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Columnista - 20 febrero, 2012

Los “pecados capitales” en la sociedad actual

Por: Imelda Daza Cotes La lujuria, la gula, la avaricia, la pereza, la ira, la envidia y la soberbia son pilares propagandísticos exaltados como virtudes en la sociedad neoliberal consumista Las naciones democráticas deberían preocuparse por el despotismo que amenaza con reducir los ciudadanos a simples rebaños de gentes laboriosas, consumistas, receptores pasivos de noticias […]

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Por: Imelda Daza Cotes

La lujuria, la gula, la avaricia, la pereza, la ira, la envidia y la soberbia son pilares propagandísticos exaltados como virtudes en la sociedad neoliberal consumista
Las naciones democráticas deberían preocuparse por el despotismo que amenaza con reducir los ciudadanos a simples rebaños de gentes laboriosas, consumistas, receptores pasivos de noticias e informes elaborados por los “oráculos, dueños de la verdad” que tratan siempre de “liberarnos” de la preocupación de pensar, de reflexionar
Esto explica un poco la crisis económica actual originada no tanto en la superproducción como en el superconsumo, maximizado gracias a las técnicas de mercadeo que han logrado “organizar” la mente del público y llevar a los consumidores a comportarse como rebaños donde cada uno busca identificarse con el otro, con hábitos de consumo homogéneos adquiridos a través de la intensa propaganda. La manipulación empieza casi al nacer y se mantiene a lo largo de la vida
Los llamados “pecados capitales” juegan un destacado papel en este proceso; hay que reconocer que todos ellos, casi sin excepción, son presentados como virtudes cuando de inducir al consumo se trata; son la expresión “ética” de la sociedad consumista impulsada por el neoliberalismo para manipular, controlar y regular los comportamientos sociales. Son “pecados” y vicios en privado que pasan a ser virtudes en público. Alguien los llamó “las siete columnas que sostienen al mundo”
La lujuria -placeres sin escrúpulos, amor envilecido-  es mostrada como vida sexual sana y activa, para estimular el uso y consumo de todos los productos y servicios que ofrece la industria pornográfica. Los jóvenes esbeltos, de cuerpos atléticos y viriles son los que invitan a ingerir bebidas y a comprar cigarros, cosméticos, ropa de marca, todo. Personajes de la farándula y mujeres que saben lucir son las precisas para inducir al consumo precoz y despertar en niños y jóvenes la necesidad de poseer, de comprar, de tener. Las transnacionales del ocio y del negocio explotan sin rubor las pasiones y las debilidades de un público indefenso. La gula es vista como la cofradía de la buena mesa, en un mundo con 895 millones de hambrientos y es esa gula la que induce al consumo de “comida basura”;  muchos confunden sabores con amores, a causa de lo cual la glotonería y la obesidad infantil son hoy un serio problema de salud pública. La avaricia y la codicia, se confunden con la competitividad y el consumo “a full”, son el lema de las cuentas de ahorro e inspiran la propaganda de cuanto bien o servicio se ofrece. La avaricia es tambien el comercio sin moral, la extorsión y el agiotismo bancario, cubiertos siempre con los más refinados modales; en nombre del mercado todo se vale, todo lo que induzca al acaparamiento, hasta la ciencia sin humanismo o la producción de material bélico.  La pereza, invita a la riqueza sin trabajo, a alcanzarlo todo con el mínimo esfuerzo, es estimulada con las imágenes del ejecutivo que posa plácidamente, libre de preocupaciones, en una silla de marca, en un elegante salón; con un mando a distancia y tirado en un sofá es posible dominar el mercado, que se esfuercen los tontos. La ira   es la neurosis ante la impotencia de no poder adquirirlo todo.
Para estimular el consumo es necesario inocular en el público la envidia y la cultura del egoismo como normas de conducta; la envidia, esclava de la imagen y expresión de la frustración cuando otros logran más, está presente en los anuncios que dicen que tu vecino tiene un carro mejor que el tuyo, y se explota como emulación para promover las ventas. La Soberbia y el orgullo triunfan al precio que sea, son sinónimos de éxito, honor y gloria, alcanzados por los grandes ejecutivos, por los poderosos, convertidos en íconos. La autoestima se confunde con el narcisismo. El conocimiento y el saber poco importan, la clave del triunfo está en otro campo; la política es un asunto reservado a los dueños del poder; al gran público le corresponde sólo aplaudir y creer que elige libre y democráticamente
Definitivamente vivimos en un mundo pecaminoso. Cuánto desenfreno!! y cuánta irracionalidad.  El crecimiento económico indefinido no sólo es imposible, es sobre todo perverso

Columnista
20 febrero, 2012

Los “pecados capitales” en la sociedad actual

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Imelda Daza Cotes

Por: Imelda Daza Cotes La lujuria, la gula, la avaricia, la pereza, la ira, la envidia y la soberbia son pilares propagandísticos exaltados como virtudes en la sociedad neoliberal consumista Las naciones democráticas deberían preocuparse por el despotismo que amenaza con reducir los ciudadanos a simples rebaños de gentes laboriosas, consumistas, receptores pasivos de noticias […]


Por: Imelda Daza Cotes

La lujuria, la gula, la avaricia, la pereza, la ira, la envidia y la soberbia son pilares propagandísticos exaltados como virtudes en la sociedad neoliberal consumista
Las naciones democráticas deberían preocuparse por el despotismo que amenaza con reducir los ciudadanos a simples rebaños de gentes laboriosas, consumistas, receptores pasivos de noticias e informes elaborados por los “oráculos, dueños de la verdad” que tratan siempre de “liberarnos” de la preocupación de pensar, de reflexionar
Esto explica un poco la crisis económica actual originada no tanto en la superproducción como en el superconsumo, maximizado gracias a las técnicas de mercadeo que han logrado “organizar” la mente del público y llevar a los consumidores a comportarse como rebaños donde cada uno busca identificarse con el otro, con hábitos de consumo homogéneos adquiridos a través de la intensa propaganda. La manipulación empieza casi al nacer y se mantiene a lo largo de la vida
Los llamados “pecados capitales” juegan un destacado papel en este proceso; hay que reconocer que todos ellos, casi sin excepción, son presentados como virtudes cuando de inducir al consumo se trata; son la expresión “ética” de la sociedad consumista impulsada por el neoliberalismo para manipular, controlar y regular los comportamientos sociales. Son “pecados” y vicios en privado que pasan a ser virtudes en público. Alguien los llamó “las siete columnas que sostienen al mundo”
La lujuria -placeres sin escrúpulos, amor envilecido-  es mostrada como vida sexual sana y activa, para estimular el uso y consumo de todos los productos y servicios que ofrece la industria pornográfica. Los jóvenes esbeltos, de cuerpos atléticos y viriles son los que invitan a ingerir bebidas y a comprar cigarros, cosméticos, ropa de marca, todo. Personajes de la farándula y mujeres que saben lucir son las precisas para inducir al consumo precoz y despertar en niños y jóvenes la necesidad de poseer, de comprar, de tener. Las transnacionales del ocio y del negocio explotan sin rubor las pasiones y las debilidades de un público indefenso. La gula es vista como la cofradía de la buena mesa, en un mundo con 895 millones de hambrientos y es esa gula la que induce al consumo de “comida basura”;  muchos confunden sabores con amores, a causa de lo cual la glotonería y la obesidad infantil son hoy un serio problema de salud pública. La avaricia y la codicia, se confunden con la competitividad y el consumo “a full”, son el lema de las cuentas de ahorro e inspiran la propaganda de cuanto bien o servicio se ofrece. La avaricia es tambien el comercio sin moral, la extorsión y el agiotismo bancario, cubiertos siempre con los más refinados modales; en nombre del mercado todo se vale, todo lo que induzca al acaparamiento, hasta la ciencia sin humanismo o la producción de material bélico.  La pereza, invita a la riqueza sin trabajo, a alcanzarlo todo con el mínimo esfuerzo, es estimulada con las imágenes del ejecutivo que posa plácidamente, libre de preocupaciones, en una silla de marca, en un elegante salón; con un mando a distancia y tirado en un sofá es posible dominar el mercado, que se esfuercen los tontos. La ira   es la neurosis ante la impotencia de no poder adquirirlo todo.
Para estimular el consumo es necesario inocular en el público la envidia y la cultura del egoismo como normas de conducta; la envidia, esclava de la imagen y expresión de la frustración cuando otros logran más, está presente en los anuncios que dicen que tu vecino tiene un carro mejor que el tuyo, y se explota como emulación para promover las ventas. La Soberbia y el orgullo triunfan al precio que sea, son sinónimos de éxito, honor y gloria, alcanzados por los grandes ejecutivos, por los poderosos, convertidos en íconos. La autoestima se confunde con el narcisismo. El conocimiento y el saber poco importan, la clave del triunfo está en otro campo; la política es un asunto reservado a los dueños del poder; al gran público le corresponde sólo aplaudir y creer que elige libre y democráticamente
Definitivamente vivimos en un mundo pecaminoso. Cuánto desenfreno!! y cuánta irracionalidad.  El crecimiento económico indefinido no sólo es imposible, es sobre todo perverso