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Columnista - 6 julio, 2011

Ante la Muerte

Desde mí cocina Por Silvia Betancourt Alliegro Todos los hombres nacen, crecen, se reproducen y mueren. Bueno, no siempre en este orden, especialmente en mi país, donde algunos no alcanzan a cumplir la secuencia por que los reclutan para que asesinen y de paso ser ultimados. Ahora que Hugo Chávez Frías sabe que la parca […]

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Desde mí cocina

Por Silvia Betancourt Alliegro

Todos los hombres nacen, crecen, se reproducen y mueren. Bueno, no siempre en este orden, especialmente en mi país, donde algunos no alcanzan a cumplir la secuencia por que los reclutan para que asesinen y de paso ser ultimados.
Ahora que Hugo Chávez Frías sabe que la parca le está respirando en la nuca, bajó el tono, y tanto que titubeó al leer un mensaje a la humanidad, que eso es, siento pena por él, por su aterrizaje obligado a la realidad ineludible: no somos inmortales.
Si alguien le hubiera recordado a diario esta sentencia, es probable que hubiera morigerado sus discursos estentóreos contra lo que fuera, contra quien fuera. Es que el paladín se nutre de las contiendas, así que para propiciarlas emite palabras que son decretos contra el resto del mundo.
Los hombres en el ejercicio del poder, así sea en su hogar, se convierten en dictadores de normas que regulen todos los sucesos cercanos y, si pueden, también los lejanos. El tiempo y el espacio se supeditan a sus deseos, nada hay en su psiquis que le dicte en sueños aforismos que son bofetadas al ego inflado, así su madre los haya usado, como toda elemental que acoge la sabiduría popular para conducir con frases sencillas y contundentes a su prole.
Ahora se me ocurren algunos, pero soy consciente que ‘El palo no está para cucharas’ porque sería infame utilizar ‘Al caído caerle’ puesto que  ‘No hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo resista’.
Me duele la sentencia a muerte dolorosa que la vida le tenía preparada al presidente Chávez, tanto, que he pasado varios días indagando sobre la temible enfermedad, leyendo mis antiguas columnas escritas sobre él, orando por su espíritu combativo que hoy es sometido por una fuerza a la que no podrá oponer resistencia.

Había una vez, hace como doscientos años, un héroe venezolano que vivía montado en un caballo, era tal su decisión por crear un reino que prácticamente comía, descansaba y dormía sobre el jamelgo, el tenaz hombre era consciente de que tenía que recorrer extensos territorios para que, con su presencia, los súbditos se amansaran, empezando por las hembras, que no podían resistirse a su mirada letal, donde ponía el ojo ponía todo lo demás. Pasadas dos centurias, un hombre sencillo, también venezolano,  imaginó que podría continuar el sueño bolivariano…
[email protected]
@yastao

Columnista
6 julio, 2011

Ante la Muerte

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Silvia Betancourt Alliegro

Desde mí cocina Por Silvia Betancourt Alliegro Todos los hombres nacen, crecen, se reproducen y mueren. Bueno, no siempre en este orden, especialmente en mi país, donde algunos no alcanzan a cumplir la secuencia por que los reclutan para que asesinen y de paso ser ultimados. Ahora que Hugo Chávez Frías sabe que la parca […]


Desde mí cocina

Por Silvia Betancourt Alliegro

Todos los hombres nacen, crecen, se reproducen y mueren. Bueno, no siempre en este orden, especialmente en mi país, donde algunos no alcanzan a cumplir la secuencia por que los reclutan para que asesinen y de paso ser ultimados.
Ahora que Hugo Chávez Frías sabe que la parca le está respirando en la nuca, bajó el tono, y tanto que titubeó al leer un mensaje a la humanidad, que eso es, siento pena por él, por su aterrizaje obligado a la realidad ineludible: no somos inmortales.
Si alguien le hubiera recordado a diario esta sentencia, es probable que hubiera morigerado sus discursos estentóreos contra lo que fuera, contra quien fuera. Es que el paladín se nutre de las contiendas, así que para propiciarlas emite palabras que son decretos contra el resto del mundo.
Los hombres en el ejercicio del poder, así sea en su hogar, se convierten en dictadores de normas que regulen todos los sucesos cercanos y, si pueden, también los lejanos. El tiempo y el espacio se supeditan a sus deseos, nada hay en su psiquis que le dicte en sueños aforismos que son bofetadas al ego inflado, así su madre los haya usado, como toda elemental que acoge la sabiduría popular para conducir con frases sencillas y contundentes a su prole.
Ahora se me ocurren algunos, pero soy consciente que ‘El palo no está para cucharas’ porque sería infame utilizar ‘Al caído caerle’ puesto que  ‘No hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo resista’.
Me duele la sentencia a muerte dolorosa que la vida le tenía preparada al presidente Chávez, tanto, que he pasado varios días indagando sobre la temible enfermedad, leyendo mis antiguas columnas escritas sobre él, orando por su espíritu combativo que hoy es sometido por una fuerza a la que no podrá oponer resistencia.

Había una vez, hace como doscientos años, un héroe venezolano que vivía montado en un caballo, era tal su decisión por crear un reino que prácticamente comía, descansaba y dormía sobre el jamelgo, el tenaz hombre era consciente de que tenía que recorrer extensos territorios para que, con su presencia, los súbditos se amansaran, empezando por las hembras, que no podían resistirse a su mirada letal, donde ponía el ojo ponía todo lo demás. Pasadas dos centurias, un hombre sencillo, también venezolano,  imaginó que podría continuar el sueño bolivariano…
[email protected]
@yastao