Por: José Gregorio Guerrero Los valduparenses tenemos un concepto limitado de nuestras riquezas, pues creemos que con lo único que contamos es con la música vallenata y con EL PILÓN; desconociendo elementos de gran extensión como una tradición oral de las más poderosas del mundo; lugares soñados por extraños que se los imaginan y […]
Por: José Gregorio Guerrero
Los valduparenses tenemos un concepto limitado de nuestras riquezas, pues creemos que con lo único que contamos es con la música vallenata y con EL PILÓN; desconociendo elementos de gran extensión como una tradición oral de las más poderosas del mundo; lugares soñados por extraños que se los imaginan y lo sueñan, y creen que no existen y nosotros los tenemos a veinte minutos de distancia, y no los valoramos.
A la cultura nuestra tenemos que darle un giro total, tenemos que comenzar por repensar estrategias de marketing y salir a vender el nombre de Valledupar en el mundo. Que en cualquier agencia de viajes del universo ya sea en Frankfurt, Londres, New York, Buenos Aires les ofrezcan a los turistas el nombre de Valledupar como mágico destino turístico y lo vendan como la tierra de la música vallenata, la tierra de la imaginación, Macondo, La Tierra del olvido, el lugar que inspiró a García Márquez a escribir Cien Años de Soledad, el lugar de los ríos transparentes, la tierra del hombre que desafió al diablo con un instrumento alemán llamado Acordeón, la capital del todo es posible, el lugar en donde los hombres desafían a la muerte y terminan muriéndose cuando se les da la gana.
Valledupar como sitio exclusivo donde el hombre sufre los problemas del prójimo como si fueran propios, el lugar en donde un alcalde hizo volar un avión sin alas y lo aterrizó en la rivera de un caudaloso rio de aguas heladas, y lo sepultó allí íngrimo en medio de un verde follaje; la tierra de un hombre que fue capaz de hacer una casa en el aire con cimientos de cantos, especialmente para que la hija se casara con un piloto de aviones.
Les aseguro, amigos lectores, que a los seis meses no habrá cama para tanta gente. Entonces, tres vuelos diarios no serán suficientes. De inmediato los hoteleros pensarían en invertir; pero la idea sería convertir cada hogar que lo desee en hostales familiares, para que el turista sienta y viva los momentos vallenatos en carne propia. Es entonces cuando aparecen en los escenarios las grandes ideas como por ejemplo: institucionalizar el festival mundial de tradición oral, la escuela de narración oral y de danzas de el Pilón; la escuela de cocina criolla y confituras; el eco parque los Besotes, incluyendo deportes extremos como senderismo y canopy. Crear la necesidad de realizar el paseo de los buenos tiempos, que consiste en la construcción de un teleférico que viaje del cerro Murillo hasta el cerro de Cicolac y allí al terminar el paseo y después de ver desde el aire la capital mundial de la imaginación, entonces los turistas bajan al complejo cultural ciudad Valledupar que quedaría en las instalaciones donde hoy queda DPA, allí se encontrará un ecoparque con lagos artificiales, el museo de la música vallenata, como también el centro de convenciones y la universidad infantil( lugar de formación a los niños para hacerlos ciudadanos consientes).
Luego pensar en traer unos helicópteros panorámicos para llevar al turista a conocer la Sierra Nevada de Santa Marta, y de regreso llegar a Nabusimake, y allí degustar un delicioso almuerzo en medio de la basta sierra; ¡eso no tiene precio! Y para nosotros es casi una locura.
¿Se imaginan ustedes cuantos empleos directos e indirectos hay en esto que les acabo de narrar? Eso es lo que les falta a los mandatarios: la facultad de soñar cuando llegan al poder. La idea no es solo llenarse los bolsillos, la idea es construir ciudades sostenibles, amigables, ambientalmente responsables; pero principalmente ciudades soñadas. Y pensar que en el exterior hay dinero para todo esto como por ejemplo: eco fondos, o los Bonos de carbono, que son negociados en una bolsa por países desarrollados dispuestos a invertir; lo que pasa es que no tienen conocimiento de donde está el dinero ni los inversionistas, mientras sigamos pensando solo en música no saldremos del atolladero. Pensemos en construir una ciudad competitiva; pensemos en desarrollar el turismo; pensemos diferente.
Feliz fin de semana.
[email protected]
Twitter: goyogue100
Por: José Gregorio Guerrero Los valduparenses tenemos un concepto limitado de nuestras riquezas, pues creemos que con lo único que contamos es con la música vallenata y con EL PILÓN; desconociendo elementos de gran extensión como una tradición oral de las más poderosas del mundo; lugares soñados por extraños que se los imaginan y […]
Por: José Gregorio Guerrero
Los valduparenses tenemos un concepto limitado de nuestras riquezas, pues creemos que con lo único que contamos es con la música vallenata y con EL PILÓN; desconociendo elementos de gran extensión como una tradición oral de las más poderosas del mundo; lugares soñados por extraños que se los imaginan y lo sueñan, y creen que no existen y nosotros los tenemos a veinte minutos de distancia, y no los valoramos.
A la cultura nuestra tenemos que darle un giro total, tenemos que comenzar por repensar estrategias de marketing y salir a vender el nombre de Valledupar en el mundo. Que en cualquier agencia de viajes del universo ya sea en Frankfurt, Londres, New York, Buenos Aires les ofrezcan a los turistas el nombre de Valledupar como mágico destino turístico y lo vendan como la tierra de la música vallenata, la tierra de la imaginación, Macondo, La Tierra del olvido, el lugar que inspiró a García Márquez a escribir Cien Años de Soledad, el lugar de los ríos transparentes, la tierra del hombre que desafió al diablo con un instrumento alemán llamado Acordeón, la capital del todo es posible, el lugar en donde los hombres desafían a la muerte y terminan muriéndose cuando se les da la gana.
Valledupar como sitio exclusivo donde el hombre sufre los problemas del prójimo como si fueran propios, el lugar en donde un alcalde hizo volar un avión sin alas y lo aterrizó en la rivera de un caudaloso rio de aguas heladas, y lo sepultó allí íngrimo en medio de un verde follaje; la tierra de un hombre que fue capaz de hacer una casa en el aire con cimientos de cantos, especialmente para que la hija se casara con un piloto de aviones.
Les aseguro, amigos lectores, que a los seis meses no habrá cama para tanta gente. Entonces, tres vuelos diarios no serán suficientes. De inmediato los hoteleros pensarían en invertir; pero la idea sería convertir cada hogar que lo desee en hostales familiares, para que el turista sienta y viva los momentos vallenatos en carne propia. Es entonces cuando aparecen en los escenarios las grandes ideas como por ejemplo: institucionalizar el festival mundial de tradición oral, la escuela de narración oral y de danzas de el Pilón; la escuela de cocina criolla y confituras; el eco parque los Besotes, incluyendo deportes extremos como senderismo y canopy. Crear la necesidad de realizar el paseo de los buenos tiempos, que consiste en la construcción de un teleférico que viaje del cerro Murillo hasta el cerro de Cicolac y allí al terminar el paseo y después de ver desde el aire la capital mundial de la imaginación, entonces los turistas bajan al complejo cultural ciudad Valledupar que quedaría en las instalaciones donde hoy queda DPA, allí se encontrará un ecoparque con lagos artificiales, el museo de la música vallenata, como también el centro de convenciones y la universidad infantil( lugar de formación a los niños para hacerlos ciudadanos consientes).
Luego pensar en traer unos helicópteros panorámicos para llevar al turista a conocer la Sierra Nevada de Santa Marta, y de regreso llegar a Nabusimake, y allí degustar un delicioso almuerzo en medio de la basta sierra; ¡eso no tiene precio! Y para nosotros es casi una locura.
¿Se imaginan ustedes cuantos empleos directos e indirectos hay en esto que les acabo de narrar? Eso es lo que les falta a los mandatarios: la facultad de soñar cuando llegan al poder. La idea no es solo llenarse los bolsillos, la idea es construir ciudades sostenibles, amigables, ambientalmente responsables; pero principalmente ciudades soñadas. Y pensar que en el exterior hay dinero para todo esto como por ejemplo: eco fondos, o los Bonos de carbono, que son negociados en una bolsa por países desarrollados dispuestos a invertir; lo que pasa es que no tienen conocimiento de donde está el dinero ni los inversionistas, mientras sigamos pensando solo en música no saldremos del atolladero. Pensemos en construir una ciudad competitiva; pensemos en desarrollar el turismo; pensemos diferente.
Feliz fin de semana.
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Twitter: goyogue100