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Columnista - 1 mayo, 2013

A pesar de toda la impunidad…

Incomprensibles los argumentos utilizados para descalificar el diálogo de la negociación del acuerdo de paz entre el gobierno y las Farc, en La Habana la capital de Cuba.

Por: José Romero Churio 

Incomprensibles los argumentos utilizados para descalificar el diálogo de la negociación del acuerdo de paz entre el gobierno y las Farc, en La Habana la capital de Cuba. Que de llegarse a firmar, más temprano que tarde, permitirá a todos los colombianos vivir más tranquilos con mejores oportunidades de desarrollar proyectos de vida en la búsqueda de  prosperidad,  con la prerrogativa de que se pueda disfrutar sin temor a secuestros extorsivos y a otros de los tantos riesgos que ahora están expuestos quienes tienen algún patrimonio.

Los argumentos más socorridos por los opositores al acuerdo de paz que se negocia en Cuba, son la defensa de que no queden impunes la violación de los Derechos Humanos, al Derecho Internacional Humanitario, asimismo los crímenes de guerra y los delitos de lesa humanidad. 

A pesar de toda la impunidad que conlleva el acuerdo de paz con las Farc, ningún colombiano que se cataloga como buen compatriota debería rechazarlo, sino  apoyarlo aportando ideas que faciliten su firma lo más pronto posible,  para que no haya muertos por un conflicto armado interno que ha generado múltiples problemas horribles al país y a su gente.

En la negociación de un acuerdo de paz, para terminar una guerra interna atroz en la que, tanto la guerrilla como las fuerzas armadas pública han cometido crímenes y delitos de toda índole. Con la ley transicional que cobija el actual proceso de paz, a las delegaciones negociadoras les toca hilar fino para no caer en posiciones que den al traste con la esperanza de un pueblo cansado de sufrir tantos exabruptos, como la masacre de 74 personas en el interior de la iglesia de la población de Bojayá, Chocó, donde cientos de personas se refugiaron, para salvarse  del enfrentamiento entre el Frente 58 de las Farc y paramilitares de las  autodefensas, ambas huestes empeñadas en mantener el control de la zona con acceso al río Atrato, nefasto suceso ocurrido el 2 de mayo de 2002.

El martes de esta semana, en Bogotá,  finalizó el foro sobre la participación política de los exmilitantes de las Farc, respaldado por la ONU y la Universidad Nacional, donde  intervinieron representantes de todas las tendencias políticas, a excepción del Movimiento Puro Centro Democrático, creado por el ex presidente  Álvaro Uribe; cuyas conclusiones serán remitidas a las delegaciones del gobierno y las Farc a La Habana, a más tardar el próximo 20 de mayo, para sus respectivos análisis y factible aprobación conjunta.

Teniendo en cuenta el marco jurídico para lograr la paz en Colombia y la cantidad de crímenes y delitos que se han cometido, como los falsos positivos del ejército regular, es viable que los negociadores recurran al “perdón y olvido” como hicieron en Sudáfrica. De lo contrario seguiremos enterrando los muertos del tan degradado conflicto interno.    

 

Columnista
1 mayo, 2013

A pesar de toda la impunidad…

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
José Romero Churio

Incomprensibles los argumentos utilizados para descalificar el diálogo de la negociación del acuerdo de paz entre el gobierno y las Farc, en La Habana la capital de Cuba.


Por: José Romero Churio 

Incomprensibles los argumentos utilizados para descalificar el diálogo de la negociación del acuerdo de paz entre el gobierno y las Farc, en La Habana la capital de Cuba. Que de llegarse a firmar, más temprano que tarde, permitirá a todos los colombianos vivir más tranquilos con mejores oportunidades de desarrollar proyectos de vida en la búsqueda de  prosperidad,  con la prerrogativa de que se pueda disfrutar sin temor a secuestros extorsivos y a otros de los tantos riesgos que ahora están expuestos quienes tienen algún patrimonio.

Los argumentos más socorridos por los opositores al acuerdo de paz que se negocia en Cuba, son la defensa de que no queden impunes la violación de los Derechos Humanos, al Derecho Internacional Humanitario, asimismo los crímenes de guerra y los delitos de lesa humanidad. 

A pesar de toda la impunidad que conlleva el acuerdo de paz con las Farc, ningún colombiano que se cataloga como buen compatriota debería rechazarlo, sino  apoyarlo aportando ideas que faciliten su firma lo más pronto posible,  para que no haya muertos por un conflicto armado interno que ha generado múltiples problemas horribles al país y a su gente.

En la negociación de un acuerdo de paz, para terminar una guerra interna atroz en la que, tanto la guerrilla como las fuerzas armadas pública han cometido crímenes y delitos de toda índole. Con la ley transicional que cobija el actual proceso de paz, a las delegaciones negociadoras les toca hilar fino para no caer en posiciones que den al traste con la esperanza de un pueblo cansado de sufrir tantos exabruptos, como la masacre de 74 personas en el interior de la iglesia de la población de Bojayá, Chocó, donde cientos de personas se refugiaron, para salvarse  del enfrentamiento entre el Frente 58 de las Farc y paramilitares de las  autodefensas, ambas huestes empeñadas en mantener el control de la zona con acceso al río Atrato, nefasto suceso ocurrido el 2 de mayo de 2002.

El martes de esta semana, en Bogotá,  finalizó el foro sobre la participación política de los exmilitantes de las Farc, respaldado por la ONU y la Universidad Nacional, donde  intervinieron representantes de todas las tendencias políticas, a excepción del Movimiento Puro Centro Democrático, creado por el ex presidente  Álvaro Uribe; cuyas conclusiones serán remitidas a las delegaciones del gobierno y las Farc a La Habana, a más tardar el próximo 20 de mayo, para sus respectivos análisis y factible aprobación conjunta.

Teniendo en cuenta el marco jurídico para lograr la paz en Colombia y la cantidad de crímenes y delitos que se han cometido, como los falsos positivos del ejército regular, es viable que los negociadores recurran al “perdón y olvido” como hicieron en Sudáfrica. De lo contrario seguiremos enterrando los muertos del tan degradado conflicto interno.