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Editorial - 7 julio, 2012

En defensa de la figura de la Vicepresidencia

Una de las figuras más emblemáticas de la Constitución de 1991 es la del Vicepresidente, a cambio del Designado, que existía en la anterior Constitución, la de 1886, que era producto del periodo de la regeneración, cuya figura central fue Rafael Núñez.

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Una de las figuras más emblemáticas de la Constitución de 1991 es la del Vicepresidente, a cambio del Designado, que existía en la anterior Constitución, la de 1886, que era producto del periodo de la regeneración, cuya figura central fue Rafael Núñez.
Curiosamente, ahora con la enfermedad del Vicepresidente actual, Angelino Garzón, el Presidente Juan Manuel Santos Calderón, en una entrevista a María Isabel Rueda, para el periódico EL TIEMPO, lamentó la situación de salud de Garzón, su compañero de fórmula, pero reconoció que al le gustaba más la figura del Designado, y – paradójicamente- fue él el último, durante el gobierno de Cesar Gaviria Trujillo.
No se conocen del todo los argumentos del Presidente Santos Calderón, tendrá sus razones jurídicas y políticas; sin embargo, no fue lo más prudente hablar del tema en medio de la convalecencia de su compañero de gobierno, quien acaba de salir de una clínica para su casa en Bogotá, todavía bajo pronóstico reservado.
En este aspecto aún es grande la incertidumbre política del país, pero por razones estrictas de la salud de la persona, del funcionario, no de la figura misma del Vicepresidente.
Ahora, de complicarse la salud del Vicepresidente Garzón, o retrasarse demasiado su recuperación, luego de una debida certificación médica, el país tendría que pensar en su eventual remplazo, por cuanto el Vicepresidente debe ser una persona con la capacidad física y mental de remplazar al Presidente. Existe un vacío jurídico, en ese caso, pero el mismo tienen que resolverlo el gobierno y el Congreso. Este es un asunto político.
Y hay que reconocer que al país no le fue mal con la figura del designado, en su gran mayoría fueron personas con un alto perfil político, una gran discreción y mucha prudencia. No obstante, la figura del Vicepresidente en la Constitución que nos rige tiene su razón de ser y debe ser mantenida y respetada, en nuestro concepto.
Pero, en momentos en que se completan dos años de gobierno, cuando el Presidente Santos afronta una aguda crisis política por el fracaso de la reforma judicial, su baja popularidad y también por sus enfrentamientos con el ex presidente Uribe, su mentor, y ahora entre este último y el Ministro de Vivienda, Germán Vargas Lleras, mal haría el gobierno en meter al país en la discusión jurídica de reformar la figura del Vicepresidente, para volver a la del designado. Este es un tema que puede esperar, en nuestra opinión, y – en principio- nos parece más democrática la institución del Vicepresidente, que es elegido por el pueblo de manera directa.
Otra cosa bien distinta es el origen político del vicepresidente, que debe ser copartidario del primer mandatario y persona de su entera confianza, por supuesto con la suficiente formación, experiencia, idoneidad y carácter para asumir la jefatura del Estado. Pero, esa es harina de otro costal y un tema para tenerlo en cuenta para las próximas elecciones presidenciales.
El gobierno de Santos debe aprovechar todo lo que ha sucedido, reiteramos, para hacer una revisión a fondo de su equipo y su agenda. Es el momento de cambiar algunos ministros, buscar liderazgos en las regiones, centrarse en la recuperación de la seguridad en las ciudades, afinar la política social y adelantar la famosa agenda interna para afrontar el TLC y la difícil situación económica que se nos aproxima, como consecuencia de la crisis internacional. Lo demás es lo de menos, como se dice popularmente.

 

Editorial
7 julio, 2012

En defensa de la figura de la Vicepresidencia

Una de las figuras más emblemáticas de la Constitución de 1991 es la del Vicepresidente, a cambio del Designado, que existía en la anterior Constitución, la de 1886, que era producto del periodo de la regeneración, cuya figura central fue Rafael Núñez.


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Una de las figuras más emblemáticas de la Constitución de 1991 es la del Vicepresidente, a cambio del Designado, que existía en la anterior Constitución, la de 1886, que era producto del periodo de la regeneración, cuya figura central fue Rafael Núñez.
Curiosamente, ahora con la enfermedad del Vicepresidente actual, Angelino Garzón, el Presidente Juan Manuel Santos Calderón, en una entrevista a María Isabel Rueda, para el periódico EL TIEMPO, lamentó la situación de salud de Garzón, su compañero de fórmula, pero reconoció que al le gustaba más la figura del Designado, y – paradójicamente- fue él el último, durante el gobierno de Cesar Gaviria Trujillo.
No se conocen del todo los argumentos del Presidente Santos Calderón, tendrá sus razones jurídicas y políticas; sin embargo, no fue lo más prudente hablar del tema en medio de la convalecencia de su compañero de gobierno, quien acaba de salir de una clínica para su casa en Bogotá, todavía bajo pronóstico reservado.
En este aspecto aún es grande la incertidumbre política del país, pero por razones estrictas de la salud de la persona, del funcionario, no de la figura misma del Vicepresidente.
Ahora, de complicarse la salud del Vicepresidente Garzón, o retrasarse demasiado su recuperación, luego de una debida certificación médica, el país tendría que pensar en su eventual remplazo, por cuanto el Vicepresidente debe ser una persona con la capacidad física y mental de remplazar al Presidente. Existe un vacío jurídico, en ese caso, pero el mismo tienen que resolverlo el gobierno y el Congreso. Este es un asunto político.
Y hay que reconocer que al país no le fue mal con la figura del designado, en su gran mayoría fueron personas con un alto perfil político, una gran discreción y mucha prudencia. No obstante, la figura del Vicepresidente en la Constitución que nos rige tiene su razón de ser y debe ser mantenida y respetada, en nuestro concepto.
Pero, en momentos en que se completan dos años de gobierno, cuando el Presidente Santos afronta una aguda crisis política por el fracaso de la reforma judicial, su baja popularidad y también por sus enfrentamientos con el ex presidente Uribe, su mentor, y ahora entre este último y el Ministro de Vivienda, Germán Vargas Lleras, mal haría el gobierno en meter al país en la discusión jurídica de reformar la figura del Vicepresidente, para volver a la del designado. Este es un tema que puede esperar, en nuestra opinión, y – en principio- nos parece más democrática la institución del Vicepresidente, que es elegido por el pueblo de manera directa.
Otra cosa bien distinta es el origen político del vicepresidente, que debe ser copartidario del primer mandatario y persona de su entera confianza, por supuesto con la suficiente formación, experiencia, idoneidad y carácter para asumir la jefatura del Estado. Pero, esa es harina de otro costal y un tema para tenerlo en cuenta para las próximas elecciones presidenciales.
El gobierno de Santos debe aprovechar todo lo que ha sucedido, reiteramos, para hacer una revisión a fondo de su equipo y su agenda. Es el momento de cambiar algunos ministros, buscar liderazgos en las regiones, centrarse en la recuperación de la seguridad en las ciudades, afinar la política social y adelantar la famosa agenda interna para afrontar el TLC y la difícil situación económica que se nos aproxima, como consecuencia de la crisis internacional. Lo demás es lo de menos, como se dice popularmente.