“Nunca más de aquí en adelante saldrás con nosotros a la batalla, no sea que apagues la lámpara de Israel: 2 Samuel 21,17. En ocasión del día del padre, quiero dedicar esta columna a todos los padres de mi región. Hace algún tiempo con mi amigo de siempre, Kako Valle, comentábamos que ya no se […]
“Nunca más de aquí en adelante saldrás con nosotros a la batalla, no sea que apagues la lámpara de Israel: 2 Samuel 21,17.
En ocasión del día del padre, quiero dedicar esta columna a todos los padres de mi región.
Hace algún tiempo con mi amigo de siempre, Kako Valle, comentábamos que ya no se veían los viejos en las calles de nuestro pueblo como en las épocas de antaño. Yo preguntaba: ¿Dónde están los viejos ahora? ¿Por qué no se ven por las calles, ni sentados a las puertas? A lo que jocosamente Kako respondió: “¡No ves que los viejos de ahora somos nosotros mismos!”.
¿Cuándo es el tiempo en el que un líder cansado deba hacerse a un lado para dejar lugar a los más jóvenes? Conocemos muchos casos en los que paladines que ya no tienen la fuerza y vitalidad de antes, todavía insisten en seguir haciendo las cosas como las hacían en años pasados.
El pasaje que hoy nos sirve de marco de reflexión, nos hace recordar aquellos tiempos en los que David, siendo joven obtuvo grandes victorias y sumó una larga lista de extraordinarias demostraciones de valentía y coraje en el campo de batalla. Especialmente aquella en la que siendo un muchacho, venció al gigante Goliat y su hazaña quedó registrada para siempre en los anales del pueblo de Dios.
Ahora, David ya no era el mismo hombre, y aunque su arrojo y bravura seguían intactos, carecía de la destreza y la fuerza que había demostrado en otros tiempos. El resultado fue que en esa batalla contra los filisteos, un gigante de nombre Isbi-benob, trató de matar a David, teniendo que ser defendido por Abisai, uno de sus generales; quien se interpuso y logró evitar lo que hubiera sido una verdadera tragedia para el pueblo.
Amados amigos lectores, David cansado es ayudado por Abisai. ¿cuántas veces cansados de la vida, somos presa fácil de los Isbi-benob que intentan eliminarnos? ¿Cuántos Abisai hay a nuestro alrededor dispuestos a defendernos de los ataques traicioneros de nuestros enemigos?
Pasado ese momento, el Estado Mayor Conjunto, determinó que David no debería salir más a la batalla con el fin de preservar su vida. ¡Necesitaban a su rey vivo y sano! Y este era justamente, el momento de mayor reto para David, un momento de transición que lo provocaba a hacer los ajustes necesarios en su vida para ser consecuente con las crecientes debilidades que lo acompañaban.
Bien pudo David haberse aferrado a su posición para retener aquello que se desvanecía lentamente con el pasar de los años, pero aceptó sus limitaciones y tuvo la humidad para reconocerlo. Nunca más salió a la batalla. Había llegado la hora en que los más jóvenes asumieran la responsabilidad de velar por la seguridad de Israel.
A los padres que envejecen con gracia, les invito a seguir liderando desde la sombra. ¡Disfruten del descanso merecido! ¡Cuídense para que no se apague la lámpara en su familia! Dejen que los más jóvenes salgan a la batalla, mientras con su sabiduría y experiencia continúan trazando los derroteros de un mejor futuro para sus familias.
Que Dios los mantenga en salud y vigor con un espíritu generoso para que cedan con gozo el lugar a los que vienen detrás. Y que en los años por venir puedan dedicarse a entregar un legado de bendiciones a sus generaciones futuras.
Dios los bendiga con abundancia y paz. ¡Feliz día del padre!
Abrazos en Cristo.
“Nunca más de aquí en adelante saldrás con nosotros a la batalla, no sea que apagues la lámpara de Israel: 2 Samuel 21,17. En ocasión del día del padre, quiero dedicar esta columna a todos los padres de mi región. Hace algún tiempo con mi amigo de siempre, Kako Valle, comentábamos que ya no se […]
“Nunca más de aquí en adelante saldrás con nosotros a la batalla, no sea que apagues la lámpara de Israel: 2 Samuel 21,17.
En ocasión del día del padre, quiero dedicar esta columna a todos los padres de mi región.
Hace algún tiempo con mi amigo de siempre, Kako Valle, comentábamos que ya no se veían los viejos en las calles de nuestro pueblo como en las épocas de antaño. Yo preguntaba: ¿Dónde están los viejos ahora? ¿Por qué no se ven por las calles, ni sentados a las puertas? A lo que jocosamente Kako respondió: “¡No ves que los viejos de ahora somos nosotros mismos!”.
¿Cuándo es el tiempo en el que un líder cansado deba hacerse a un lado para dejar lugar a los más jóvenes? Conocemos muchos casos en los que paladines que ya no tienen la fuerza y vitalidad de antes, todavía insisten en seguir haciendo las cosas como las hacían en años pasados.
El pasaje que hoy nos sirve de marco de reflexión, nos hace recordar aquellos tiempos en los que David, siendo joven obtuvo grandes victorias y sumó una larga lista de extraordinarias demostraciones de valentía y coraje en el campo de batalla. Especialmente aquella en la que siendo un muchacho, venció al gigante Goliat y su hazaña quedó registrada para siempre en los anales del pueblo de Dios.
Ahora, David ya no era el mismo hombre, y aunque su arrojo y bravura seguían intactos, carecía de la destreza y la fuerza que había demostrado en otros tiempos. El resultado fue que en esa batalla contra los filisteos, un gigante de nombre Isbi-benob, trató de matar a David, teniendo que ser defendido por Abisai, uno de sus generales; quien se interpuso y logró evitar lo que hubiera sido una verdadera tragedia para el pueblo.
Amados amigos lectores, David cansado es ayudado por Abisai. ¿cuántas veces cansados de la vida, somos presa fácil de los Isbi-benob que intentan eliminarnos? ¿Cuántos Abisai hay a nuestro alrededor dispuestos a defendernos de los ataques traicioneros de nuestros enemigos?
Pasado ese momento, el Estado Mayor Conjunto, determinó que David no debería salir más a la batalla con el fin de preservar su vida. ¡Necesitaban a su rey vivo y sano! Y este era justamente, el momento de mayor reto para David, un momento de transición que lo provocaba a hacer los ajustes necesarios en su vida para ser consecuente con las crecientes debilidades que lo acompañaban.
Bien pudo David haberse aferrado a su posición para retener aquello que se desvanecía lentamente con el pasar de los años, pero aceptó sus limitaciones y tuvo la humidad para reconocerlo. Nunca más salió a la batalla. Había llegado la hora en que los más jóvenes asumieran la responsabilidad de velar por la seguridad de Israel.
A los padres que envejecen con gracia, les invito a seguir liderando desde la sombra. ¡Disfruten del descanso merecido! ¡Cuídense para que no se apague la lámpara en su familia! Dejen que los más jóvenes salgan a la batalla, mientras con su sabiduría y experiencia continúan trazando los derroteros de un mejor futuro para sus familias.
Que Dios los mantenga en salud y vigor con un espíritu generoso para que cedan con gozo el lugar a los que vienen detrás. Y que en los años por venir puedan dedicarse a entregar un legado de bendiciones a sus generaciones futuras.
Dios los bendiga con abundancia y paz. ¡Feliz día del padre!
Abrazos en Cristo.