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Columnista - 17 marzo, 2012

La tumbadora en el Vallenato

Por: Julio Oñate Martínez   En su Diccionario General de Americanismos de 1942, el cubano Francisco Santamaría define el vocablo tumbadora como un tambor de origen africano de fuerte influencia bantú muy usado por los negros de la parte oriental de la isla para sus saraos. El vocablo es relativamente nuevo en Cuba ya que […]

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Por: Julio Oñate Martínez

 
En su Diccionario General de Americanismos de 1942, el cubano Francisco Santamaría define el vocablo tumbadora como un tambor de origen africano de fuerte influencia bantú muy usado por los negros de la parte oriental de la isla para sus saraos. El vocablo es relativamente nuevo en Cuba ya que anteriormente cuando el instrumento era un poco más primitivo en su construcción simplemente se le denominaba tambor.
Conga es otro término para nombrar genéricamente las tumbadoras que intervienen en los conjuntos de conga de carnaval en todo el país y así se reconoce la tumbadora cubana en el extranjero ya fabricada industrialmente aunque en nuestro medio también es conocida como timba empleándose el distintivo del timbero o tumbador a quien la ejecuta, siempre “a mano limpia”.
Las diferentes orquestas cubanas que peregrinaron por todo el ámbito caribeño la pusieron en el caso nuestro en contacto con los percusionistas criollos que a finales de los años treinta presenciaron las actuaciones de la orquesta Casino de La Playa y la de los Hermanos Palau que nos visitaron en 1938. En la década del cuarenta ya había sido incorporada por músicos nuestros en las orquestas Emisoras Atlántico Jazz Band y Emisora Fuentes de Cartagena.
Los viejos juglares del vallenato solo en unos pocos casos usaron la tumbadora en su trajín farandulero, pero a partir de 1970 con la aparición de las agrupaciones ya con la misión de poner a bailar a la gente su repique es esencial en la expresión rítmatica de este  nuevo formato musical.
Desde 1953, cuando el juglar Sanjacintero (Bol) Andrés Landero comenzó a recorrer tierra mostrándose como un diestro acordeonero que cantaba su música regional fue la tumbadora el instrumento que le permitía interpretar las cumbias con la maestría y el sabor que hasta el presente ningún otro lo ha podido hacer apoyándose con la tumbadora  ejecutada por Rafael Pimentel, como tambor alegre y la caja de Mingo, hermano del anterior, como llamador.
En 1952 cuando Alejandro Durán inicio sus primeros años de corredurías por los pueblos ribereños del viejo Bolívar siempre conservó el formato tradicional con caja y guacharaca, pero desde 1957 cuando lo enredaron las polleras sinuanas – y por allá se quedó- comenzó a meterle la tumbadora del negro Julio a su conjunto para lograr un sonido más vigoroso, al deambular por las corralejas y tocar casetas pueblerinas donde con su OA, y su  APA!, ponía a bailar a todo el mundo. En adelante hasta que por última vez pudo estirar el fuelle no dejó de repicar  la tumbadora en el conjunto del negro Durán.
Luis Enrique Martínez, que había permanecido fiel al formato tradicional, cuando se trasladó a Bogotá donde permaneció varios años a partir de 1970, se llevó a su sobrino Santander Macías Martínez como intérprete de la tumbadora ya que frecuentemente en la capital costeños y cachacos le pedían en las parrandas la Cumbia Cienaguera quizás la más famosa pieza por el interpretada y así podía lograr un mejor lucimiento, pero al regresar nuevamente a Santa Marta, el sobrino de la tumbadora se fue con su música a otra parte ya que los viejos parranderos orientados por Eduardo Dávila no se lo permitían.
En su paso por aquí, por el valle en 1.960, alegró Aniceto Molina muchos bailes con Orlando Flórez “Timbita”, un verdadero fenómeno con los cueros quien vivió la mejor época al lado de Aníbal Velásquez.
En eso mismos años, los vallenatos recordamos el conjunto de Miguelito Ahumada con la guacharaca de Héctor Bolaños, la caja de Dimas Castilla y la timba de Rafita Zuleta alegrando vibrantes jornadas en bailes familiares, bares y emisoras, hoy nostalgias gratísimas del Valledupar de antes.
El Villanuevero Wilson Peña quien militó en la orquesta de Fruco y sus tesos, después de acompañar a los hermanos Zuleta, los Betos y Diomedes Diaz es – sin dudas- quien más ha influenciado con su percusión maestra a los nuevos interpretes que hoy se lucen con la tumbadora en todos los grupos vallenatos.

Columnista
17 marzo, 2012

La tumbadora en el Vallenato

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Julio C. Oñate M.

Por: Julio Oñate Martínez   En su Diccionario General de Americanismos de 1942, el cubano Francisco Santamaría define el vocablo tumbadora como un tambor de origen africano de fuerte influencia bantú muy usado por los negros de la parte oriental de la isla para sus saraos. El vocablo es relativamente nuevo en Cuba ya que […]


Por: Julio Oñate Martínez

 
En su Diccionario General de Americanismos de 1942, el cubano Francisco Santamaría define el vocablo tumbadora como un tambor de origen africano de fuerte influencia bantú muy usado por los negros de la parte oriental de la isla para sus saraos. El vocablo es relativamente nuevo en Cuba ya que anteriormente cuando el instrumento era un poco más primitivo en su construcción simplemente se le denominaba tambor.
Conga es otro término para nombrar genéricamente las tumbadoras que intervienen en los conjuntos de conga de carnaval en todo el país y así se reconoce la tumbadora cubana en el extranjero ya fabricada industrialmente aunque en nuestro medio también es conocida como timba empleándose el distintivo del timbero o tumbador a quien la ejecuta, siempre “a mano limpia”.
Las diferentes orquestas cubanas que peregrinaron por todo el ámbito caribeño la pusieron en el caso nuestro en contacto con los percusionistas criollos que a finales de los años treinta presenciaron las actuaciones de la orquesta Casino de La Playa y la de los Hermanos Palau que nos visitaron en 1938. En la década del cuarenta ya había sido incorporada por músicos nuestros en las orquestas Emisoras Atlántico Jazz Band y Emisora Fuentes de Cartagena.
Los viejos juglares del vallenato solo en unos pocos casos usaron la tumbadora en su trajín farandulero, pero a partir de 1970 con la aparición de las agrupaciones ya con la misión de poner a bailar a la gente su repique es esencial en la expresión rítmatica de este  nuevo formato musical.
Desde 1953, cuando el juglar Sanjacintero (Bol) Andrés Landero comenzó a recorrer tierra mostrándose como un diestro acordeonero que cantaba su música regional fue la tumbadora el instrumento que le permitía interpretar las cumbias con la maestría y el sabor que hasta el presente ningún otro lo ha podido hacer apoyándose con la tumbadora  ejecutada por Rafael Pimentel, como tambor alegre y la caja de Mingo, hermano del anterior, como llamador.
En 1952 cuando Alejandro Durán inicio sus primeros años de corredurías por los pueblos ribereños del viejo Bolívar siempre conservó el formato tradicional con caja y guacharaca, pero desde 1957 cuando lo enredaron las polleras sinuanas – y por allá se quedó- comenzó a meterle la tumbadora del negro Julio a su conjunto para lograr un sonido más vigoroso, al deambular por las corralejas y tocar casetas pueblerinas donde con su OA, y su  APA!, ponía a bailar a todo el mundo. En adelante hasta que por última vez pudo estirar el fuelle no dejó de repicar  la tumbadora en el conjunto del negro Durán.
Luis Enrique Martínez, que había permanecido fiel al formato tradicional, cuando se trasladó a Bogotá donde permaneció varios años a partir de 1970, se llevó a su sobrino Santander Macías Martínez como intérprete de la tumbadora ya que frecuentemente en la capital costeños y cachacos le pedían en las parrandas la Cumbia Cienaguera quizás la más famosa pieza por el interpretada y así podía lograr un mejor lucimiento, pero al regresar nuevamente a Santa Marta, el sobrino de la tumbadora se fue con su música a otra parte ya que los viejos parranderos orientados por Eduardo Dávila no se lo permitían.
En su paso por aquí, por el valle en 1.960, alegró Aniceto Molina muchos bailes con Orlando Flórez “Timbita”, un verdadero fenómeno con los cueros quien vivió la mejor época al lado de Aníbal Velásquez.
En eso mismos años, los vallenatos recordamos el conjunto de Miguelito Ahumada con la guacharaca de Héctor Bolaños, la caja de Dimas Castilla y la timba de Rafita Zuleta alegrando vibrantes jornadas en bailes familiares, bares y emisoras, hoy nostalgias gratísimas del Valledupar de antes.
El Villanuevero Wilson Peña quien militó en la orquesta de Fruco y sus tesos, después de acompañar a los hermanos Zuleta, los Betos y Diomedes Diaz es – sin dudas- quien más ha influenciado con su percusión maestra a los nuevos interpretes que hoy se lucen con la tumbadora en todos los grupos vallenatos.