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Columnista - 5 diciembre, 2011

Pedagógica de la humanización

EL TINAJERO Por: Jose Atuesta Mindiola En esta época de finalización del año escolar, encuentro muy oportuno compartir estas reflexiones pedagógicas de Pablo Romero Ibáñez, asesor internacional en Pedagogía y  Bioética,  que nos invita a concebir la escuela,  como ese  lugar de anhelos, esperanzas y preocupaciones académicas, personales y sociales, donde necesitamos hacer realidad la […]

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EL TINAJERO

Por: Jose Atuesta Mindiola

En esta época de finalización del año escolar, encuentro muy oportuno compartir estas reflexiones pedagógicas de Pablo Romero Ibáñez, asesor internacional en Pedagogía y  Bioética,  que nos invita a concebir la escuela,  como ese  lugar de anhelos, esperanzas y preocupaciones académicas, personales y sociales, donde necesitamos hacer realidad la convivencia, la alegría, la interlocución, la negociación, la concertación y la creatividad.

Comenta el doctor Pablo Romero que los docentes deben borrar de su mente la frase: “La evaluación es el instrumento que permite verificar o comprobar el aprendizaje de los estudiantes”.  En el primer artículo del decreto 1290 (que reglamenta la evaluación), cuando se nos dice: La evaluación del aprendizaje de los estudiantes realizada en los establecimientos de educación básica y media, es el proceso permanente y objetivo para valorar el nivel de desempeño de los estudiantes. Se nos está invitando a construir una escuela, donde en vez de juzgar, valoremos; en vez de calificar, verificar o comprobar, formemos.

Es prudente, humano y pedagógico, evaluar a cada sujeto desde ejercicios comprometidos con el descentramiento que permitan observar al estudiante en la clase, en el descanso, en las actividades de rutina, en las interacciones sociales, etc. En este compromiso también es importante revisar sus cuadernos y carpetas, atendiendo la objetividad de sus apuntes, la profundidad de sus consultas, sus aportes, su estructura organizativa  y su estética entre otras variables valorativas. Y además, incluir las valoraciones por medio de previas o exámenes con diferentes formas de cuestionamiento o interrogación como preguntas de selección múltiple con única respuesta,  preguntas de completar, de argumentación, deducción, desarrollo, de inferencia, de aplicación,  y proposición, diseño o creación.

¿Qué estamos entendiendo por calidad educativa?  calidad educativa, se equipara de inmediato con la convicción de mejor nivel académico, es decir, pruebas ICFES, mejores notas, aunque ese tan nombrado nivel académico “muy superior”, no vaya de la mano de la inteligencia emocional y social, del buen trato y la convivencia.

Si afirmamos que nuestra institución educativa es de calidad, más vale que tengamos evidencias relacionadas con la estética de los diversos espacios de la institución, la armonía, la convivencia, la interacción social y académica impecable, transparente y excelente. Si existe un ambiente de convivencia pacífica y progresiva, y de aprendizaje significativo; entonces, nos hemos ganado el derecho de hablar de calidad, y de paso, como valor agregado, podemos colgar los certificados que deseemos; de lo contrario, aconsejo guardar en cualquier cajón, los diversos certificados de calidad que tengamos.

Décimas a Jaime Gnecco
I
Era un amigo lector
de mi lira decimera,
hoy ya duerme en la quimera
de celestial esplendor;
una esquela de dolor
nos deja su despedida
y recordamos su vida
de ser hombre universal;
político liberal
de calidad definida.

II
La Guajira fue el albor
de su cuna maternal
y el pueblo de Papayal
espejo de su candor.
Valledupar fue el amor
de sus sueños de victoria,
las luces de su memoria
iluminaron los andes;
hoy Jaime Gneco Hernández
es un remanso de historia.

Columnista
5 diciembre, 2011

Pedagógica de la humanización

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
José Atuesta Mindiola

EL TINAJERO Por: Jose Atuesta Mindiola En esta época de finalización del año escolar, encuentro muy oportuno compartir estas reflexiones pedagógicas de Pablo Romero Ibáñez, asesor internacional en Pedagogía y  Bioética,  que nos invita a concebir la escuela,  como ese  lugar de anhelos, esperanzas y preocupaciones académicas, personales y sociales, donde necesitamos hacer realidad la […]


EL TINAJERO

Por: Jose Atuesta Mindiola

En esta época de finalización del año escolar, encuentro muy oportuno compartir estas reflexiones pedagógicas de Pablo Romero Ibáñez, asesor internacional en Pedagogía y  Bioética,  que nos invita a concebir la escuela,  como ese  lugar de anhelos, esperanzas y preocupaciones académicas, personales y sociales, donde necesitamos hacer realidad la convivencia, la alegría, la interlocución, la negociación, la concertación y la creatividad.

Comenta el doctor Pablo Romero que los docentes deben borrar de su mente la frase: “La evaluación es el instrumento que permite verificar o comprobar el aprendizaje de los estudiantes”.  En el primer artículo del decreto 1290 (que reglamenta la evaluación), cuando se nos dice: La evaluación del aprendizaje de los estudiantes realizada en los establecimientos de educación básica y media, es el proceso permanente y objetivo para valorar el nivel de desempeño de los estudiantes. Se nos está invitando a construir una escuela, donde en vez de juzgar, valoremos; en vez de calificar, verificar o comprobar, formemos.

Es prudente, humano y pedagógico, evaluar a cada sujeto desde ejercicios comprometidos con el descentramiento que permitan observar al estudiante en la clase, en el descanso, en las actividades de rutina, en las interacciones sociales, etc. En este compromiso también es importante revisar sus cuadernos y carpetas, atendiendo la objetividad de sus apuntes, la profundidad de sus consultas, sus aportes, su estructura organizativa  y su estética entre otras variables valorativas. Y además, incluir las valoraciones por medio de previas o exámenes con diferentes formas de cuestionamiento o interrogación como preguntas de selección múltiple con única respuesta,  preguntas de completar, de argumentación, deducción, desarrollo, de inferencia, de aplicación,  y proposición, diseño o creación.

¿Qué estamos entendiendo por calidad educativa?  calidad educativa, se equipara de inmediato con la convicción de mejor nivel académico, es decir, pruebas ICFES, mejores notas, aunque ese tan nombrado nivel académico “muy superior”, no vaya de la mano de la inteligencia emocional y social, del buen trato y la convivencia.

Si afirmamos que nuestra institución educativa es de calidad, más vale que tengamos evidencias relacionadas con la estética de los diversos espacios de la institución, la armonía, la convivencia, la interacción social y académica impecable, transparente y excelente. Si existe un ambiente de convivencia pacífica y progresiva, y de aprendizaje significativo; entonces, nos hemos ganado el derecho de hablar de calidad, y de paso, como valor agregado, podemos colgar los certificados que deseemos; de lo contrario, aconsejo guardar en cualquier cajón, los diversos certificados de calidad que tengamos.

Décimas a Jaime Gnecco
I
Era un amigo lector
de mi lira decimera,
hoy ya duerme en la quimera
de celestial esplendor;
una esquela de dolor
nos deja su despedida
y recordamos su vida
de ser hombre universal;
político liberal
de calidad definida.

II
La Guajira fue el albor
de su cuna maternal
y el pueblo de Papayal
espejo de su candor.
Valledupar fue el amor
de sus sueños de victoria,
las luces de su memoria
iluminaron los andes;
hoy Jaime Gneco Hernández
es un remanso de historia.