de ellos, según el CIA fact book y democracy index de 2017.
Que nadie descalifique, pues, a la ligera, como andan haciendo algunos protagonistas políticos nerviosos por las encuestas, la idea cuya discusión con serenidad y ánimo constructivo, está pidiendo Duque.
Las cosas no pueden seguir como están. Cambiarlas, en forma responsable, para recuperar la esperanza y la ilusión, con la mirada puesta en el futuro, es el sueño de todos los que quieren vivir y trabajar tranquilos.