BITÁCORA Aprendí de mis padres la responsabilidad para asumir las consecuencias de los actos. De ese aprendizaje descubrí lo complejo que es ser honesto en la medida que este valor involucra justicia, pues es ésta la que proporciona el equilibrio suficiente para ser verdaderamente honesto. No obstante, la mayoría de las personas acostumbramos a dar […]
BITÁCORA
Aprendí de mis padres la responsabilidad para asumir las consecuencias de los actos. De ese aprendizaje descubrí lo complejo que es ser honesto en la medida que este valor involucra justicia, pues es ésta la que proporciona el equilibrio suficiente para ser verdaderamente honesto.
No obstante, la mayoría de las personas acostumbramos a dar lecciones de honestidad desconociendo que “no hay nada peor que un buen consejo acompañado de un mal ejemplo”. Muchas veces exigimos ser honestos y sacamos pecho mostrándole a todos que jamás hemos robado un peso, ni hemos engañado a nadie, ni mentido, ni matado, pero le robamos el derecho de hablar a los demás y nos engañamos a nosotros mismos creyéndonos perfectos y únicos en el derecho de juzgar y ser escuchados y le mentimos a nuestro corazón cuando somos soberbios y nos escudamos en nuestra propia verdad causando daño a otros.
Hace poco alguien me enseñó que quien toma la verdad para hacer daño, entonces niega la justicia y desconoce la importancia de la tolerancia y la posibilidad de otros de equivocarse; por lo tanto es un mentiroso. Es fácil criticar y exigir justicia, olvidando muchas veces que en esa exigencia hay también una carga enorme de injusticia.
La honestidad es quizás uno de los valores más necesarios para la entronización del hombre como ser social; ser honesto implica ir más allá de evitar cometer faltas a la ética o la moral; ser honesto es reconocer que mis acciones pueden sembrar ternura o proyectiles, elogios o improperios y que en cualquiera de los casos, es mejor reconocer que el papel que cumplo se enfrenta a un doble riesgo que solo puede ser equilibrado si mis juicios están provistos de justicia.
La honestidad es una de las mejores armas para enfrentar la batalla de la ignominia, de la indiferencia y de la crueldad. Ser honesto es aceptar que no somos únicos y que para vivir, es necesario respetar a los demás integrantes del universo; ser honesto es armonizar con tu cuerpo, con nuestros amigos, con nuestros contradictores y con muchas almas que desde sus diferencias buscan aliviar esta necesidad interminable de dar ejemplo de tolerancia y respeto por lo demás.
No podría hablar de respeto y tolerancia frente a mis estudiantes, tampoco podría servir de modelador ante mis sobrinos, hermanos y muchas personas que me conocen y leen mis opiniones,entraría en contradicción con la doctrina cristiana que profeso, si no reconozco mis errores y asumo que no fue correcta la forma como desde una red social, en twitter específicamente, critiqué y acusé a la Constructora Maya Asociados por los errores cometidos por uno de sus funcionarios en la solución de algunos problemas con mi vivienda. Frente a sus constantes evasivas y burlas, después de tres semanas de reclamo a dicho funcionario sin que éste cumpliera, asumí la conducta equivocada de criticar en forma dura y sin haber agotado la posibilidad del reclamo ante otras instancias de la empresa.
Si bien es cierto que ese funcionario trabaja para Maya Asociados, el error que él haya cometido dentro de sus funciones asignadas, no convierte a la constructora en abusadora, como tampoco incurre en engaño alguno, mientras no se agote el requerimiento debido. No fue correcta mi actitud, y la asumo como una forma de corrección de mi error. Mi derecho al reclamo no puede constituirse en un arma para descalificar.
Públicamente ofrezco excusas a la constructora Maya y Asociados, de la misma manera en que públicamente hice acusaciones.
@Oscararizadaza
BITÁCORA Aprendí de mis padres la responsabilidad para asumir las consecuencias de los actos. De ese aprendizaje descubrí lo complejo que es ser honesto en la medida que este valor involucra justicia, pues es ésta la que proporciona el equilibrio suficiente para ser verdaderamente honesto. No obstante, la mayoría de las personas acostumbramos a dar […]
BITÁCORA
Aprendí de mis padres la responsabilidad para asumir las consecuencias de los actos. De ese aprendizaje descubrí lo complejo que es ser honesto en la medida que este valor involucra justicia, pues es ésta la que proporciona el equilibrio suficiente para ser verdaderamente honesto.
No obstante, la mayoría de las personas acostumbramos a dar lecciones de honestidad desconociendo que “no hay nada peor que un buen consejo acompañado de un mal ejemplo”. Muchas veces exigimos ser honestos y sacamos pecho mostrándole a todos que jamás hemos robado un peso, ni hemos engañado a nadie, ni mentido, ni matado, pero le robamos el derecho de hablar a los demás y nos engañamos a nosotros mismos creyéndonos perfectos y únicos en el derecho de juzgar y ser escuchados y le mentimos a nuestro corazón cuando somos soberbios y nos escudamos en nuestra propia verdad causando daño a otros.
Hace poco alguien me enseñó que quien toma la verdad para hacer daño, entonces niega la justicia y desconoce la importancia de la tolerancia y la posibilidad de otros de equivocarse; por lo tanto es un mentiroso. Es fácil criticar y exigir justicia, olvidando muchas veces que en esa exigencia hay también una carga enorme de injusticia.
La honestidad es quizás uno de los valores más necesarios para la entronización del hombre como ser social; ser honesto implica ir más allá de evitar cometer faltas a la ética o la moral; ser honesto es reconocer que mis acciones pueden sembrar ternura o proyectiles, elogios o improperios y que en cualquiera de los casos, es mejor reconocer que el papel que cumplo se enfrenta a un doble riesgo que solo puede ser equilibrado si mis juicios están provistos de justicia.
La honestidad es una de las mejores armas para enfrentar la batalla de la ignominia, de la indiferencia y de la crueldad. Ser honesto es aceptar que no somos únicos y que para vivir, es necesario respetar a los demás integrantes del universo; ser honesto es armonizar con tu cuerpo, con nuestros amigos, con nuestros contradictores y con muchas almas que desde sus diferencias buscan aliviar esta necesidad interminable de dar ejemplo de tolerancia y respeto por lo demás.
No podría hablar de respeto y tolerancia frente a mis estudiantes, tampoco podría servir de modelador ante mis sobrinos, hermanos y muchas personas que me conocen y leen mis opiniones,entraría en contradicción con la doctrina cristiana que profeso, si no reconozco mis errores y asumo que no fue correcta la forma como desde una red social, en twitter específicamente, critiqué y acusé a la Constructora Maya Asociados por los errores cometidos por uno de sus funcionarios en la solución de algunos problemas con mi vivienda. Frente a sus constantes evasivas y burlas, después de tres semanas de reclamo a dicho funcionario sin que éste cumpliera, asumí la conducta equivocada de criticar en forma dura y sin haber agotado la posibilidad del reclamo ante otras instancias de la empresa.
Si bien es cierto que ese funcionario trabaja para Maya Asociados, el error que él haya cometido dentro de sus funciones asignadas, no convierte a la constructora en abusadora, como tampoco incurre en engaño alguno, mientras no se agote el requerimiento debido. No fue correcta mi actitud, y la asumo como una forma de corrección de mi error. Mi derecho al reclamo no puede constituirse en un arma para descalificar.
Públicamente ofrezco excusas a la constructora Maya y Asociados, de la misma manera en que públicamente hice acusaciones.
@Oscararizadaza