La pregunta la respondieron cinco jóvenes amantes de la literatura en un conversatorio que sostuvieron con los docentes Martha Navarro y Leonardo Useche en el salón Leandro Díaz de la Cámara de Comercio de Valledupar.
Cinco jóvenes versados en la literatura reflexionaron sobre la manera cómo los jóvenes podrían ver más atractiva la lectura en el sistema educativo o social, en el marco del último día de la Feria del Libro de Valledupar.
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Estos son la comunicadora social Luz Andrea Gómez, la psicóloga Ana María González y las estudiantes de Derecho Andrea López y Gabriela Illera Torres, quienes conversaron con los docentes Martha Navarro y Leonardo Useche.
A pesar de que ellos están en distintas áreas del conocimiento, en sus redes sociales promueven la lectura por considerar que los libros son los mejores formadores académicos en un mundo que cada día más gira hacia la era digital y llena de ‘influencers’.
“Crear contenido de lectura es motivante y edificante porque te transforma, te ayuda a entender la sociedad y necesitamos leer más, no solamente para entender lo que pasa en el entorno sino a las personas y leer nos ayuda a eso, a comprender qué pasa en el aspecto emocional, psicológico, educativo, histórico y político”, manifestó Luz Andrea Gómez.
Las redes sociales son importantes en esa misión, puesto que son el canal más cercano y rápido para disuadir a la población.
“Si hay personas que influencian, quizá no de la mejor manera, por qué no hacerlo con algo que nos gusta. Acá a todas nos gusta la literatura creo que desde muy pequeña y porqué no llevar a otros a que se enamoren de esto, tal como yo me enamoré“, dijo Ana María González.
No obstante, los panelistas reconocieron que inducir a la lectura en el sistema educativo es mucho más complejo por la imposición de libros que en su mayoría no son del agrado de los estudiantes.
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Además, los docentes presentan en algunas ocasiones los libros como sinónimo de inteligencia, cultura general y mejoramiento del vocabulario, dejando de un lado que tienen que mostrarlos atractivos por la sinopsis, el género, entre otros aspectos, que reflejen emotividad.
Por ese motivo, es importante que los adultos y educadores usen una metodología dinámica de control de lectura y traten de no imponer tantos libros específicos sobre temas complejos.
“No leemos a veces lo que los adultos quieren que leamos porque no nos gusta o no nos sentimos identificados. En mi caso, a diferencia de las compañeras, no comencé a interesarme en la lectura desde muy niña, sino como desde los 17 años con una literatura juvenil. Y lo lindo es que cuando empiezas a leer conoces que hay varios géneros y empiezas a explorar. Por ejemplo, yo de 14 años no me hubiese visto leyendo un clásico, ahora los amo”, contó Andrea López.
Un ejemplo que muestra la necesidad de no imponer un género literario y respetar el interés de los estudiantes con el fin de que encuentren en la lectura una zona de entretenimiento.
“Los libros no juzgan a nadie y pienso que hay que darse la oportunidad como adulto de leer también cosas de jóvenes. Yo que trabajo en el ambiente educativo muchas veces los chicos se me acercan, y aunque estoy joven, me dicen: ‘¿tú te has leído eso?’, respondo que no, pero pido que me cuenten de qué se trata, o sea es permitirnos conocerlos y escucharlos a ellos”, explicó Ana María González.
Según los panelistas, los estudiantes también pueden enamorarse de los libros por los avances tecnológicos, puesto que las historias las pueden comenzar a conocer mediante podcast, audiolibros y lecturas virtuales.
“Aquí lo importante es no imponer sino que los niños descubran la lectura y lo que les llama la atención, mi hermana me veía leyendo y ahora le gusta leer (…)”, aseveró Gabriela Illera.
En consecuencia, los profesores y editoriales tienen el reto de evolucionar en la manera cómo presentan los libros en la educación con el fin de fomentar la lectura.
“Pueden hacer una ‘jugada’ al sistema y es que en ese pensum que tienen agregar algún libro adicional para los muchachos y leer algo de literatura juvenil, puede ser Jhon Katzenbach, algo que a los jóvenes les pueda gustar. Lo ideal sería que la literatura tenga su propia edad porque a mí a los 14 años me tocó leer ‘Crimen y castigo’, me encantó, pero puede ser que a un joven ahora no le guste”, explicó Luz Andrea Gómez.
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Los editoriales, por su parte, también podrían presentar la información con mayor ilustración para un determinado público.
“Esto sí funciona. Si voy a leer un clásico y la letra es pequeña, si un niño lo ve se asusta, pero si tiene letras grandes e ilustraciones, puede que llame la atención de los jóvenes. Es un tema visual, entonces para mí las ediciones juegan un papel fundamental”, puntualizó Andrea López.
-’Rayuela’ de Julio Cortázar
-’El Psicoanalista’ de John Katzenbach
-’Entre mi amor y tu ausencia’ de Edwin Vergara
-’El resplandor’ de Stephan King
-’La casa en el mar más azul’ de TJ Klune
-’Almendra’ de Won-Pyung-Sonh
-’El bosque de las cosas perdidas’ de Shea Ernshaw
-’Matar a un reino’ de Alexandra Christo
La pregunta la respondieron cinco jóvenes amantes de la literatura en un conversatorio que sostuvieron con los docentes Martha Navarro y Leonardo Useche en el salón Leandro Díaz de la Cámara de Comercio de Valledupar.
Cinco jóvenes versados en la literatura reflexionaron sobre la manera cómo los jóvenes podrían ver más atractiva la lectura en el sistema educativo o social, en el marco del último día de la Feria del Libro de Valledupar.
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Estos son la comunicadora social Luz Andrea Gómez, la psicóloga Ana María González y las estudiantes de Derecho Andrea López y Gabriela Illera Torres, quienes conversaron con los docentes Martha Navarro y Leonardo Useche.
A pesar de que ellos están en distintas áreas del conocimiento, en sus redes sociales promueven la lectura por considerar que los libros son los mejores formadores académicos en un mundo que cada día más gira hacia la era digital y llena de ‘influencers’.
“Crear contenido de lectura es motivante y edificante porque te transforma, te ayuda a entender la sociedad y necesitamos leer más, no solamente para entender lo que pasa en el entorno sino a las personas y leer nos ayuda a eso, a comprender qué pasa en el aspecto emocional, psicológico, educativo, histórico y político”, manifestó Luz Andrea Gómez.
Las redes sociales son importantes en esa misión, puesto que son el canal más cercano y rápido para disuadir a la población.
“Si hay personas que influencian, quizá no de la mejor manera, por qué no hacerlo con algo que nos gusta. Acá a todas nos gusta la literatura creo que desde muy pequeña y porqué no llevar a otros a que se enamoren de esto, tal como yo me enamoré“, dijo Ana María González.
No obstante, los panelistas reconocieron que inducir a la lectura en el sistema educativo es mucho más complejo por la imposición de libros que en su mayoría no son del agrado de los estudiantes.
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Además, los docentes presentan en algunas ocasiones los libros como sinónimo de inteligencia, cultura general y mejoramiento del vocabulario, dejando de un lado que tienen que mostrarlos atractivos por la sinopsis, el género, entre otros aspectos, que reflejen emotividad.
Por ese motivo, es importante que los adultos y educadores usen una metodología dinámica de control de lectura y traten de no imponer tantos libros específicos sobre temas complejos.
“No leemos a veces lo que los adultos quieren que leamos porque no nos gusta o no nos sentimos identificados. En mi caso, a diferencia de las compañeras, no comencé a interesarme en la lectura desde muy niña, sino como desde los 17 años con una literatura juvenil. Y lo lindo es que cuando empiezas a leer conoces que hay varios géneros y empiezas a explorar. Por ejemplo, yo de 14 años no me hubiese visto leyendo un clásico, ahora los amo”, contó Andrea López.
Un ejemplo que muestra la necesidad de no imponer un género literario y respetar el interés de los estudiantes con el fin de que encuentren en la lectura una zona de entretenimiento.
“Los libros no juzgan a nadie y pienso que hay que darse la oportunidad como adulto de leer también cosas de jóvenes. Yo que trabajo en el ambiente educativo muchas veces los chicos se me acercan, y aunque estoy joven, me dicen: ‘¿tú te has leído eso?’, respondo que no, pero pido que me cuenten de qué se trata, o sea es permitirnos conocerlos y escucharlos a ellos”, explicó Ana María González.
Según los panelistas, los estudiantes también pueden enamorarse de los libros por los avances tecnológicos, puesto que las historias las pueden comenzar a conocer mediante podcast, audiolibros y lecturas virtuales.
“Aquí lo importante es no imponer sino que los niños descubran la lectura y lo que les llama la atención, mi hermana me veía leyendo y ahora le gusta leer (…)”, aseveró Gabriela Illera.
En consecuencia, los profesores y editoriales tienen el reto de evolucionar en la manera cómo presentan los libros en la educación con el fin de fomentar la lectura.
“Pueden hacer una ‘jugada’ al sistema y es que en ese pensum que tienen agregar algún libro adicional para los muchachos y leer algo de literatura juvenil, puede ser Jhon Katzenbach, algo que a los jóvenes les pueda gustar. Lo ideal sería que la literatura tenga su propia edad porque a mí a los 14 años me tocó leer ‘Crimen y castigo’, me encantó, pero puede ser que a un joven ahora no le guste”, explicó Luz Andrea Gómez.
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Los editoriales, por su parte, también podrían presentar la información con mayor ilustración para un determinado público.
“Esto sí funciona. Si voy a leer un clásico y la letra es pequeña, si un niño lo ve se asusta, pero si tiene letras grandes e ilustraciones, puede que llame la atención de los jóvenes. Es un tema visual, entonces para mí las ediciones juegan un papel fundamental”, puntualizó Andrea López.
-’Rayuela’ de Julio Cortázar
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-’Entre mi amor y tu ausencia’ de Edwin Vergara
-’El resplandor’ de Stephan King
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