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Columnista - 6 agosto, 2011

El paseo que se volvió merengue

Por Julio Oñate Martínez Cuando el maestro Adolfo Pacheco Anillo con un canto dibujó su nostalgia por la partida triste de su padre El viejo Miguel hacía Barranquilla, originalmente esta conmovedora pieza musical fue concebida en ritmo de paseo y una vez tomó forma fue presentada al ‘Negro’ Alejo Durán, en una parranda donde ambos […]

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Por Julio Oñate Martínez

Cuando el maestro Adolfo Pacheco Anillo con un canto dibujó su nostalgia por la partida triste de su padre El viejo Miguel hacía Barranquilla, originalmente esta conmovedora pieza musical fue concebida en ritmo de paseo y una vez tomó forma fue presentada al ‘Negro’ Alejo Durán, en una parranda donde ambos coincidieron, en San Juan Nepomuceno (Bol). Para festejar el cumpleaños de Don Lizardo Guzmán, uno de los notables de este pueblo.  Fascinado con este bonito paseo, ‘el negro’ logró fácilmente  aprenderse solo la primera estrofa  con la promesa de visitar a Pacheco en San Jacinto con el fin de montar la canción completa para ser grabada posteriormente.
Los días pasaban, Alejo no aparecía y Adolfo inquieto por escuchar su nuevo canto trató de motivar para esto a su músico de cabecera, su paisano y compadre Andrés Landero, pero este celoso en extremo y enterado de la escaramuza con ‘El negro’ Durán se negó rotundamente a tocar el paseo ‘El Viejo Miguel’ ya que siempre fue él, quien tuvo el honor de estrenar con su acordeón los cantos del maestro Adolfo Pacheco.
Desde barranquilla llegó de visita Ramón Vargas, el mismo compadre Ramón de  ‘La hamaca grande’ y reunido con Pacheco trataron de montar el referido paseo. Desde los primeros intentos para ejecutarlo Ramón notaba que Adolfo se atrasaba en el canto y que algo no encajaba en los compases entonados. Con la intuición natural del músico experimentado y el oído que no engaña  a Ramón canceló los fallidos intentos y arrancó alegremente tocando la pieza en ritmo de merengue con el beneplácito del compositor al comprender y  constatar que  ‘El Viejo Miguel’ era un espléndido merengue de los más emblemáticos que hoy tiene el folclor vallenato.
Indudablemente en este cambio de un ritmo a otro fue decisiva la destreza del compadre Ramón con el acordeón y su intuición musical para identificar con precisión el ritmo que mejor vida le da a una melodía, pero no todo músico tiene esta facultad, pues para estos intercambios en necesario conocer bien las estructuras musicológicas de estos ritmos.
El paseo vallenato tradicional se escribe a cuatro tiempos, compás partido en tanto que el merengue tiene una signatura de 6/8  según el criterio del musicólogo guajiro Roger Bermúdez, cualquier melodía en 4/4 se puede cuadrar en 6/8, es decir cualquier paseo puede volverse merengue o viceversa, siempre y cuando el músico que lo haga tenga pericia en el tema, ya que los cambios que se dan de acomodación suceden en la parte rítmica, no en la línea melódica.
Esta suerte para una persona que no conozca y no sienta el vallenato será casi imposible de realizar al no conocer los regímenes de acentuación que le dan personalidad  a la expresión vallenata.
La primera versión grabada de ‘El viejo Miguel’ ya en ritmo de merengue la realizó el compadre Ramón con un grupo de acordeón y guitarras liderado por él, conocido como los Reyes del ‘Vallenato’ en el que la parte vocal le correspondió al sanjuanero (San Juan Nepo, Bol.) Nasser Sir, en la disquera tropical de Barranquilla seguidamente el rey sabanero Lisandro Meza nos obsequió en el sello Fuentes una de las más saboreadas grabaciones de este “merengazo” de siempre. Pero con la versión magistral de los ‘Hermanos Zuleta’ esta página musical desbordando las barreras de la popularidad ha logrado alcanzar desde entonces la difícil categoría de clásico de nuestro folclor.

Columnista
6 agosto, 2011

El paseo que se volvió merengue

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Julio C. Oñate M.

Por Julio Oñate Martínez Cuando el maestro Adolfo Pacheco Anillo con un canto dibujó su nostalgia por la partida triste de su padre El viejo Miguel hacía Barranquilla, originalmente esta conmovedora pieza musical fue concebida en ritmo de paseo y una vez tomó forma fue presentada al ‘Negro’ Alejo Durán, en una parranda donde ambos […]


Por Julio Oñate Martínez

Cuando el maestro Adolfo Pacheco Anillo con un canto dibujó su nostalgia por la partida triste de su padre El viejo Miguel hacía Barranquilla, originalmente esta conmovedora pieza musical fue concebida en ritmo de paseo y una vez tomó forma fue presentada al ‘Negro’ Alejo Durán, en una parranda donde ambos coincidieron, en San Juan Nepomuceno (Bol). Para festejar el cumpleaños de Don Lizardo Guzmán, uno de los notables de este pueblo.  Fascinado con este bonito paseo, ‘el negro’ logró fácilmente  aprenderse solo la primera estrofa  con la promesa de visitar a Pacheco en San Jacinto con el fin de montar la canción completa para ser grabada posteriormente.
Los días pasaban, Alejo no aparecía y Adolfo inquieto por escuchar su nuevo canto trató de motivar para esto a su músico de cabecera, su paisano y compadre Andrés Landero, pero este celoso en extremo y enterado de la escaramuza con ‘El negro’ Durán se negó rotundamente a tocar el paseo ‘El Viejo Miguel’ ya que siempre fue él, quien tuvo el honor de estrenar con su acordeón los cantos del maestro Adolfo Pacheco.
Desde barranquilla llegó de visita Ramón Vargas, el mismo compadre Ramón de  ‘La hamaca grande’ y reunido con Pacheco trataron de montar el referido paseo. Desde los primeros intentos para ejecutarlo Ramón notaba que Adolfo se atrasaba en el canto y que algo no encajaba en los compases entonados. Con la intuición natural del músico experimentado y el oído que no engaña  a Ramón canceló los fallidos intentos y arrancó alegremente tocando la pieza en ritmo de merengue con el beneplácito del compositor al comprender y  constatar que  ‘El Viejo Miguel’ era un espléndido merengue de los más emblemáticos que hoy tiene el folclor vallenato.
Indudablemente en este cambio de un ritmo a otro fue decisiva la destreza del compadre Ramón con el acordeón y su intuición musical para identificar con precisión el ritmo que mejor vida le da a una melodía, pero no todo músico tiene esta facultad, pues para estos intercambios en necesario conocer bien las estructuras musicológicas de estos ritmos.
El paseo vallenato tradicional se escribe a cuatro tiempos, compás partido en tanto que el merengue tiene una signatura de 6/8  según el criterio del musicólogo guajiro Roger Bermúdez, cualquier melodía en 4/4 se puede cuadrar en 6/8, es decir cualquier paseo puede volverse merengue o viceversa, siempre y cuando el músico que lo haga tenga pericia en el tema, ya que los cambios que se dan de acomodación suceden en la parte rítmica, no en la línea melódica.
Esta suerte para una persona que no conozca y no sienta el vallenato será casi imposible de realizar al no conocer los regímenes de acentuación que le dan personalidad  a la expresión vallenata.
La primera versión grabada de ‘El viejo Miguel’ ya en ritmo de merengue la realizó el compadre Ramón con un grupo de acordeón y guitarras liderado por él, conocido como los Reyes del ‘Vallenato’ en el que la parte vocal le correspondió al sanjuanero (San Juan Nepo, Bol.) Nasser Sir, en la disquera tropical de Barranquilla seguidamente el rey sabanero Lisandro Meza nos obsequió en el sello Fuentes una de las más saboreadas grabaciones de este “merengazo” de siempre. Pero con la versión magistral de los ‘Hermanos Zuleta’ esta página musical desbordando las barreras de la popularidad ha logrado alcanzar desde entonces la difícil categoría de clásico de nuestro folclor.