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Columnista - 6 julio, 2023

La Guajira, pueblo minero, pueblo pobre

El departamento de La Guajira es una muestra de lo que no debería ser un ente territorial, sobre todo el noreste de su territorio que parece un desprendimiento del África subsahariana donde los caprinos reemplazan a los camellos y los guayuu sustituyen a los beduinos. 

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El departamento de La Guajira es una muestra de lo que no debería ser un ente territorial, sobre todo el noreste de su territorio que parece un desprendimiento del África subsahariana donde los caprinos reemplazan a los camellos y los guayuu sustituyen a los beduinos. 

La alta Guajira es tierra de nadie, es un yermo cuyo único patrimonio es una amplia ventana que penetra en el mar Caribe. Este fue el camino que escogieron los piratas y filibusteros de varias nacionalidades, por aquí entraron los fugitivos de la cárcel de Cayena buscando un escondite y un mejor vivir. Esta es la tierra precursora de la marimba, aquí nacieron el almirante Padilla y Francisco El Hombre; esta también es la cuna de los aires hoy llamados “vallenatos”. Aquí contrabandeó y se arruinó el ‘Tite’ Socarrás; esta también es la cuna del contrabando antillano. La gente vivía feliz con su pasado, su provincianismo y sus canciones hasta que la industria minera se interpuso en su cultura y la delincuencia armada cooptara las funciones públicas. 

Aún se añora la época de ‘El gavilán mayor’, atracción de muchos cantantes vallenatos. Hoy, pese a tener la explotación carbonífera a cielo abierto más grande de América, La Guajira es un paria en el concierto de las regiones de Colombia, todos sus indicadores son vergonzosos no obstante las ingentes sumas de dinero provenientes de las regalías que han caído en manos de funcionarios inescrupulosos. Hasta el río Ranchería, la nodriza del departamento, se han robado mientras los indígenas mueren de sed, una especie de suplicio de Tántalo, según la mitología griega. 

Pueblo minero, pueblo de pobres: mientras sacan las riquezas del subsuelo, la gente no tiene oportunidades laborales, muere de hambre y enfermedades curables sintiendo el trepidar de los vagones férreos llenos de carbón convertibles en dólares. La empresa El Cerrejón solo da empleo al 3.3% de la población en edad de trabajar. Desde 2012 hasta 2019, en La Guajira se han registrado 324 proyectos con una inversión de $911.137 millones de los cuales $264.258 millones del SGP se han destinado para agua potable, pero en acueductos y saneamiento básico todo está por hacer. 

El crecimiento económico que prometían para la península con la industria extractiva no ha ocurrido; en 2005, el PIB guajiro representó el 1.24% del PIB nacional mientras que en 2018 fue 1.21%; esto significa que la economía está estancada, siempre ha sido la vigésima economía dentro de 24 departamentos escogidos. La pobreza monetaria en 2002 era de 67.2% y 19 años después, en 2021 fue 67.4%; la pobreza monetaria extrema pasó de 31.1% en 2002 a 39.7% en 2020.

En muerte por desnutrición infantil, La Guajira no tiene émulos; la tasa de mortalidad materna es la segunda más alta del país; en el mismo ranking está el índice de Gini. En materia de vías, el 60% de ellas son terciarias. La Guajira es un feudo y mercado electoral, aquí un voto puede valer un millón de pesos. La represa del Ranchería, la esperanza de esta región fue detenida a media marcha sin que pasara nada.  Este es un pueblo sin dolientes.  Por primera vez, un presidente oyó sus cuitas y llegó con intención de redimirlo; el estado de conmoción económica, social y ambiental para conjurar su desgracia era inaplazable, los proyectos son de grandes dimensiones porque así son los problemas. Como nunca, el batallón de ingenieros estará al servicio de esta redención; a su cargo estará la instalación de una tubería de 2.5m de diámetro para llevar agua desde la represa hasta la alta Guajira; los mil pozos que hizo Rojas Pinilla serán rehabilitados para fines agropecuarios y se instalarán dos plantas desalinizadoras. La Guajira tiene las condiciones para proveer de energía eléctrica a todo el país y un excedente para exportar cuando entre en funcionamiento la matriz de energías eólica y fotovoltaica. Una pista aérea se construirá para incentivar el turismo en las hermosas playas del Cabo de la Vela. Esto parece macondiano, pero es 100% factible.        

Columnista
6 julio, 2023

La Guajira, pueblo minero, pueblo pobre

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Luis Napoleón de Armas P.

El departamento de La Guajira es una muestra de lo que no debería ser un ente territorial, sobre todo el noreste de su territorio que parece un desprendimiento del África subsahariana donde los caprinos reemplazan a los camellos y los guayuu sustituyen a los beduinos. 


El departamento de La Guajira es una muestra de lo que no debería ser un ente territorial, sobre todo el noreste de su territorio que parece un desprendimiento del África subsahariana donde los caprinos reemplazan a los camellos y los guayuu sustituyen a los beduinos. 

La alta Guajira es tierra de nadie, es un yermo cuyo único patrimonio es una amplia ventana que penetra en el mar Caribe. Este fue el camino que escogieron los piratas y filibusteros de varias nacionalidades, por aquí entraron los fugitivos de la cárcel de Cayena buscando un escondite y un mejor vivir. Esta es la tierra precursora de la marimba, aquí nacieron el almirante Padilla y Francisco El Hombre; esta también es la cuna de los aires hoy llamados “vallenatos”. Aquí contrabandeó y se arruinó el ‘Tite’ Socarrás; esta también es la cuna del contrabando antillano. La gente vivía feliz con su pasado, su provincianismo y sus canciones hasta que la industria minera se interpuso en su cultura y la delincuencia armada cooptara las funciones públicas. 

Aún se añora la época de ‘El gavilán mayor’, atracción de muchos cantantes vallenatos. Hoy, pese a tener la explotación carbonífera a cielo abierto más grande de América, La Guajira es un paria en el concierto de las regiones de Colombia, todos sus indicadores son vergonzosos no obstante las ingentes sumas de dinero provenientes de las regalías que han caído en manos de funcionarios inescrupulosos. Hasta el río Ranchería, la nodriza del departamento, se han robado mientras los indígenas mueren de sed, una especie de suplicio de Tántalo, según la mitología griega. 

Pueblo minero, pueblo de pobres: mientras sacan las riquezas del subsuelo, la gente no tiene oportunidades laborales, muere de hambre y enfermedades curables sintiendo el trepidar de los vagones férreos llenos de carbón convertibles en dólares. La empresa El Cerrejón solo da empleo al 3.3% de la población en edad de trabajar. Desde 2012 hasta 2019, en La Guajira se han registrado 324 proyectos con una inversión de $911.137 millones de los cuales $264.258 millones del SGP se han destinado para agua potable, pero en acueductos y saneamiento básico todo está por hacer. 

El crecimiento económico que prometían para la península con la industria extractiva no ha ocurrido; en 2005, el PIB guajiro representó el 1.24% del PIB nacional mientras que en 2018 fue 1.21%; esto significa que la economía está estancada, siempre ha sido la vigésima economía dentro de 24 departamentos escogidos. La pobreza monetaria en 2002 era de 67.2% y 19 años después, en 2021 fue 67.4%; la pobreza monetaria extrema pasó de 31.1% en 2002 a 39.7% en 2020.

En muerte por desnutrición infantil, La Guajira no tiene émulos; la tasa de mortalidad materna es la segunda más alta del país; en el mismo ranking está el índice de Gini. En materia de vías, el 60% de ellas son terciarias. La Guajira es un feudo y mercado electoral, aquí un voto puede valer un millón de pesos. La represa del Ranchería, la esperanza de esta región fue detenida a media marcha sin que pasara nada.  Este es un pueblo sin dolientes.  Por primera vez, un presidente oyó sus cuitas y llegó con intención de redimirlo; el estado de conmoción económica, social y ambiental para conjurar su desgracia era inaplazable, los proyectos son de grandes dimensiones porque así son los problemas. Como nunca, el batallón de ingenieros estará al servicio de esta redención; a su cargo estará la instalación de una tubería de 2.5m de diámetro para llevar agua desde la represa hasta la alta Guajira; los mil pozos que hizo Rojas Pinilla serán rehabilitados para fines agropecuarios y se instalarán dos plantas desalinizadoras. La Guajira tiene las condiciones para proveer de energía eléctrica a todo el país y un excedente para exportar cuando entre en funcionamiento la matriz de energías eólica y fotovoltaica. Una pista aérea se construirá para incentivar el turismo en las hermosas playas del Cabo de la Vela. Esto parece macondiano, pero es 100% factible.