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Columnista - 27 marzo, 2013

A la sucesión pontificial le sobra un pedazo

Le sobra uno y le faltan varios. Todas las historias, en todo el mundo, tienen en sus descripciones, mitos e imprecisiones y, por lo general, favorecen a los triunfadores quienes dictan los hechos a su manera.

Por. Luis Napoleón de Armas P.

Le sobra uno y le faltan varios. Todas las historias, en todo el mundo, tienen en sus descripciones, mitos e imprecisiones y, por lo general, favorecen a los triunfadores quienes dictan los hechos a su manera. Pero las historias religiosas llevan mitos de sobra en sus descripciones.

La sucesión papal que conocemos, no resiste un análisis serio. Nos hablan de 266 purpurados pero, al menos, los primeros 34 no lo fueron por sustracción de materia; en el primer tercio del primer milenio la iglesia católica no tenía identidad doctrinaria ni sede física, ni organización para actuar como cabeza religiosa; apenas era un proyecto político-religioso, que se debatía entre criterios y contenidos, que actuaba en el ostracismo por el acoso del imperio romano; Pedro fue muerto el 29 de junio por Nerón así que fue poco lo que éste logró construir; ya sabemos, además, que Pedro no era muy valiente para hacer esta tarea pues ya sabemos que en una ocasión negó tres veces a Jesús.

Mirando bien las cosas, fue mucho más eficaz el trabajo de Pablo que intentó hacer un trabajo de evangelización en varios lugares, que se ve en las cartas paulinas. Por esos tiempos, el principio fundamental de la iglesia católica no estaba definido; la llamada “controversia arriana” no permitía avanzar; mientras el obispo Alejandro de Alejandría y otros, sostenían la teoría de la divinidad de Cristo, el presbítero Arrioy sus seguidores la negaban. Esta unidad solo se logró en el concilio de Nicea (Turquía), por el apoyo decisivo de Constantino a los adversarios de Arrio. En esas calendas tampoco estaban definidos los textos que hoy se conocen como “la biblia” a la cual no le pudieron dar un nombre pues biblia quiere decir “libro”; esto se debió, tal vez, a la falta de claridad en su contenido; el nombre de un libro tiene que ver con esto.

Muchos investigadores han encontrado que algunos códices no fueran incluidos en lo que podría servir de soporte filosófico a la institución naciente llamada iglesia católica, para evitar contradicciones; esto podría explicar por qué su lectura no le era permitida al vulgo.La Vulgata, traducción al latín, del AT hebreo y del NT griego, solo culminó en 405, ratificado parcialmente por los concilios de Trento (397) y Cartago, después, en los cuales fueron escogidos 27 textos. No existe ningún manuscrito de la actual biblia; los más antiguos conocidos son los códices Sináutico y Vaticanusque datan de los siglos IV y V pero que no fueron tenidos en cuenta.

El edificio conocido hoy como el Vaticano solo fue puesto en servicio en 1.377 y desde entonces se convirtió en la residencia oficial de los papas (SIC), pero la primera basílica la hizo Constantino en 315 sobre la tumba de Pedro. Antes de esto, se habla de los papas de Avignon, Francia, pero no se sabe ni como los designaban ni quienes lo hacían. Muchos de esos supuestos papas no quisieron trasladarse al Vaticano como Clemente VII y Benedicto XIII quienes, por eso, fueron tildados de antipapas. Parece, según esto, que hubo un cismo, que permitió la coexistencia de varios papas al tiempo.

En estos momentos, la unidad cristiana no estaba consolidada; uno de los pilares del cristianismo como es la Trinidad solo vino a definirse en el concilio de Constantinopla en 381. Solo a partir de este momento los jefes de la iglesia comenzaron a llamarse papas, acróstico que podría significar Petri, Apostoli, Potestatem, Accipiens (el que recibe la potestad del apóstol Pedro), aunque algunos dicen que el vocablo viene del griego pappas que significa padre. Ni en eso se han puesto de acuerdo, mas, este término no puede ser gratuito. Pero, si Pedro no fue papa, ¿cuál es esa potestad?

 

Columnista
27 marzo, 2013

A la sucesión pontificial le sobra un pedazo

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Luis Napoleón de Armas P.

Le sobra uno y le faltan varios. Todas las historias, en todo el mundo, tienen en sus descripciones, mitos e imprecisiones y, por lo general, favorecen a los triunfadores quienes dictan los hechos a su manera.


Por. Luis Napoleón de Armas P.

Le sobra uno y le faltan varios. Todas las historias, en todo el mundo, tienen en sus descripciones, mitos e imprecisiones y, por lo general, favorecen a los triunfadores quienes dictan los hechos a su manera. Pero las historias religiosas llevan mitos de sobra en sus descripciones.

La sucesión papal que conocemos, no resiste un análisis serio. Nos hablan de 266 purpurados pero, al menos, los primeros 34 no lo fueron por sustracción de materia; en el primer tercio del primer milenio la iglesia católica no tenía identidad doctrinaria ni sede física, ni organización para actuar como cabeza religiosa; apenas era un proyecto político-religioso, que se debatía entre criterios y contenidos, que actuaba en el ostracismo por el acoso del imperio romano; Pedro fue muerto el 29 de junio por Nerón así que fue poco lo que éste logró construir; ya sabemos, además, que Pedro no era muy valiente para hacer esta tarea pues ya sabemos que en una ocasión negó tres veces a Jesús.

Mirando bien las cosas, fue mucho más eficaz el trabajo de Pablo que intentó hacer un trabajo de evangelización en varios lugares, que se ve en las cartas paulinas. Por esos tiempos, el principio fundamental de la iglesia católica no estaba definido; la llamada “controversia arriana” no permitía avanzar; mientras el obispo Alejandro de Alejandría y otros, sostenían la teoría de la divinidad de Cristo, el presbítero Arrioy sus seguidores la negaban. Esta unidad solo se logró en el concilio de Nicea (Turquía), por el apoyo decisivo de Constantino a los adversarios de Arrio. En esas calendas tampoco estaban definidos los textos que hoy se conocen como “la biblia” a la cual no le pudieron dar un nombre pues biblia quiere decir “libro”; esto se debió, tal vez, a la falta de claridad en su contenido; el nombre de un libro tiene que ver con esto.

Muchos investigadores han encontrado que algunos códices no fueran incluidos en lo que podría servir de soporte filosófico a la institución naciente llamada iglesia católica, para evitar contradicciones; esto podría explicar por qué su lectura no le era permitida al vulgo.La Vulgata, traducción al latín, del AT hebreo y del NT griego, solo culminó en 405, ratificado parcialmente por los concilios de Trento (397) y Cartago, después, en los cuales fueron escogidos 27 textos. No existe ningún manuscrito de la actual biblia; los más antiguos conocidos son los códices Sináutico y Vaticanusque datan de los siglos IV y V pero que no fueron tenidos en cuenta.

El edificio conocido hoy como el Vaticano solo fue puesto en servicio en 1.377 y desde entonces se convirtió en la residencia oficial de los papas (SIC), pero la primera basílica la hizo Constantino en 315 sobre la tumba de Pedro. Antes de esto, se habla de los papas de Avignon, Francia, pero no se sabe ni como los designaban ni quienes lo hacían. Muchos de esos supuestos papas no quisieron trasladarse al Vaticano como Clemente VII y Benedicto XIII quienes, por eso, fueron tildados de antipapas. Parece, según esto, que hubo un cismo, que permitió la coexistencia de varios papas al tiempo.

En estos momentos, la unidad cristiana no estaba consolidada; uno de los pilares del cristianismo como es la Trinidad solo vino a definirse en el concilio de Constantinopla en 381. Solo a partir de este momento los jefes de la iglesia comenzaron a llamarse papas, acróstico que podría significar Petri, Apostoli, Potestatem, Accipiens (el que recibe la potestad del apóstol Pedro), aunque algunos dicen que el vocablo viene del griego pappas que significa padre. Ni en eso se han puesto de acuerdo, mas, este término no puede ser gratuito. Pero, si Pedro no fue papa, ¿cuál es esa potestad?