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Columnista - 12 septiembre, 2011

Latinoamérica y el Consenso de Washington

Por: Imelda Daza Cotes El proceso de liberalización de las economías latinoamericanas fue resultado de un Consenso  en cuya discusión no participaron estos países y cuya implementación derivó en nuevos problemas. ¿Cómo ocurrió? A comienzos de los años 90 cae el muro de Berlín, y el socialismo como sistema económico desaparece de Europa. El capitalismo […]

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Por: Imelda Daza Cotes
El proceso de liberalización de las economías latinoamericanas fue resultado de un Consenso  en cuya discusión no participaron estos países y cuya implementación derivó en nuevos problemas. ¿Cómo ocurrió? A comienzos de los años 90 cae el muro de Berlín, y el socialismo como sistema económico desaparece de Europa. El capitalismo triunfador y sus círculos de poder dominantes, sienten que el mundo les pertenece y que es posible definir un nuevo paradigma económico post-socialismo. A su juicio, también el debate ideológico había terminado. La discusión, economía planificada versus economía de mercado carecía de interés. Se dispusieron pues a formular nuevas medidas de política económica para orientar el accionar  de la economía mundial, sobre todo de los países no desarrollados y fundamentalmente de los que estaban afectados por la deuda externa, muchos de ellos latinoamericanos
En 1989 se realizó en Washington un encuentro promovido por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial; participaron funcionarios de estas dos instituciones, más los  Ministros de Finanzas del G-7, funcionarios del Departamento de Estado, del Congreso y del Senado de EEUU, presidentes de importantes Bancos Internacionales, representantes de grandes grupos empresariales y reconocidos economistas, entre ellos John Williamson quien compiló las Ponencias. A esta reunión no asistió ningún vocero ni representante formal de los países a los que se aplicarían las recetas. Sin embargo, de aquí salió el llamado CONSENSO DE WASHINGTON, un acuerdo entre gente de ideología neoliberal que formuló un decálogo de medidas –a la manera de los 10 Mandamientos-  que se aplicarían para resolver los problemas del endeudamiento e implementar el capitalismo salvaje.  Atrás quedaba en Latinoamérica el modelo promovido por la CEPAL de sustitución de importaciones,  reemplazado por la apertura total. Washington aprobó las recomendaciones pero no las aplicó en casa
El recetario para Latinoamérica comprendía:
– Disciplina presupuestaria para reducir el déficit fiscal con disminución del gasto público, reforma tributaria para extender algunos impuestos a más grupos de población, pero rebaja para los ingresos más altos y aumento de impuestos indirectos, como el IVA
– Liberalización Comercial, Financiera y Tasa de Cambio competitiva y alta.  Eliminación de impuestos y regulaciones para las importaciones y exportaciones. Esta apertura enfrentó sorpresivamente a la industria doméstica con la competencia extranjera en condiciones  desventajosas, condujo a la quiebra a muchos empresarios y generó desempleo. La tasa de interés fijada por el libre juego del mercado eliminó las tasas preferenciales y el costo de los créditos y de las transacciones bancarias se elevaron escandalosamente
–  Inversión directa extranjera. En un principio estas inversiones crecieron en las economías emergentes y las cotizaciones subieron, pero la liberalización comercial y la política cambiaría causaron la crisis de Méjico 1994-95 y la liberalización de los flujos de capital llevó a la crisis asiática en 1997
– Privatizaciones y Desregulaciones para reducir el tamaño del Estado y mermar el déficit. Las empresas públicas, antes monopolios estatales, pasaron a ser monopolios privados menos eficientes, más corruptos y con tarifas más elevadas. La desregulación del mercado laboral precarizó el trabajo; las condiciones son ahora más desventajosas para los trabajadores y el descontento crece
La ortodoxia de los neoliberales dejó por fuera temas como el desarrollo con equidad, el desarrollo sostenible, la pobreza y las desigualdades económicas. Esto no se debatió. ¿Por qué? La respuesta fue: “… son temas a los cuales los promotores del consenso y sobre todo Washington, son muy sensibles, podían generar divergencias y hacer imposible el acuerdo”
El Consenso no consultó nunca la realidad de Latinoamérica. Algunos países aplicaron todo el paquete, otros lo ignoraron y les fue mejor. El Banco Mundial bajo la dirección de Joseph Stiglitz se apartó del Consenso porque “las políticas propuestas pueden ser necesarias pero son insuficientes”, dijo
Los resultados del Consenso de Washington en el mundo pueden medirse por los movimientos sociales que lo recorren en Islandia, norte del África, medio oriente,  Irlanda, Grecia, España y más reciente en Latinoamérica. Miles de trabajadores, estudiantes, desempleados y ciudadanos en general se rebelan contra un orden económico internacional injusto. Estas protestas no son hechos aislados, tienen demasiados elementos comunes y claman todas por un mundo más justo, por la fraternidad y por el desarrollo con equidad

Columnista
12 septiembre, 2011

Latinoamérica y el Consenso de Washington

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Imelda Daza Cotes

Por: Imelda Daza Cotes El proceso de liberalización de las economías latinoamericanas fue resultado de un Consenso  en cuya discusión no participaron estos países y cuya implementación derivó en nuevos problemas. ¿Cómo ocurrió? A comienzos de los años 90 cae el muro de Berlín, y el socialismo como sistema económico desaparece de Europa. El capitalismo […]


Por: Imelda Daza Cotes
El proceso de liberalización de las economías latinoamericanas fue resultado de un Consenso  en cuya discusión no participaron estos países y cuya implementación derivó en nuevos problemas. ¿Cómo ocurrió? A comienzos de los años 90 cae el muro de Berlín, y el socialismo como sistema económico desaparece de Europa. El capitalismo triunfador y sus círculos de poder dominantes, sienten que el mundo les pertenece y que es posible definir un nuevo paradigma económico post-socialismo. A su juicio, también el debate ideológico había terminado. La discusión, economía planificada versus economía de mercado carecía de interés. Se dispusieron pues a formular nuevas medidas de política económica para orientar el accionar  de la economía mundial, sobre todo de los países no desarrollados y fundamentalmente de los que estaban afectados por la deuda externa, muchos de ellos latinoamericanos
En 1989 se realizó en Washington un encuentro promovido por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial; participaron funcionarios de estas dos instituciones, más los  Ministros de Finanzas del G-7, funcionarios del Departamento de Estado, del Congreso y del Senado de EEUU, presidentes de importantes Bancos Internacionales, representantes de grandes grupos empresariales y reconocidos economistas, entre ellos John Williamson quien compiló las Ponencias. A esta reunión no asistió ningún vocero ni representante formal de los países a los que se aplicarían las recetas. Sin embargo, de aquí salió el llamado CONSENSO DE WASHINGTON, un acuerdo entre gente de ideología neoliberal que formuló un decálogo de medidas –a la manera de los 10 Mandamientos-  que se aplicarían para resolver los problemas del endeudamiento e implementar el capitalismo salvaje.  Atrás quedaba en Latinoamérica el modelo promovido por la CEPAL de sustitución de importaciones,  reemplazado por la apertura total. Washington aprobó las recomendaciones pero no las aplicó en casa
El recetario para Latinoamérica comprendía:
– Disciplina presupuestaria para reducir el déficit fiscal con disminución del gasto público, reforma tributaria para extender algunos impuestos a más grupos de población, pero rebaja para los ingresos más altos y aumento de impuestos indirectos, como el IVA
– Liberalización Comercial, Financiera y Tasa de Cambio competitiva y alta.  Eliminación de impuestos y regulaciones para las importaciones y exportaciones. Esta apertura enfrentó sorpresivamente a la industria doméstica con la competencia extranjera en condiciones  desventajosas, condujo a la quiebra a muchos empresarios y generó desempleo. La tasa de interés fijada por el libre juego del mercado eliminó las tasas preferenciales y el costo de los créditos y de las transacciones bancarias se elevaron escandalosamente
–  Inversión directa extranjera. En un principio estas inversiones crecieron en las economías emergentes y las cotizaciones subieron, pero la liberalización comercial y la política cambiaría causaron la crisis de Méjico 1994-95 y la liberalización de los flujos de capital llevó a la crisis asiática en 1997
– Privatizaciones y Desregulaciones para reducir el tamaño del Estado y mermar el déficit. Las empresas públicas, antes monopolios estatales, pasaron a ser monopolios privados menos eficientes, más corruptos y con tarifas más elevadas. La desregulación del mercado laboral precarizó el trabajo; las condiciones son ahora más desventajosas para los trabajadores y el descontento crece
La ortodoxia de los neoliberales dejó por fuera temas como el desarrollo con equidad, el desarrollo sostenible, la pobreza y las desigualdades económicas. Esto no se debatió. ¿Por qué? La respuesta fue: “… son temas a los cuales los promotores del consenso y sobre todo Washington, son muy sensibles, podían generar divergencias y hacer imposible el acuerdo”
El Consenso no consultó nunca la realidad de Latinoamérica. Algunos países aplicaron todo el paquete, otros lo ignoraron y les fue mejor. El Banco Mundial bajo la dirección de Joseph Stiglitz se apartó del Consenso porque “las políticas propuestas pueden ser necesarias pero son insuficientes”, dijo
Los resultados del Consenso de Washington en el mundo pueden medirse por los movimientos sociales que lo recorren en Islandia, norte del África, medio oriente,  Irlanda, Grecia, España y más reciente en Latinoamérica. Miles de trabajadores, estudiantes, desempleados y ciudadanos en general se rebelan contra un orden económico internacional injusto. Estas protestas no son hechos aislados, tienen demasiados elementos comunes y claman todas por un mundo más justo, por la fraternidad y por el desarrollo con equidad