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Columnista - 5 noviembre, 2022

¡A grito herido!

Sólo han pasado 3 meses desde que Petro se posesionó como presidente de Colombia y ha sido suficiente para empobrecernos de manera sistemática. Al comparar nuestro patrimonio en pesos, con lo que representaría en dólares, nos hemos empobrecido más del 20%. Petro muestra la misma eficiencia para crear pobreza que el régimen venezolano al que […]

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Sólo han pasado 3 meses desde que Petro se posesionó como presidente de Colombia y ha sido suficiente para empobrecernos de manera sistemática. Al comparar nuestro patrimonio en pesos, con lo que representaría en dólares, nos hemos empobrecido más del 20%. Petro muestra la misma eficiencia para crear pobreza que el régimen venezolano al que cada día se parece más. 

Nunca habíamos vivido una situación tan compleja. Ya se escuchan voces que piden la renuncia del ministro de hacienda José Antonio Ocampo. Hasta personajes de la talla de Salomón Kalmanovitz le han sugerido al guerrillero que cambie todo el gabinete. Erráticos, ingenuos, inexpertos y bobos, así se ven esos ministros del gobierno del cambio.

Francia no para de decir pendejadas mientras la primera dama sigue viajando por el mundo; debe estar por cambiar su pasaporte por falta de espacio para sellarlo. El costo de vida está disparado, los precios de los productos de la canasta familiar están por las nubes. No pasa nada. Cuando creemos haber tocado fondo pasa algo aún peor. El desgobierno es total y eso se traduce en la fuga de capitales, el aumento de la tasa de interés y una gran disminución de la inversión extranjera. Y ni hablemos de la reforma tributaria que nos dejará pobres a todos. Estamos jodidos. ¡El cambio sí llegó!

Estos 48 meses van a ser eternos. Tendremos que rezar mucho para llenarnos de paciencia pero especialmente para llenarnos de berraquera para aguantar, aguantar y aguantar. Valoro mucho a aquellos que votaron por el Pacto Histórico y hoy, poco tiempo después, expresan abiertamente que se equivocaron, que la embarraron. El arrepentimiento tomó mucho menos tiempo que en Venezuela. Así estaremos de mal.

La izquierda es experta en hacer oposición, ese es su nicho natural. Desde allí todo lo critican y dicen tener las soluciones; soluciones, que de paso, no vemos cuando ganan elecciones. No saben gobernar, no lideran, se ahogan en una piscina para niños. Lo vemos en la Casa de Nariño y en Bogotá, Medellín y Cali, el desastre es total. Sólo nos consuela que alias 19 fue condenado a 14 años de prisión, eso evitará que llegue a ser ministro. Aquí los libretistas que han acabado con la imagen internacional de Colombia llegan al Senado y salen corriendo prontico cuando ven que el barco se hunde, los gastos de decoración de la casa presidencial se disparan, el dólar sobrepasa los 5 mil pesos y Ecopetrol pierde su valor de manera paulatina gracias a las políticas que hoy se imponen. 

Mientras eso pasa por aquí, Venezuela sigue fregada, en Brasil reeligen, por poco pero reeligen, a Lula, el más corrupto de los presidentes del gigante del sur. Chile se descuaderna rápidamente y Argentina sufre la mayor devaluación del último tiempo. Perú, el querido Perú, deambula como la llorona, de lado a lado pero sin rumbo, y México se acerca a los 4 años de un gobierno para el olvido. Y sin ir mucho más allá, Estados Unidos padece a un Biden torpe y desubicado, que nos hace recordar las peores épocas de Virgilio Barco. En cambio en El Salvador la admiración por Bukele le permite una aprobación de más del 90% de sus gobernados, mientras la Nicaragua de Ortega y la Honduras de los Zelaya mueren de hambre y padecen una delincuencia descontrolada.

¿Cómo fue que llegamos a caer tan bajo? Pues porque el señor Rodolfo Hernández, nuestra pesadilla democrática, nos engañó a todos, fungió de lobo con piel de oveja, le hizo el cajón a ‘Fico’ Gutiérrez y nos condenó a esta tragedia. Para él un saludo cordial y todo nuestro agradecimiento; maldita la hora en la que se metió a hacer política. Menos mal ya no suena ni truena porque cada vez que lo veía por televisión temprano en las mañanas, ni desayunaba, ni almorzaba ni comía ese día porque el estómago me quedaba revuelto. ¡Chao viejo! Y espero que su Santander del alma le dé la espalda de ahora en adelante.

Marchamos el sábado pasado con mi esposa porque estamos cansados de ver cómo destruyen el país que hemos ayudado a construir. Marcharemos mil veces más si es necesario. ¡Dejaremos el cuero en este empeño!

Columnista
5 noviembre, 2022

¡A grito herido!

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Jorge Eduardo Ávila

Sólo han pasado 3 meses desde que Petro se posesionó como presidente de Colombia y ha sido suficiente para empobrecernos de manera sistemática. Al comparar nuestro patrimonio en pesos, con lo que representaría en dólares, nos hemos empobrecido más del 20%. Petro muestra la misma eficiencia para crear pobreza que el régimen venezolano al que […]


Sólo han pasado 3 meses desde que Petro se posesionó como presidente de Colombia y ha sido suficiente para empobrecernos de manera sistemática. Al comparar nuestro patrimonio en pesos, con lo que representaría en dólares, nos hemos empobrecido más del 20%. Petro muestra la misma eficiencia para crear pobreza que el régimen venezolano al que cada día se parece más. 

Nunca habíamos vivido una situación tan compleja. Ya se escuchan voces que piden la renuncia del ministro de hacienda José Antonio Ocampo. Hasta personajes de la talla de Salomón Kalmanovitz le han sugerido al guerrillero que cambie todo el gabinete. Erráticos, ingenuos, inexpertos y bobos, así se ven esos ministros del gobierno del cambio.

Francia no para de decir pendejadas mientras la primera dama sigue viajando por el mundo; debe estar por cambiar su pasaporte por falta de espacio para sellarlo. El costo de vida está disparado, los precios de los productos de la canasta familiar están por las nubes. No pasa nada. Cuando creemos haber tocado fondo pasa algo aún peor. El desgobierno es total y eso se traduce en la fuga de capitales, el aumento de la tasa de interés y una gran disminución de la inversión extranjera. Y ni hablemos de la reforma tributaria que nos dejará pobres a todos. Estamos jodidos. ¡El cambio sí llegó!

Estos 48 meses van a ser eternos. Tendremos que rezar mucho para llenarnos de paciencia pero especialmente para llenarnos de berraquera para aguantar, aguantar y aguantar. Valoro mucho a aquellos que votaron por el Pacto Histórico y hoy, poco tiempo después, expresan abiertamente que se equivocaron, que la embarraron. El arrepentimiento tomó mucho menos tiempo que en Venezuela. Así estaremos de mal.

La izquierda es experta en hacer oposición, ese es su nicho natural. Desde allí todo lo critican y dicen tener las soluciones; soluciones, que de paso, no vemos cuando ganan elecciones. No saben gobernar, no lideran, se ahogan en una piscina para niños. Lo vemos en la Casa de Nariño y en Bogotá, Medellín y Cali, el desastre es total. Sólo nos consuela que alias 19 fue condenado a 14 años de prisión, eso evitará que llegue a ser ministro. Aquí los libretistas que han acabado con la imagen internacional de Colombia llegan al Senado y salen corriendo prontico cuando ven que el barco se hunde, los gastos de decoración de la casa presidencial se disparan, el dólar sobrepasa los 5 mil pesos y Ecopetrol pierde su valor de manera paulatina gracias a las políticas que hoy se imponen. 

Mientras eso pasa por aquí, Venezuela sigue fregada, en Brasil reeligen, por poco pero reeligen, a Lula, el más corrupto de los presidentes del gigante del sur. Chile se descuaderna rápidamente y Argentina sufre la mayor devaluación del último tiempo. Perú, el querido Perú, deambula como la llorona, de lado a lado pero sin rumbo, y México se acerca a los 4 años de un gobierno para el olvido. Y sin ir mucho más allá, Estados Unidos padece a un Biden torpe y desubicado, que nos hace recordar las peores épocas de Virgilio Barco. En cambio en El Salvador la admiración por Bukele le permite una aprobación de más del 90% de sus gobernados, mientras la Nicaragua de Ortega y la Honduras de los Zelaya mueren de hambre y padecen una delincuencia descontrolada.

¿Cómo fue que llegamos a caer tan bajo? Pues porque el señor Rodolfo Hernández, nuestra pesadilla democrática, nos engañó a todos, fungió de lobo con piel de oveja, le hizo el cajón a ‘Fico’ Gutiérrez y nos condenó a esta tragedia. Para él un saludo cordial y todo nuestro agradecimiento; maldita la hora en la que se metió a hacer política. Menos mal ya no suena ni truena porque cada vez que lo veía por televisión temprano en las mañanas, ni desayunaba, ni almorzaba ni comía ese día porque el estómago me quedaba revuelto. ¡Chao viejo! Y espero que su Santander del alma le dé la espalda de ahora en adelante.

Marchamos el sábado pasado con mi esposa porque estamos cansados de ver cómo destruyen el país que hemos ayudado a construir. Marcharemos mil veces más si es necesario. ¡Dejaremos el cuero en este empeño!