El próximo sábado es el Día Internacional de la mujer, ya todos sabemos la historia de esta fecha conmemorada en todo el mundo y en algunos países declarada fiesta nacional. Honor a la mujer trabajadora, la mujer ama de casa, la mujer olvidada, la mujer zaherida, la mujer madre, la mujer, esa que por ningún […]
El próximo sábado es el Día Internacional de la mujer, ya todos sabemos la historia de esta fecha conmemorada en todo el mundo y en algunos países declarada fiesta nacional.
Honor a la mujer trabajadora, la mujer ama de casa, la mujer olvidada, la mujer zaherida, la mujer madre, la mujer, esa que por ningún motivo debe estar detrás del hombre sino a su lado trabajando en la reconstrucción de un mundo en el que haya tranquilidad. La mujer de la casa, la mujer de la calle, la sumisa, la rebelde, la madre, la abuela, la mujer, la santa, la no santa, la de los tugurios, la de las mansiones, en fin, la mujer.
A todas ellas y a muchas que se haría prolijo enumerar, dedico mi columna, así, adelantada que es mejor que atrasada que lo sería si la escribiera para el próximo lunes. Lo hago para unirme a la cantidad de flores, tarjetas, exaltaciones, condecoraciones, invitaciones, regalos que algunas reciben ese día.
Es difícil exaltar a unas pocas, si es el día de todas, pero este año quiero resaltar la labor de algunas colegas columnistas que con su disciplina y tenacidad en el trabajo ennoblecen la condición de ser mujer trabajadora, preocupadas por el bienestar de los pueblos.
Imelda Daza Cotes, por ejemplo, desde la lejanía sigue el camino por el que transita su país y vuelca sus preocupaciones y sus inquietudes en su columna semanal de este diario, su inteligencia queda grabada en cada concepto de la vida política, social, económica de su país y del mundo, y la mayoría de las veces nos deja pensando. Eso es interesante.
Nury Pardo, otra columnista permanente que nos lleva a conocer nuestros derechos ciudadanos, la más enterada de la marcha de los servicios públicos y del bienestar de Valledupar, trabajadora silenciosa y generosa.
Giomar Lucía Guerra escribe historias regionales, sobre folclor, personajes, lugares, amante de los atardeceres, de los paisajes, de los olores frescos, del rumor del Guatapurí, de todo lo que sea de su Valle.
Ana María Ferrer con su misión difícil de acertar sobre el tema preciso que debe elogiar o fustigar El Pilón, periódico al que le ha dedicado muchos años, trabajo e interés.
No puedo dejar de mencionar a Silvia Betancourt, Yastao, tantos años publicando su columna, desde su cocina, hoy desde otra ciudad sigue la vida de Valledupar y llora con sus tristezas, ríe con sus logros y alegrías. Su espacio siempre la esperará.
Somos muy pocas las mujeres que escribimos aquí, sin embargo, hay espacio para la que desee ser columnista, con el convencimiento de que el oficio no es fácil, necesita disciplina, seriedad, constancia y respeto.
Columnistas de El Pilón y de otros medios, todas brindaremos por la mujer, esa que está sumida en la pobreza, olvidada, sola, para que le llegue una luz de esperanza y amor a la vida.
El próximo sábado es el Día Internacional de la mujer, ya todos sabemos la historia de esta fecha conmemorada en todo el mundo y en algunos países declarada fiesta nacional. Honor a la mujer trabajadora, la mujer ama de casa, la mujer olvidada, la mujer zaherida, la mujer madre, la mujer, esa que por ningún […]
El próximo sábado es el Día Internacional de la mujer, ya todos sabemos la historia de esta fecha conmemorada en todo el mundo y en algunos países declarada fiesta nacional.
Honor a la mujer trabajadora, la mujer ama de casa, la mujer olvidada, la mujer zaherida, la mujer madre, la mujer, esa que por ningún motivo debe estar detrás del hombre sino a su lado trabajando en la reconstrucción de un mundo en el que haya tranquilidad. La mujer de la casa, la mujer de la calle, la sumisa, la rebelde, la madre, la abuela, la mujer, la santa, la no santa, la de los tugurios, la de las mansiones, en fin, la mujer.
A todas ellas y a muchas que se haría prolijo enumerar, dedico mi columna, así, adelantada que es mejor que atrasada que lo sería si la escribiera para el próximo lunes. Lo hago para unirme a la cantidad de flores, tarjetas, exaltaciones, condecoraciones, invitaciones, regalos que algunas reciben ese día.
Es difícil exaltar a unas pocas, si es el día de todas, pero este año quiero resaltar la labor de algunas colegas columnistas que con su disciplina y tenacidad en el trabajo ennoblecen la condición de ser mujer trabajadora, preocupadas por el bienestar de los pueblos.
Imelda Daza Cotes, por ejemplo, desde la lejanía sigue el camino por el que transita su país y vuelca sus preocupaciones y sus inquietudes en su columna semanal de este diario, su inteligencia queda grabada en cada concepto de la vida política, social, económica de su país y del mundo, y la mayoría de las veces nos deja pensando. Eso es interesante.
Nury Pardo, otra columnista permanente que nos lleva a conocer nuestros derechos ciudadanos, la más enterada de la marcha de los servicios públicos y del bienestar de Valledupar, trabajadora silenciosa y generosa.
Giomar Lucía Guerra escribe historias regionales, sobre folclor, personajes, lugares, amante de los atardeceres, de los paisajes, de los olores frescos, del rumor del Guatapurí, de todo lo que sea de su Valle.
Ana María Ferrer con su misión difícil de acertar sobre el tema preciso que debe elogiar o fustigar El Pilón, periódico al que le ha dedicado muchos años, trabajo e interés.
No puedo dejar de mencionar a Silvia Betancourt, Yastao, tantos años publicando su columna, desde su cocina, hoy desde otra ciudad sigue la vida de Valledupar y llora con sus tristezas, ríe con sus logros y alegrías. Su espacio siempre la esperará.
Somos muy pocas las mujeres que escribimos aquí, sin embargo, hay espacio para la que desee ser columnista, con el convencimiento de que el oficio no es fácil, necesita disciplina, seriedad, constancia y respeto.
Columnistas de El Pilón y de otros medios, todas brindaremos por la mujer, esa que está sumida en la pobreza, olvidada, sola, para que le llegue una luz de esperanza y amor a la vida.