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Columnista - 1 diciembre, 2011

Rescate militar, entre el éxito y la muerte

Por: Luis Napoleón de Armas P Si yo estuviera secuestrado preferiría no ser rescatado militarmente; para los familiares es mejor una esperanza de vida, así ocurra como a Prometeo y en condiciones indignas como lo hacen las FARC. Nunca, Penélope, perdió la fe de encontrarse con Ulises, pese a las pocas posibilidades que este tenía […]

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Por: Luis Napoleón de Armas P

Si yo estuviera secuestrado preferiría no ser rescatado militarmente; para los familiares es mejor una esperanza de vida, así ocurra como a Prometeo y en condiciones indignas como lo hacen las FARC. Nunca, Penélope, perdió la fe de encontrarse con Ulises, pese a las pocas posibilidades que este tenía de regresar sano y salvo de las penalidades de Itaca. Quizás, los únicos rescates exitosos frente a este sanguinario grupo han sido los negociados. La práctica de asesinarlos frente a un inminente rescate, ha sido repetitiva, los hechos son tozudos. Ahí está el dilema: la vida de los secuestrados o el éxito militar. Si ya existían rumores acerca de que algunas personalidades manejan las posibilidades de la entrega de seis secuestrados, ¿porqué no esperar?. Frente a 12 o mas años, unos días no son nada. ¿Quien le devuelve la ilusión al niño Johan Steven de conocer a su padre? Desde la liberación de los notables, el interés oficial por el resto de los secuestrados dejó de tener interés. Tampoco, la presión internacional volvió a sonar. Por supuesto, los responsables de mantener con vida a los secuestrados son las FARC, porque estos no son una mercancía de cambio; pero estas aprovecharán cualquier error del gobierno para inculparlo tirándole los muertos en la cara. No están dispuestas a dejar que les quiten el trofeo de las manos, esa es la consigna y los altos mandos militares lo saben. Lo que uno ve es que no hay una política de rescate estándar para traer con vida a los secuestrados. El gobierno actual tiene que salirse de la penumbra que le dejó la era uribista de tierra arrasada y acciones estrictamente militares. Por eso el general prusiano, Karl Clausewitz, dijo que la guerra era demasiado seria para dejarla en manos
de los militares. Para el rescate de los policías y militares restantes tocará afinar la puntería; a Piedad Córdoba, por más que la detesten en las esferas oficiales, tendrán que darle un margen mínimo de maniobra; al fin, ella ha sido la precursora de las liberaciones; su misión es patriótica y altruista; su empeño no ha cesado pese al alto costo político y personal sufragado. Basta ya de consignas patrioteras. El presidente Santos es un hombre de diálogos. En función de la paz definitiva, no importa el valor del cheque a girar. Los gastos militares en Colombia, entre 2001 y 2007, fueron casi tres veces la media de Latinoamérica. Estos altos costos tienen frenado el crecimiento del país, pese a sus inmensas potencialidades.
Adenda. El día 17 de los corrientes, dije en artículo: “Y si en una universidad su claustro no se entretiene investigando, surgen el tedio y las bajas pasiones: la intriga, la promiscuidad, el rumor, la desidia, el analfabetismo funcional, la corrupción, y hasta el crimen”. No estaba pensando en una universidad en particular y más bien en una generalidad. Este fenómeno fue propio de muchas universidades y en la Costa Caribe hizo aguas. En las Universidades de Magdalena, Córdoba, Sucre, Atlántico y otras más, fue lo típico. El caso del profesor Correa D´Andreis es emblemático. Fue la época del apogeo del paramilitarismo cuando el presupuesto público fue secuestrado. Y no podemos negar que el coletazo también tocó a la UPC, en su era “mesosoica”, (SIC) que degradó las costumbres en esta institución; el miedo detuvo la imaginación. Hago la acotación adicional porque un ex-rector se disgustó por la referencia. La verdad, si alguien teme a sus fantasmas, mejor es que consiga un exorcista; no es mi culpa.
napoleondearmashotmail.com

Columnista
1 diciembre, 2011

Rescate militar, entre el éxito y la muerte

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Luis Napoleón de Armas P.

Por: Luis Napoleón de Armas P Si yo estuviera secuestrado preferiría no ser rescatado militarmente; para los familiares es mejor una esperanza de vida, así ocurra como a Prometeo y en condiciones indignas como lo hacen las FARC. Nunca, Penélope, perdió la fe de encontrarse con Ulises, pese a las pocas posibilidades que este tenía […]


Por: Luis Napoleón de Armas P

Si yo estuviera secuestrado preferiría no ser rescatado militarmente; para los familiares es mejor una esperanza de vida, así ocurra como a Prometeo y en condiciones indignas como lo hacen las FARC. Nunca, Penélope, perdió la fe de encontrarse con Ulises, pese a las pocas posibilidades que este tenía de regresar sano y salvo de las penalidades de Itaca. Quizás, los únicos rescates exitosos frente a este sanguinario grupo han sido los negociados. La práctica de asesinarlos frente a un inminente rescate, ha sido repetitiva, los hechos son tozudos. Ahí está el dilema: la vida de los secuestrados o el éxito militar. Si ya existían rumores acerca de que algunas personalidades manejan las posibilidades de la entrega de seis secuestrados, ¿porqué no esperar?. Frente a 12 o mas años, unos días no son nada. ¿Quien le devuelve la ilusión al niño Johan Steven de conocer a su padre? Desde la liberación de los notables, el interés oficial por el resto de los secuestrados dejó de tener interés. Tampoco, la presión internacional volvió a sonar. Por supuesto, los responsables de mantener con vida a los secuestrados son las FARC, porque estos no son una mercancía de cambio; pero estas aprovecharán cualquier error del gobierno para inculparlo tirándole los muertos en la cara. No están dispuestas a dejar que les quiten el trofeo de las manos, esa es la consigna y los altos mandos militares lo saben. Lo que uno ve es que no hay una política de rescate estándar para traer con vida a los secuestrados. El gobierno actual tiene que salirse de la penumbra que le dejó la era uribista de tierra arrasada y acciones estrictamente militares. Por eso el general prusiano, Karl Clausewitz, dijo que la guerra era demasiado seria para dejarla en manos
de los militares. Para el rescate de los policías y militares restantes tocará afinar la puntería; a Piedad Córdoba, por más que la detesten en las esferas oficiales, tendrán que darle un margen mínimo de maniobra; al fin, ella ha sido la precursora de las liberaciones; su misión es patriótica y altruista; su empeño no ha cesado pese al alto costo político y personal sufragado. Basta ya de consignas patrioteras. El presidente Santos es un hombre de diálogos. En función de la paz definitiva, no importa el valor del cheque a girar. Los gastos militares en Colombia, entre 2001 y 2007, fueron casi tres veces la media de Latinoamérica. Estos altos costos tienen frenado el crecimiento del país, pese a sus inmensas potencialidades.
Adenda. El día 17 de los corrientes, dije en artículo: “Y si en una universidad su claustro no se entretiene investigando, surgen el tedio y las bajas pasiones: la intriga, la promiscuidad, el rumor, la desidia, el analfabetismo funcional, la corrupción, y hasta el crimen”. No estaba pensando en una universidad en particular y más bien en una generalidad. Este fenómeno fue propio de muchas universidades y en la Costa Caribe hizo aguas. En las Universidades de Magdalena, Córdoba, Sucre, Atlántico y otras más, fue lo típico. El caso del profesor Correa D´Andreis es emblemático. Fue la época del apogeo del paramilitarismo cuando el presupuesto público fue secuestrado. Y no podemos negar que el coletazo también tocó a la UPC, en su era “mesosoica”, (SIC) que degradó las costumbres en esta institución; el miedo detuvo la imaginación. Hago la acotación adicional porque un ex-rector se disgustó por la referencia. La verdad, si alguien teme a sus fantasmas, mejor es que consiga un exorcista; no es mi culpa.
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