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Columnista - 19 abril, 2012

Confiemos en su palabra

Por: Valerio Mejía Araujo “Y daré por respuesta a quien me avergüenza, que en tu palabra he confiado”. Salmos 119:42   Un Proverbio dice que la esperanza que se demora es tormento del corazón, pero que el deseo cumplido regocija el alma. La debilidad o fortaleza de nuestra fe, es directamente proporcional con la creencia […]

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Por: Valerio Mejía Araujo

“Y daré por respuesta a quien me avergüenza, que en tu palabra he confiado”. Salmos 119:42

 

Un Proverbio dice que la esperanza que se demora es tormento del corazón, pero que el deseo cumplido regocija el alma. La debilidad o fortaleza de nuestra fe, es directamente proporcional con la creencia que tenemos en que Dios hará lo que ha dicho.

Con la aceptación plena de que Dios es lo que ha dicho que es y hace lo que ha dicho que hace. La fe es distinta e independiente de los sentimientos, impresiones, probabilidades y causas exteriores, y cuando – por alguna razón- la confundimos con alguna de estas cosas, es cuando dejamos de apoyarnos en la palabra de Dios.

La fe confía en la palabra de Dios, no en las circunstancias externas. La fe en su palabra me permite confiar y esperar en Dios, aun cuando en ocasiones pueda parecer que se demora.

Cuando Dios tarda, él no está inactivo. Él está preparando sus instrumentos, madurando nuestras facultades, y – en el momento señalado- nos hará levantar con el poder necesario para llevar a cabo nuestra tarea.

Dios nunca hace las cosas de prisa, por el contrario, invierte muchos años en todos aquellos que espera utilizar para una gran tarea. Dios no piensa como nosotros, que los días de preparación son demasiado largos o penosos.

Y en este punto de preparación y espera, el ingrediente más difícil de soportar por el sufrimiento que conlleva, es el tiempo. Un dolor fuerte, agudo, pero que dura poco tiempo se sobrelleva con relativa facilidad; pero cuando la aflicción nos atormenta constantemente durante un largo periodo de la misma manera y con la misma rutina de desesperación agonizante, el corazón llega a perder su fortaleza,  y sin la gracia de Dios, con seguridad, nos hundiríamos en el mal humor de la desesperación constante.

Creo que cada episodio de vida necesita un tiempo de espera que prueba nuestra confianza en Dios y su palabra, pero una vez que estemos preparados, podemos estar seguros que llega nuestro rescate. No robemos el mañana de las manos de Dios. Demos tiempo a Dios para que nos hable y nos dirija por su palabra. Confiemos con esperanza y esperemos siempre lo mejor de parte de Dios. ¡Dios nunca obra demasiado tarde, aprendamos a esperar!

Amados amigos lectores: Antes yo creía que después de haber orado, tenía el deber de hacer todo lo que estuviera en mis manos para obtener la respuesta. -Un poco la filosofía de ayúdate que yo te ayudaré-  Pero ahora, ya desde el quinto piso en años, veo que  lo único que hacían mis esfuerzos era dificultar su obra. Cuando oramos y creemos en su palabra, confiando que es verdad lo que él ha dicho, debemos esperar su respuesta con un espíritu de alabanza y gratitud.

Esperar, sin hacer otra cosa que confiar en su palabra, parece muy inseguro y siempre tenemos la tentación de hacer algo y tomar el asunto en nuestras manos para tratar de ayudar a Dios. Pero, pretender luchar  nuestras batallas, insistir en lucharlas con nuestras armas y nuestros recursos, en vez de ayudar a la solución, lo que hace es dificultarla; y nuestra intervención entorpece el obrar de Dios. Mientras estén operando las fuerzas naturales de las conquistas, relaciones, influencias y cualquier otro tipo de tráfico, las fuerzas espirituales se relegarán.

Dios toma tiempo para contestar nuestras oraciones, no debemos olvidarlo para que no experimentemos la sensación de fracaso y desaliento. ¡Démosle a Dios una oportunidad para que él obre en su tiempo y a su manera!.

En cuanto a nosotros, sembremos, labremos, esperemos y confiemos en su palabra, hasta que Dios lleve a cabo sus planes y cumpla sus promesas, pero siempre demos a Dios una oportunidad en lo que se refiere al tiempo.

Ora conmigo: “Querido Dios, ayúdame a confiar en tu palabra y a espera en ti. Gracias por tomarte tu tiempo para animarme y consolarme, sigue tratando mi vida y formando mi carácter en tu amor. Amén”

Recuerda que Dios es todo lo que dice que es, y hace todo lo que dice que hace.

 

Saludos cariñosos en Cristo

 

[email protected]

Columnista
19 abril, 2012

Confiemos en su palabra

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Valerio Mejía Araújo

Por: Valerio Mejía Araujo “Y daré por respuesta a quien me avergüenza, que en tu palabra he confiado”. Salmos 119:42   Un Proverbio dice que la esperanza que se demora es tormento del corazón, pero que el deseo cumplido regocija el alma. La debilidad o fortaleza de nuestra fe, es directamente proporcional con la creencia […]


Por: Valerio Mejía Araujo

“Y daré por respuesta a quien me avergüenza, que en tu palabra he confiado”. Salmos 119:42

 

Un Proverbio dice que la esperanza que se demora es tormento del corazón, pero que el deseo cumplido regocija el alma. La debilidad o fortaleza de nuestra fe, es directamente proporcional con la creencia que tenemos en que Dios hará lo que ha dicho.

Con la aceptación plena de que Dios es lo que ha dicho que es y hace lo que ha dicho que hace. La fe es distinta e independiente de los sentimientos, impresiones, probabilidades y causas exteriores, y cuando – por alguna razón- la confundimos con alguna de estas cosas, es cuando dejamos de apoyarnos en la palabra de Dios.

La fe confía en la palabra de Dios, no en las circunstancias externas. La fe en su palabra me permite confiar y esperar en Dios, aun cuando en ocasiones pueda parecer que se demora.

Cuando Dios tarda, él no está inactivo. Él está preparando sus instrumentos, madurando nuestras facultades, y – en el momento señalado- nos hará levantar con el poder necesario para llevar a cabo nuestra tarea.

Dios nunca hace las cosas de prisa, por el contrario, invierte muchos años en todos aquellos que espera utilizar para una gran tarea. Dios no piensa como nosotros, que los días de preparación son demasiado largos o penosos.

Y en este punto de preparación y espera, el ingrediente más difícil de soportar por el sufrimiento que conlleva, es el tiempo. Un dolor fuerte, agudo, pero que dura poco tiempo se sobrelleva con relativa facilidad; pero cuando la aflicción nos atormenta constantemente durante un largo periodo de la misma manera y con la misma rutina de desesperación agonizante, el corazón llega a perder su fortaleza,  y sin la gracia de Dios, con seguridad, nos hundiríamos en el mal humor de la desesperación constante.

Creo que cada episodio de vida necesita un tiempo de espera que prueba nuestra confianza en Dios y su palabra, pero una vez que estemos preparados, podemos estar seguros que llega nuestro rescate. No robemos el mañana de las manos de Dios. Demos tiempo a Dios para que nos hable y nos dirija por su palabra. Confiemos con esperanza y esperemos siempre lo mejor de parte de Dios. ¡Dios nunca obra demasiado tarde, aprendamos a esperar!

Amados amigos lectores: Antes yo creía que después de haber orado, tenía el deber de hacer todo lo que estuviera en mis manos para obtener la respuesta. -Un poco la filosofía de ayúdate que yo te ayudaré-  Pero ahora, ya desde el quinto piso en años, veo que  lo único que hacían mis esfuerzos era dificultar su obra. Cuando oramos y creemos en su palabra, confiando que es verdad lo que él ha dicho, debemos esperar su respuesta con un espíritu de alabanza y gratitud.

Esperar, sin hacer otra cosa que confiar en su palabra, parece muy inseguro y siempre tenemos la tentación de hacer algo y tomar el asunto en nuestras manos para tratar de ayudar a Dios. Pero, pretender luchar  nuestras batallas, insistir en lucharlas con nuestras armas y nuestros recursos, en vez de ayudar a la solución, lo que hace es dificultarla; y nuestra intervención entorpece el obrar de Dios. Mientras estén operando las fuerzas naturales de las conquistas, relaciones, influencias y cualquier otro tipo de tráfico, las fuerzas espirituales se relegarán.

Dios toma tiempo para contestar nuestras oraciones, no debemos olvidarlo para que no experimentemos la sensación de fracaso y desaliento. ¡Démosle a Dios una oportunidad para que él obre en su tiempo y a su manera!.

En cuanto a nosotros, sembremos, labremos, esperemos y confiemos en su palabra, hasta que Dios lleve a cabo sus planes y cumpla sus promesas, pero siempre demos a Dios una oportunidad en lo que se refiere al tiempo.

Ora conmigo: “Querido Dios, ayúdame a confiar en tu palabra y a espera en ti. Gracias por tomarte tu tiempo para animarme y consolarme, sigue tratando mi vida y formando mi carácter en tu amor. Amén”

Recuerda que Dios es todo lo que dice que es, y hace todo lo que dice que hace.

 

Saludos cariñosos en Cristo

 

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