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Columnista - 4 febrero, 2022

A votar

A quién le creo, al Dane o a la Cámara de Comercio, el primero dice que Valledupar es una de las ciudades con mayor desempleo y la otra que se crearon más de 2 mil pequeñas empresas, que por muy chiquitas que sean, generan trabajo. 

Leo por todas partes que Petro es esto u otro, que Petro hizo esto o aquello, que es el demonio vestido de santo o el lobo feroz disfrazado de oveja, pero que es un hombre jodido e inteligente y no veo que ningún petrista, que yo conozca, de vieja data. Son los mismos de ayer, hoy y mañana, y tampoco observo que estos se hayan convencido de nada y den rever, al contrario, están más aferrados a su candidatura. 

Que el señor de las bolsas, que el alcalde que acabó con Bogotá, que es ateo, pero que hoy habla con el Papa, que es el representante de Dios en quien él no cree, que esto, que aquello, que el Palacio de Justicia y tantas vainas más. Eso se acabó, como dice un colega columnista, eso es historia patria.

En las democracias las ambiciones políticas de los contrarios se atajan es con votos y no con buenos propósitos y eso es lo que hay que hacer: salir a votar en forma masiva por el candidato de nuestro agrado, por el que creamos que es el que más le conviene a Colombia, eso es lo único que vale, el voto y con el vamos a responder para llevar a la presidencia al candidato que nos satisfaga, de cualquiera de las coaliciones existentes.

Por lo pronto, como conservador que he sido desde cuando vine al mundo, voy a votar en la consulta de marzo por el doctor David Barguil para que mi partido vuelva a ser alternativa en los designios de este país y deje de ser el apéndice que ha sido en estos últimos tiempos; si el partido unido le responde al doctor Barguil, que reúne todas las condiciones para ser presidente de Colombia, puede ganar esa consulta y llegó la hora de que el Centro Democrático y los otros socios del Pacto por Colombia le retribuyan la colaboración que siempre le hemos dado para llevarlos al solio de Bolívar.

Dejémonos de hablar tanto de Petro y dediquémonos a organizarnos para ganarles voto a voto como es de usanza en las democracias del mundo. 

A quién le creo, al Dane o a la Cámara de Comercio, el primero dice que Valledupar es una de las ciudades con mayor desempleo y la otra que se crearon más de 2 mil pequeñas empresas, que por muy chiquitas que sean, generan trabajo. 

Me inclino por la segunda, porque el Dane cree que el trabajo informal, el rebusque, no genera ganancias y eso es lo que pulula en esta ciudad para llevar todos los días el biyuyo a la casa y si no, vaya al mercado, visite la Galería Popular, bájese un rato en el Boliche y Bolicihito, acuda a Mercabastos, a la Calle del Cesar y Centro en general, a la terminal y al aeropuerto para que vean que todo el mundo se gana su diario con copitos. 

Al contrario hace falta gente que trabaje y si no salga a buscar quien vaya a su casa a desmontarle unos abanicos para ver si lo encuentra; sastre, planchadoras, empleadas domésticas, jardineros, podadores, los que arreglan inodoros y baños, todos viven ocupados para no hablar de los mecánicos, latoneros y pintores.

Eso sí, venezolanos, esa plaga que todos los días llegan más y más abundan en las esquinas y semáforos y a veces con el espectáculo grotesco de niños lactantes guindados de una teta y otros aleccionados llorando de hambre.

Se acabó el espacio y estos son conceptos desconceptualizados (que palabrón) escritos por un viejo pasado de moda que tiene la fortuna de poder escribir y la satisfacción de que lo lean.

Por José Manuel Aponte Martínez

Columnista
4 febrero, 2022

A votar

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
José M. Aponte Martínez

A quién le creo, al Dane o a la Cámara de Comercio, el primero dice que Valledupar es una de las ciudades con mayor desempleo y la otra que se crearon más de 2 mil pequeñas empresas, que por muy chiquitas que sean, generan trabajo. 


Leo por todas partes que Petro es esto u otro, que Petro hizo esto o aquello, que es el demonio vestido de santo o el lobo feroz disfrazado de oveja, pero que es un hombre jodido e inteligente y no veo que ningún petrista, que yo conozca, de vieja data. Son los mismos de ayer, hoy y mañana, y tampoco observo que estos se hayan convencido de nada y den rever, al contrario, están más aferrados a su candidatura. 

Que el señor de las bolsas, que el alcalde que acabó con Bogotá, que es ateo, pero que hoy habla con el Papa, que es el representante de Dios en quien él no cree, que esto, que aquello, que el Palacio de Justicia y tantas vainas más. Eso se acabó, como dice un colega columnista, eso es historia patria.

En las democracias las ambiciones políticas de los contrarios se atajan es con votos y no con buenos propósitos y eso es lo que hay que hacer: salir a votar en forma masiva por el candidato de nuestro agrado, por el que creamos que es el que más le conviene a Colombia, eso es lo único que vale, el voto y con el vamos a responder para llevar a la presidencia al candidato que nos satisfaga, de cualquiera de las coaliciones existentes.

Por lo pronto, como conservador que he sido desde cuando vine al mundo, voy a votar en la consulta de marzo por el doctor David Barguil para que mi partido vuelva a ser alternativa en los designios de este país y deje de ser el apéndice que ha sido en estos últimos tiempos; si el partido unido le responde al doctor Barguil, que reúne todas las condiciones para ser presidente de Colombia, puede ganar esa consulta y llegó la hora de que el Centro Democrático y los otros socios del Pacto por Colombia le retribuyan la colaboración que siempre le hemos dado para llevarlos al solio de Bolívar.

Dejémonos de hablar tanto de Petro y dediquémonos a organizarnos para ganarles voto a voto como es de usanza en las democracias del mundo. 

A quién le creo, al Dane o a la Cámara de Comercio, el primero dice que Valledupar es una de las ciudades con mayor desempleo y la otra que se crearon más de 2 mil pequeñas empresas, que por muy chiquitas que sean, generan trabajo. 

Me inclino por la segunda, porque el Dane cree que el trabajo informal, el rebusque, no genera ganancias y eso es lo que pulula en esta ciudad para llevar todos los días el biyuyo a la casa y si no, vaya al mercado, visite la Galería Popular, bájese un rato en el Boliche y Bolicihito, acuda a Mercabastos, a la Calle del Cesar y Centro en general, a la terminal y al aeropuerto para que vean que todo el mundo se gana su diario con copitos. 

Al contrario hace falta gente que trabaje y si no salga a buscar quien vaya a su casa a desmontarle unos abanicos para ver si lo encuentra; sastre, planchadoras, empleadas domésticas, jardineros, podadores, los que arreglan inodoros y baños, todos viven ocupados para no hablar de los mecánicos, latoneros y pintores.

Eso sí, venezolanos, esa plaga que todos los días llegan más y más abundan en las esquinas y semáforos y a veces con el espectáculo grotesco de niños lactantes guindados de una teta y otros aleccionados llorando de hambre.

Se acabó el espacio y estos son conceptos desconceptualizados (que palabrón) escritos por un viejo pasado de moda que tiene la fortuna de poder escribir y la satisfacción de que lo lean.

Por José Manuel Aponte Martínez