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Editorial - 13 septiembre, 2011

Ilusiones, promesas y programas

A medida que avanza la campaña para elegir a los próximos alcaldes, concejales, gobernadores y diputados, y se aproxima el día señalado, próximo 30 de octubre, se van conociendo, poco a poco, algunas de las propuestas de los candidatos a los cargos ejecutivos, como a las corporaciones públicas antes mencionadas. Y la verdad es que […]

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A medida que avanza la campaña para elegir a los próximos alcaldes, concejales, gobernadores y diputados, y se aproxima el día señalado, próximo 30 de octubre, se van conociendo, poco a poco, algunas de las propuestas de los candidatos a los cargos ejecutivos, como a las corporaciones públicas antes mencionadas.
Y la verdad es que resulta lamentable, por decir lo menos, escuchar las generalidades, los lugares comunes y  las promesas abstractas, en las cuales vienen incurriendo varios de los aspirantes, incluyendo algunos de los cuales se esperaría una mayor seriedad por su formación académica y su experiencia.
Valledupar tiene múltiples problemas, como la mayoría de ciudades del país de similar tamaño y desarrollo. Está el tema de la inseguridad, el problema de la movilidad, la pobreza, el desempleo, la falta de vivienda de interés social y los problemas relacionados con la prestación de los servicios públicos, para mencionar sólo algunos, que son una verdadera cantera para estudiar, evaluar y proponer soluciones concretas para afrontarlos.
Pero, son pocas y muy contadas las propuestas concretas que hemos encontrado sobre los múltiples problemas de Valledupar.   Lamentablemente, lo que hay son una serie de promesas al aire, sin ninguna relación unas con otras, que más bien parecen simples eslogan y jingles de campaña, pero que están lejos de constituir programas de gobierno serios, como los que se necesitan.
Lo mínimo que se espera de un candidato al Concejo de Valledupar, a la Asamblea del Cesar, y por supuesto a la Alcaldía de la capital y a la gobernación del departamento, es que estudien los problemas de la ciudad y del Cesar; indaguen sobre las cifras de los mismos y – a partir de allí, y teniendo en cuenta todas las cifras, pero principalmente las de presupuesto, elaboren una serie de propuestas serias, concretas, realistas y factibles, sobre la ciudad y el departamento.
Uno de los casos más absurdos es el de un reconocido candidato a la Alcaldía de Valledupar, que para solucionar el problema de desempleo que agobia a la ciudad ha planteado la posibilidad de montar una fábrica de calzado, entre otras iniciativas del mismo tenor.
Con todo respeto,  lo primero que deben hacer los candidatos al Concejo y a la Alcaldía de Valledupar, es repasar el artículo 315 de la Constitución Nacional, que establece las atribuciones de los Alcaldes; los artículos 312, 313 y 314, que habla de las atribuciones del Concejo, el Régimen Municipal y de las relaciones entre el mandatario local y la corporación.
Un argumento similar es necesario expresar para la gran mayoría de los candidatos a la Asamblea, que vienen incurriendo, también, en lugares comunes y denotan una falta de conocimiento de los principales problemas del departamento del Cesar  y todos y cada uno de sus municipios.
En ambos casos, guardadas las proporciones, los futuros mandatarios (alcaldes y gobernador)  y sus coequiperos (concejales y diputados), van a encontrar unas arcas públicas pobres, por lo que se requerirá una gran creatividad para poder cumplir con las tareas y obligaciones mínimas de cada uno de los entes territoriales, y no los ríos de leche y miel que están ofreciendo hoy en campaña.
Muchos temas y presupuestos, por ejemplo los de salud y de educación, siguen dependiendo del gobierno nacional, y poco o ninguna injerencia tienen sobre los mismos los mandatarios locales. Lo mismo sucede con otras políticas públicas.
Los ciudadanos de Valledupar y los cesarenses, igualmente, merecen respeto, y se requiere realizar un debate electoral con propuestas serias, concretas y – principalmente- realistas, teniendo en cuenta las posibilidades, pero también las restricciones económicas y jurídicas que se tendrán que surtir, en el ejercicio de ambos gobiernos. Dejemos de lado tantas ilusiones y promesas falsas, y hagamos un debate con ideas y propuestas concretas. Aún estamos a tiempo.

Editorial
13 septiembre, 2011

Ilusiones, promesas y programas

A medida que avanza la campaña para elegir a los próximos alcaldes, concejales, gobernadores y diputados, y se aproxima el día señalado, próximo 30 de octubre, se van conociendo, poco a poco, algunas de las propuestas de los candidatos a los cargos ejecutivos, como a las corporaciones públicas antes mencionadas. Y la verdad es que […]


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A medida que avanza la campaña para elegir a los próximos alcaldes, concejales, gobernadores y diputados, y se aproxima el día señalado, próximo 30 de octubre, se van conociendo, poco a poco, algunas de las propuestas de los candidatos a los cargos ejecutivos, como a las corporaciones públicas antes mencionadas.
Y la verdad es que resulta lamentable, por decir lo menos, escuchar las generalidades, los lugares comunes y  las promesas abstractas, en las cuales vienen incurriendo varios de los aspirantes, incluyendo algunos de los cuales se esperaría una mayor seriedad por su formación académica y su experiencia.
Valledupar tiene múltiples problemas, como la mayoría de ciudades del país de similar tamaño y desarrollo. Está el tema de la inseguridad, el problema de la movilidad, la pobreza, el desempleo, la falta de vivienda de interés social y los problemas relacionados con la prestación de los servicios públicos, para mencionar sólo algunos, que son una verdadera cantera para estudiar, evaluar y proponer soluciones concretas para afrontarlos.
Pero, son pocas y muy contadas las propuestas concretas que hemos encontrado sobre los múltiples problemas de Valledupar.   Lamentablemente, lo que hay son una serie de promesas al aire, sin ninguna relación unas con otras, que más bien parecen simples eslogan y jingles de campaña, pero que están lejos de constituir programas de gobierno serios, como los que se necesitan.
Lo mínimo que se espera de un candidato al Concejo de Valledupar, a la Asamblea del Cesar, y por supuesto a la Alcaldía de la capital y a la gobernación del departamento, es que estudien los problemas de la ciudad y del Cesar; indaguen sobre las cifras de los mismos y – a partir de allí, y teniendo en cuenta todas las cifras, pero principalmente las de presupuesto, elaboren una serie de propuestas serias, concretas, realistas y factibles, sobre la ciudad y el departamento.
Uno de los casos más absurdos es el de un reconocido candidato a la Alcaldía de Valledupar, que para solucionar el problema de desempleo que agobia a la ciudad ha planteado la posibilidad de montar una fábrica de calzado, entre otras iniciativas del mismo tenor.
Con todo respeto,  lo primero que deben hacer los candidatos al Concejo y a la Alcaldía de Valledupar, es repasar el artículo 315 de la Constitución Nacional, que establece las atribuciones de los Alcaldes; los artículos 312, 313 y 314, que habla de las atribuciones del Concejo, el Régimen Municipal y de las relaciones entre el mandatario local y la corporación.
Un argumento similar es necesario expresar para la gran mayoría de los candidatos a la Asamblea, que vienen incurriendo, también, en lugares comunes y denotan una falta de conocimiento de los principales problemas del departamento del Cesar  y todos y cada uno de sus municipios.
En ambos casos, guardadas las proporciones, los futuros mandatarios (alcaldes y gobernador)  y sus coequiperos (concejales y diputados), van a encontrar unas arcas públicas pobres, por lo que se requerirá una gran creatividad para poder cumplir con las tareas y obligaciones mínimas de cada uno de los entes territoriales, y no los ríos de leche y miel que están ofreciendo hoy en campaña.
Muchos temas y presupuestos, por ejemplo los de salud y de educación, siguen dependiendo del gobierno nacional, y poco o ninguna injerencia tienen sobre los mismos los mandatarios locales. Lo mismo sucede con otras políticas públicas.
Los ciudadanos de Valledupar y los cesarenses, igualmente, merecen respeto, y se requiere realizar un debate electoral con propuestas serias, concretas y – principalmente- realistas, teniendo en cuenta las posibilidades, pero también las restricciones económicas y jurídicas que se tendrán que surtir, en el ejercicio de ambos gobiernos. Dejemos de lado tantas ilusiones y promesas falsas, y hagamos un debate con ideas y propuestas concretas. Aún estamos a tiempo.