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Columnista - 6 septiembre, 2010

A barajar de Nuevo

Visión Universal Por: Luis Mendoza Sierra Un poco en desorden y de manera improvisada, la región ha comenzado a defender, con sobradas razones, sus derechos ante el raponazo que despunta en el horizonte y que calentará como el sol en el zenit,  con el proyecto de Acto Legislativo presentado por el gobierno de los Santos, […]

Visión Universal

Por: Luis Mendoza Sierra

Un poco en desorden y de manera improvisada, la región ha comenzado a defender, con sobradas razones, sus derechos ante el raponazo que despunta en el horizonte y que calentará como el sol en el zenit,  con el proyecto de Acto Legislativo presentado por el gobierno de los Santos, a consideración del Congreso de la República, que ojalá no se conviertan en diablos.
El proyecto, en caso de ser aprobado por el Congreso en sus ocho debates reglamentarios, con la natural revisión de la Corte Constitucional, sus posteriores leyes y decretos, implicará, como dicen los jugadores de naipes, barajar de nuevo para redistribuir las regalías.
Consciente de actuar como abogado del diablo, entiendo al gobierno cuando fundamenta su determinación en razones como la responsabilidad de generar equidad en el desarrollo del país. El argumento es, ni más ni menos: teniendo, como gobierno, que responder por el equilibrio, la equidad y la igualdad en el desarrollo de las regiones del país, y contando, como cuento, con las riquezas del subsuelo que son de toda la nación, pues entonces he decidido concentrarlas en una bolsa única para luego distribuirlas a partir de esos criterios, sin que importe mucho el territorio del que procedan.
La exposición de motivos sustenta el zarpazo, igualmente, en el incumplimiento de las metas de inversión contempladas en la ley de regalías; corrupción regional, y el temor de que la bonanza, que se avecina, ratifique que los recurso provenientes de recursos naturales abundantes, generalmente, constituyen una maldición que crea desequilibrios macroeconómicos y regionales, en ciclos que pasan de la prosperidad a la recesión de manera desconcertante.
Desde la cocina, al decir de Juan Gossaín, estimo los argumentos, algo razonables pero lamento no compartir buena parte de ellos. Primero lo primero: si bien los recursos de subsuelo son de todos y todos debemos beneficiarnos de ellos, el beneficio para los demás, es decir, para aquellos que no los producen, deben llegarles cuando los productores resolvieran sus problemas básicos, invirtieron en los proyectos que aseguren su desarrollo y, finalmente, cuenten con ahorros para afrontar las dificultades del futuro.
Por tanto, habrá sido una realidad las coberturas totales y la calidad adecuada y competitiva, de servicios como salud y educación; acueducto, alcantarillado, energía y aseo. Coberturas totales y de óptima calidad de atención para la niñez y los ancianos: Finalmente, la región habrá asegurado inversión en proyectos que impacten el desarrollo tanto local como  regional.
Nosotros creemos, y en eso estamos de acuerdo con el gobierno nacional, que el ahorro en la bonanza nos prepara para afrontar las dificultades que mostrarán las finanzas públicas en épocas de vacas flacas, pero la prioridad es de la región que produce las regalías; con muchas más veras cuando, la región que produce riquezas genera problema ambientales y sociales gravísimos. Para colmo, considero que existe una diferencia abismal entre los daños ambientales de las explotaciones petroleras y las carboníferas en las que generalmente se destrozan miles de hectáreas de tierra.
Los efectos del hueco de medio millón de hectáreas que tendrá el Cesar a raíz de las explotaciones de carbón que afectan un territorio ubérrimo, quizás no se resolverán nunca. Tampoco será posible, de la noche a la mañana, que la juventud escape de la prostitución, la drogadicción y el alcoholismo. Veremos cordones de miseria muy propios en estas operaciones que atraen a tanta población desempleada de otras regiones del país.
Finalmente, rechazo la posición arrogantes y egoísta del gobierno nacional de creer que la corrupción de propiedad de las regiones. Los escándalos nacionales provocados por acción de funcionarios de instituciones nacionales son una afrenta. Manejar las regalías desde Bogotá podría entonces significar un simple cambio de ladrón, cuando lo que toca es erradicar la corrupción en donde esté.
Si las regalías se van, el gobierno tiene que repartir, también entre todos, el colosal daño ambiental, los problemas sociales y la pobreza de regiones como La Guajira y el Cesar, tan ricas, pero lamentablemente, tan pobres.

SABLAZO

En el pasado hemos promovido estrategias que consoliden la cultura de la puntualidad en nuestra región. Muy pocos respetan el tiempo de los demás. Lamentablemente, los mismos que convocan, sin importar si es el inspector o el gobernador, son los primeros en incumplir y para colmo, premian a los que llegan tarde y castigan a los que siempre cumplimos. No será tarde el día en que por elemental cortesía, y por competitividad, la puntualidad sea un valor de esta sociedad que, casi todo, lo toma como por deporte.

Columnista
6 septiembre, 2010

A barajar de Nuevo

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Luis Mendoza S.

Visión Universal Por: Luis Mendoza Sierra Un poco en desorden y de manera improvisada, la región ha comenzado a defender, con sobradas razones, sus derechos ante el raponazo que despunta en el horizonte y que calentará como el sol en el zenit,  con el proyecto de Acto Legislativo presentado por el gobierno de los Santos, […]


Visión Universal

Por: Luis Mendoza Sierra

Un poco en desorden y de manera improvisada, la región ha comenzado a defender, con sobradas razones, sus derechos ante el raponazo que despunta en el horizonte y que calentará como el sol en el zenit,  con el proyecto de Acto Legislativo presentado por el gobierno de los Santos, a consideración del Congreso de la República, que ojalá no se conviertan en diablos.
El proyecto, en caso de ser aprobado por el Congreso en sus ocho debates reglamentarios, con la natural revisión de la Corte Constitucional, sus posteriores leyes y decretos, implicará, como dicen los jugadores de naipes, barajar de nuevo para redistribuir las regalías.
Consciente de actuar como abogado del diablo, entiendo al gobierno cuando fundamenta su determinación en razones como la responsabilidad de generar equidad en el desarrollo del país. El argumento es, ni más ni menos: teniendo, como gobierno, que responder por el equilibrio, la equidad y la igualdad en el desarrollo de las regiones del país, y contando, como cuento, con las riquezas del subsuelo que son de toda la nación, pues entonces he decidido concentrarlas en una bolsa única para luego distribuirlas a partir de esos criterios, sin que importe mucho el territorio del que procedan.
La exposición de motivos sustenta el zarpazo, igualmente, en el incumplimiento de las metas de inversión contempladas en la ley de regalías; corrupción regional, y el temor de que la bonanza, que se avecina, ratifique que los recurso provenientes de recursos naturales abundantes, generalmente, constituyen una maldición que crea desequilibrios macroeconómicos y regionales, en ciclos que pasan de la prosperidad a la recesión de manera desconcertante.
Desde la cocina, al decir de Juan Gossaín, estimo los argumentos, algo razonables pero lamento no compartir buena parte de ellos. Primero lo primero: si bien los recursos de subsuelo son de todos y todos debemos beneficiarnos de ellos, el beneficio para los demás, es decir, para aquellos que no los producen, deben llegarles cuando los productores resolvieran sus problemas básicos, invirtieron en los proyectos que aseguren su desarrollo y, finalmente, cuenten con ahorros para afrontar las dificultades del futuro.
Por tanto, habrá sido una realidad las coberturas totales y la calidad adecuada y competitiva, de servicios como salud y educación; acueducto, alcantarillado, energía y aseo. Coberturas totales y de óptima calidad de atención para la niñez y los ancianos: Finalmente, la región habrá asegurado inversión en proyectos que impacten el desarrollo tanto local como  regional.
Nosotros creemos, y en eso estamos de acuerdo con el gobierno nacional, que el ahorro en la bonanza nos prepara para afrontar las dificultades que mostrarán las finanzas públicas en épocas de vacas flacas, pero la prioridad es de la región que produce las regalías; con muchas más veras cuando, la región que produce riquezas genera problema ambientales y sociales gravísimos. Para colmo, considero que existe una diferencia abismal entre los daños ambientales de las explotaciones petroleras y las carboníferas en las que generalmente se destrozan miles de hectáreas de tierra.
Los efectos del hueco de medio millón de hectáreas que tendrá el Cesar a raíz de las explotaciones de carbón que afectan un territorio ubérrimo, quizás no se resolverán nunca. Tampoco será posible, de la noche a la mañana, que la juventud escape de la prostitución, la drogadicción y el alcoholismo. Veremos cordones de miseria muy propios en estas operaciones que atraen a tanta población desempleada de otras regiones del país.
Finalmente, rechazo la posición arrogantes y egoísta del gobierno nacional de creer que la corrupción de propiedad de las regiones. Los escándalos nacionales provocados por acción de funcionarios de instituciones nacionales son una afrenta. Manejar las regalías desde Bogotá podría entonces significar un simple cambio de ladrón, cuando lo que toca es erradicar la corrupción en donde esté.
Si las regalías se van, el gobierno tiene que repartir, también entre todos, el colosal daño ambiental, los problemas sociales y la pobreza de regiones como La Guajira y el Cesar, tan ricas, pero lamentablemente, tan pobres.

SABLAZO

En el pasado hemos promovido estrategias que consoliden la cultura de la puntualidad en nuestra región. Muy pocos respetan el tiempo de los demás. Lamentablemente, los mismos que convocan, sin importar si es el inspector o el gobernador, son los primeros en incumplir y para colmo, premian a los que llegan tarde y castigan a los que siempre cumplimos. No será tarde el día en que por elemental cortesía, y por competitividad, la puntualidad sea un valor de esta sociedad que, casi todo, lo toma como por deporte.