Por: Raúl Bermúdez Márquez Palabras acalladas en los profundos silencios Inocencias ultrajadas por la maldad humana Sueños quebrados como cristales muy débiles Miradas fugadas en las crecientes indolencias Anónimo Desgarrador, espeluznante, aterrador, indignante, cruel, inhumano, estremecedor, máxima expresión de la indolencia,… son adjetivos que se quedan cortos, muy cortos, para describir las escenas de un […]
Por: Raúl Bermúdez Márquez
Palabras acalladas en los profundos silencios
Inocencias ultrajadas por la maldad humana
Sueños quebrados como cristales muy débiles
Miradas fugadas en las crecientes indolencias
Anónimo
Desgarrador, espeluznante, aterrador, indignante, cruel, inhumano, estremecedor, máxima expresión de la indolencia,… son adjetivos que se quedan cortos, muy cortos, para describir las escenas de un video que le ha dado la vuelta al mundo, y que muestra cómo una niña China de nombre Yueyue es atropellada dos veces por dos vehículos ante la mirada indolente de 18 personas que en un lapso de 3 minutos y 59 segundos pasaron ante ella y asumieron la misma actitud que cualquier observador desprevenido adopta cuando agoniza una cucaracha en la inmensidad del pavimento: total indiferencia.
Lo más grave, es que ocurre en el seno de una sociedad supuestamente socialista, en cuyo ideario el humanismo es consustancial. ¿Qué está ocurriendo en China donde las actitudes insolidarias e individualistas se han vuelto el pan de cada día?. Algo gravísimo debe estar sucediendo en una sociedad donde pareciera que se valora más a un perro, -porque su carne forma parte de la dieta alimentaria-, que la vida de un hombre o de una mujer, o mucho peor, de la de un niño o de una niña. El socialismo, según algunos teóricos marxistas es el sistema que coloca lo humano por encima del capital; es, según el peruano José Carlos Mariategui, “la realización de un inmenso ideal humano”. Por eso y ante las reiteradas expresiones de insolidaridad en el país asiático, es claro que allí lo que se consolidó como sistema económico es una especie de híbrido social – capitalista cuyos métodos se acercan más al denominado capitalismo salvaje y cuyo precepto filosófico orientador parece ser el de “sálvese quien pueda”.
Nada que ver siquiera con las ideas de Marx sobre el humanismo. Según Theodor Schwartz, para Marx el hombre como ser armonioso, como ser perfecto, no puede existir más que deshaciéndose de las trabas del individualismo de clase. Y ni hablar de José Martí el inspirador de la revolución cubana. Afirma Cintio Vintierque “si por humanismo entendemos la corriente cultural que nos viene de Grecia y Roma a través del Renacimiento, esas raíces en Martí son las mismas que en cualquier hombre de su tiempo o el nuestro”.
La formación humanística es ostensible en sus discursos, en su prosa y en su verso. Uno se abisma en Colombia de la falta de solidaridad que el ciudadano común y corriente tiene con el dolor ajeno, asediado tal vez por los apremios de su propia existencia. Pero de lo que si no me queda duda, es que si el caso de Yueyue se hubiera presentado en cualquier caserío, en cualquier vereda o en cualquier ciudad colombiana, hubiesen sobrado brazos y energías para rodearla y hacer todo lo que estuviera al alcance para trasladarla a cualquier centro de atención en salud. Eso es lo que alela en el caso de Yueyue: una niña, un indefenso ser humano agonizante en el pavimento sin una mano amiga, durante 4 infinitos minutos, que se apiadara de ella. ¡No hay derecho a tanta deshumanización, por Dios!.
[email protected]
Por: Raúl Bermúdez Márquez Palabras acalladas en los profundos silencios Inocencias ultrajadas por la maldad humana Sueños quebrados como cristales muy débiles Miradas fugadas en las crecientes indolencias Anónimo Desgarrador, espeluznante, aterrador, indignante, cruel, inhumano, estremecedor, máxima expresión de la indolencia,… son adjetivos que se quedan cortos, muy cortos, para describir las escenas de un […]
Por: Raúl Bermúdez Márquez
Palabras acalladas en los profundos silencios
Inocencias ultrajadas por la maldad humana
Sueños quebrados como cristales muy débiles
Miradas fugadas en las crecientes indolencias
Anónimo
Desgarrador, espeluznante, aterrador, indignante, cruel, inhumano, estremecedor, máxima expresión de la indolencia,… son adjetivos que se quedan cortos, muy cortos, para describir las escenas de un video que le ha dado la vuelta al mundo, y que muestra cómo una niña China de nombre Yueyue es atropellada dos veces por dos vehículos ante la mirada indolente de 18 personas que en un lapso de 3 minutos y 59 segundos pasaron ante ella y asumieron la misma actitud que cualquier observador desprevenido adopta cuando agoniza una cucaracha en la inmensidad del pavimento: total indiferencia.
Lo más grave, es que ocurre en el seno de una sociedad supuestamente socialista, en cuyo ideario el humanismo es consustancial. ¿Qué está ocurriendo en China donde las actitudes insolidarias e individualistas se han vuelto el pan de cada día?. Algo gravísimo debe estar sucediendo en una sociedad donde pareciera que se valora más a un perro, -porque su carne forma parte de la dieta alimentaria-, que la vida de un hombre o de una mujer, o mucho peor, de la de un niño o de una niña. El socialismo, según algunos teóricos marxistas es el sistema que coloca lo humano por encima del capital; es, según el peruano José Carlos Mariategui, “la realización de un inmenso ideal humano”. Por eso y ante las reiteradas expresiones de insolidaridad en el país asiático, es claro que allí lo que se consolidó como sistema económico es una especie de híbrido social – capitalista cuyos métodos se acercan más al denominado capitalismo salvaje y cuyo precepto filosófico orientador parece ser el de “sálvese quien pueda”.
Nada que ver siquiera con las ideas de Marx sobre el humanismo. Según Theodor Schwartz, para Marx el hombre como ser armonioso, como ser perfecto, no puede existir más que deshaciéndose de las trabas del individualismo de clase. Y ni hablar de José Martí el inspirador de la revolución cubana. Afirma Cintio Vintierque “si por humanismo entendemos la corriente cultural que nos viene de Grecia y Roma a través del Renacimiento, esas raíces en Martí son las mismas que en cualquier hombre de su tiempo o el nuestro”.
La formación humanística es ostensible en sus discursos, en su prosa y en su verso. Uno se abisma en Colombia de la falta de solidaridad que el ciudadano común y corriente tiene con el dolor ajeno, asediado tal vez por los apremios de su propia existencia. Pero de lo que si no me queda duda, es que si el caso de Yueyue se hubiera presentado en cualquier caserío, en cualquier vereda o en cualquier ciudad colombiana, hubiesen sobrado brazos y energías para rodearla y hacer todo lo que estuviera al alcance para trasladarla a cualquier centro de atención en salud. Eso es lo que alela en el caso de Yueyue: una niña, un indefenso ser humano agonizante en el pavimento sin una mano amiga, durante 4 infinitos minutos, que se apiadara de ella. ¡No hay derecho a tanta deshumanización, por Dios!.
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