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Editorial - 10 enero, 2022

A alimentarnos bien

Por el lado de la comida, los expertos sobre la alimentación parecen conspirar contra nuestra gastronomía tradicional basada en harinas, grasas y azúcares.

Es normal que para esta temporada se beba y coma más de lo normal. Los hábitos cambian, para bien, pues algunas décadas atrás era usual decir también que se había fumado más. Ese ejemplo demuestra que sí se puede modificar el comportamiento.

Pero si se ha excedido es de suponer que nos viene un periodo de mayor disciplina. Sea por razones médicas, las cardiovasculares pesan en la región, por sentirnos fuertes frente a epidemias que no cesan, como la del covid-19, o por la apariencia física que ahora es severa en el juicio de la gente, imbuída en la comparación entre las personas, por los modelos de juventud, belleza y porte, de hombre y mujer, que pregonan las redes sociales.

Respecto al beber van cambiando las costumbres. No se trata de beber por beber, sino de saborear el aroma, el bouquet, animados por la experiencia.

En ello han contribuido las fábricas que acentúan la exclusividad, la marca de origen, en medio de un mercado más competido, y las restricciones como las que prohiben manejar vehículos bajo los efectos del alcohol.

Por el lado de la comida, los expertos sobre la alimentación parecen conspirar contra nuestra gastronomía tradicional basada en harinas, grasas y azúcares.

Uno de los retos de nuestra cocina es la de sin renunciar a las raíces e ingredientes, hacerla más tolerable a los dictados que nos invitan a privilegiar pescados, frutas, verduras y alimentos poco procesados. Apoyados en una rutina de ejercicio corporal.

“Es una tristeza que la gente piense que la palabra dieta es sinónimo de adelgazar: esta palabra es sinónimo de un régimen alimentario para alcanzar un fin. Yo puedo hacer dieta para subir de peso, para un paciente renal o coronario, puedo hacer una dieta antiinflamatoria… Creer que uno tiene que tener un régimen específico de alimentación para perder peso es lo que nos han tratado de vender en múltiples dietas. Cuando yo entiendo mi alimentación, es equilibrada y tiene un propósito; entonces voy a comer delicioso, a reconciliarme con la comida y a entender cómo me alimento. Comer bien no tiene que ser un sacrificio, tiene que ser un equilibrio..”, dijo hace un año al diario español ABC Carlos Jaramillo, especializado en Medicina Funcional, que ha revolucionado la literatura sobre alimentación en el ámbito nacional e internacional con sobresalientes ‘bestsellers’.

“Estoy seguro de que la gente no es consciente del daño que hacen los alimentos ultraprocesados, los aceites vegetales o el azúcar, estoy seguro que no. La gente cree que eso es comida y no se dan cuenta de que no lo es (…) Una cosa es comer algo, y otra cosa es alimentarse con algo. La industria ha trabajado por hacernos creer que todo lo que podemos meternos por la boca, masticar y tiene un sabor es comida y, por ende, alimento, y las cosas no son alimento. Alimentos no es solo algo que me dé calorías, sino lo que le da información a mi cuerpo para que este pueda funcionar de manera correcta y pueda cumplir sus funciones biológicas. (…) Tenemos una relación pésima con la comida: comemos no por necesidad, sino porque «nos toca comer»”, señala. Jaramillo promueve el ayuno. Y finaliza críticamente , “No buscamos brócoli, buscamos harinas, bollos, azúcares..”.

Editorial
10 enero, 2022

A alimentarnos bien

Por el lado de la comida, los expertos sobre la alimentación parecen conspirar contra nuestra gastronomía tradicional basada en harinas, grasas y azúcares.


Es normal que para esta temporada se beba y coma más de lo normal. Los hábitos cambian, para bien, pues algunas décadas atrás era usual decir también que se había fumado más. Ese ejemplo demuestra que sí se puede modificar el comportamiento.

Pero si se ha excedido es de suponer que nos viene un periodo de mayor disciplina. Sea por razones médicas, las cardiovasculares pesan en la región, por sentirnos fuertes frente a epidemias que no cesan, como la del covid-19, o por la apariencia física que ahora es severa en el juicio de la gente, imbuída en la comparación entre las personas, por los modelos de juventud, belleza y porte, de hombre y mujer, que pregonan las redes sociales.

Respecto al beber van cambiando las costumbres. No se trata de beber por beber, sino de saborear el aroma, el bouquet, animados por la experiencia.

En ello han contribuido las fábricas que acentúan la exclusividad, la marca de origen, en medio de un mercado más competido, y las restricciones como las que prohiben manejar vehículos bajo los efectos del alcohol.

Por el lado de la comida, los expertos sobre la alimentación parecen conspirar contra nuestra gastronomía tradicional basada en harinas, grasas y azúcares.

Uno de los retos de nuestra cocina es la de sin renunciar a las raíces e ingredientes, hacerla más tolerable a los dictados que nos invitan a privilegiar pescados, frutas, verduras y alimentos poco procesados. Apoyados en una rutina de ejercicio corporal.

“Es una tristeza que la gente piense que la palabra dieta es sinónimo de adelgazar: esta palabra es sinónimo de un régimen alimentario para alcanzar un fin. Yo puedo hacer dieta para subir de peso, para un paciente renal o coronario, puedo hacer una dieta antiinflamatoria… Creer que uno tiene que tener un régimen específico de alimentación para perder peso es lo que nos han tratado de vender en múltiples dietas. Cuando yo entiendo mi alimentación, es equilibrada y tiene un propósito; entonces voy a comer delicioso, a reconciliarme con la comida y a entender cómo me alimento. Comer bien no tiene que ser un sacrificio, tiene que ser un equilibrio..”, dijo hace un año al diario español ABC Carlos Jaramillo, especializado en Medicina Funcional, que ha revolucionado la literatura sobre alimentación en el ámbito nacional e internacional con sobresalientes ‘bestsellers’.

“Estoy seguro de que la gente no es consciente del daño que hacen los alimentos ultraprocesados, los aceites vegetales o el azúcar, estoy seguro que no. La gente cree que eso es comida y no se dan cuenta de que no lo es (…) Una cosa es comer algo, y otra cosa es alimentarse con algo. La industria ha trabajado por hacernos creer que todo lo que podemos meternos por la boca, masticar y tiene un sabor es comida y, por ende, alimento, y las cosas no son alimento. Alimentos no es solo algo que me dé calorías, sino lo que le da información a mi cuerpo para que este pueda funcionar de manera correcta y pueda cumplir sus funciones biológicas. (…) Tenemos una relación pésima con la comida: comemos no por necesidad, sino porque «nos toca comer»”, señala. Jaramillo promueve el ayuno. Y finaliza críticamente , “No buscamos brócoli, buscamos harinas, bollos, azúcares..”.